LOS JERGONES DE PERFOLLAS
Mar 10 2018

POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

Un jergón (colchón) rellenado con perfolla

Estábamos para situarnos en la primavera del año 1945, cuando tomaron gran auge, en mi pueblo, «los Movimientos Sociales Juveniles»; bajo los auspicios de la Falange y de la Iglesia: los dos poderes fácticos auspiciados por el régimen del Estado Español.

Al mando de la Falange de la localidad, se encontraban Eufronio Carrillo Abellán, Juan Albaladejo Carrillo y José Carrillo Hita y, como párroco, de la iglesia de San Bartolomé, estaba José Muñoz Martínez.

Estos grupos de movimientos juveniles, afines al régimen imperante, actuaban de forma anárquica; sin tener unas directrices que les aglutinara.

De una vez por todas, los falangistas irrumpieron con gran poderío y, portando sus uniformes con pantalón corto, camisa azul y boina roja, hacían sus desfiles por el pueblo y efectuaban sus guardias nocturnas en la plaza Mayor, ante el alborozo de todos los pequeños, los aplausos de los afines y el mohín o ausencia de quienes disentían de tales manifestaciones festivas por las calles del pueblo.

Por su parte, surgió «La Sección Femenina» qué, aunque eran minoritarias, también se hacían notar en el pueblo. Por otro lado, desde la iglesia, José Muñoz Martínez organizó el grupo de «Acción Católica» y, «Las Hijas de María».

Al mismo tiempo. Dada la penuria económica reinante en la población, gran número de habitantes del pueblo, se vieron obligados a huir y refugiarse en caseríos, cuevas y barracas de la huerta, la rambla, la morra, y el campo.

La sanidad pública era tan precaria que el índice de morbilidad y mortalidad, aumentaron de forma alarmante esos años; hasta el punto de qué, las autoridades civiles y eclesiásticas locales con José Muñoz Martínez y el Alcalde Luís García Fernández, reclamaron a las autoridades políticas y eclesiásticas de Murcia, la pertinente ayuda económica para atajar la hambruna y los focos de enfermedades epidémicas.

Por ésta situación, surgieron dos grupos de trabajo, comandados por Eufronio Carrillo Abellán, José Carrillo Hita y José Yepes Tomás; por parte masculina y, por parte femenina Mari Cruz Cascales Valiente, Consuelo Cascales Pérez, y Concepción Rubio Yepes.

Los tres primeros pertenecientes a la Falange y las tres mujeres a La Sección Femenina del Movimiento local.

Una tras otra, revisaron estas instituciones todas las cuevas, caseríos y barracas del término municipal, con el fin de realizar una estadística en la que se reflejaran las necesidades más perentorias de los vecinos; con el fin de ponerles remedio inmediato; si ello fuese posible.

Una vez revisados todos los habitáculos de los refugiados locales, llamó poderosamente la atención qué, el 92 por ciento de dicha población, carecían de servicios sanitarios, ni agua corriente y, además, dormían hacinados en el suelo, sobre «unos jergones llenos de perfollas»(1)

Esta relación de indigentes del pueblo fue remitida al Gobierno Civil murciano y al Obispado de la capital y, de allí, «Se obtuvieron caridades» ya que las soluciones quedaban muy remotas.

Estos habitáculos inmundos, era fiel reflejo de «la historia profunda del municipio, en la década de 1940 a 1950».

(1) Las perfollas son las hojas secas que cubren las panochas de maíz, cuando están maduras).

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