POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Sí, ya lo se. Soy consciente de ser un pelma, un aburrido «abuelo Cebolleta» que disfruta contando sus batallas de adolescencia y juventud pensando que su vida está tan cargada de vivencias que bien merece la pena recordarlas.
Es cierto, sí; pero son tantas las cosas que forjaron mi «manera de ser» que me resulta poco menos que imposible no contárselas a ustedes.
La celebración de nuestro 60 aniversario de promoción de bachilleres me brinda hoy (repitiéndome en mis «Histories») esta oportunidad.
Fue tradición en la formación jesuítica destinar unos días, en silencio y meditación, para dar respuesta a estas preguntas ignacianas: ¿Quién soy?, ¿De dónde vengo?, ¿A dónde voy?
Las respuestas serían la pauta que debiera marcar nuestros senderos de vida.
Esa era la finalidad, la consecuencia, de los entonces llamados EJERCICIOS ESPIRITUALES.
En nuestro curso, cuando ya alumnos en 5º y 6º de bachiller, el «famosísimo » P. Serrano fue el responsable de estas jornadas de espiritualidad.
Era el P. Serrano un sacerdote bajito, rechoncho, de cara sonriente y (así lo veía yo) actor especialista en decorados y discursos macabros y aterradores.
Para él, el recorrido entre el punto de partida y el destino final era una vida llena de pecados cuyo perdón debiéramos implorar para librarnos del castigo eterno.
Y así, en una iglesia en casi oscuridad donde una vela encendida iluminaba un crucifijo cuya sombra se proyectaba en la pared del altar, el predicador nos transportaba a un terrible potro de castigo, allá en el infierno, para martirizarnos por nuestros pecados:
.- ¿Por esos pensamientos impuros que turban tu imaginación? ¡Una vuelta más al torniquete?
.- ¿Por esas cosas sucias con que recreas tus despertares? ¡Una vuelta más al torniquete!
.- ¿Por esos deseos inconfesables con que recreas tus fantasías? ¡Otra vuelta más al torniquete!
Y uno, que siempre fue muy crítico con.tales cosas, en vez de temor de castigo se decía en hipócrita silencio : ¡Y a mi que me gusta!.- Creo que los demás pensábamos lo mismo.- Les puedo asegurar que ninguno «quedamos marcados por tales teatralidades».
Eran vivencias juveniles tan de ayer como de hoy.
Aquí tenemos la foto de los Ejercicios Espirituales, celebrados en 1956, en la Casa de Ejercicios de El Bibio (Gijón).
Los «ejercitantes» éramos los alumnos de la Sección A de 6º de bachiller. El P. Serrano es el gordito: el otro jesuita es el P. Máximo Pérez, responsable del curso. Es autor de una interesante biografía sobre el que fuera Obispo Auxiliar de Oviedo Monseñor Riesco Carbajo.