POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Aunque ya se jugaba, a los bolos y bochas, en Ulea, a finales del siglo XVIII, fue a partir del año 1871, cuando se oficializó por la comisión de festejos públicos.
Teniendo en cuenta que no había otro divertimento, asequible a todos los uleanos, salvo el juego de los naipes que se jugaban en privado y, con envite de dinero, el alcalde Joaquín Miñano Pay habilitó -los días festivos y vísperas-, un terreno de juego acotado al paso de peatones y caballerías.
Dicho espacio acotado era el correspondiente a la calle Alfonso XII, dividido en dos tramos; desde el alto, frente a la casa de Aurelio Hita Carrillo hasta las cuatro esquinas para el juego de las bochas (actualmente llamado petanca) y, para el juego de los bolos; desde la casa de los herederos de Antonio Martínez (frente a la actual ferretería), hasta las cuatro esquinas.
De manera que, el espacio de las cuatro esquinas, quedaba convertido en una zona neutra qué, a la vez, servía para dar paso a los peatones y caballerías de los alrededores.
Los días festivos y vísperas, todos los jugadores y aficionados, se daban cita en dicho recinto, en donde se disputaban torneos locales y comarcales. Los padres acompañaban a los hijos de la mano para que se divirtieran contemplando dichos deportes (de los datos que poseo, no hay alusión alguna a la asistencia de mujeres, a dichos eventos).
Al principio, en el año 1871, se jugaba, al mismo tiempo, a los bolos y las bochas por lo que, los espectadores, iban de un lado para otro, provocando ligeras aglomeraciones y, las consiguientes interrupciones del juego. Como consecuencia, el señor alcalde—con buen criterio, ordenó que ambos juegos se simultanearan y, de esa manera, pudieran asistir al espectáculo sin provocar ningún tumulto.
Los campeonatos locales, eran frecuentes pero, los comarcales, también eran asiduos y, los días en que se celebraban las finales, las autoridades, instalaban unas tribunas, desde donde disfrutaban del desarrollo de la competición y, obsequiaban, con sus modestos trofeos, a los vencedores.
Los años 1875 y 1876, aprovechando el derribo de la casa de los actuales herederos de Casto Abellán y Virtudes Carrillo, utilizaron el solar, para instalar dicha tribuna. Igual ocurrió, en el año 1888, en el otro terreno de juego, ya que la casa parroquial (que también fue demolida para su reconstrucción) y que, posteriormente, fue la casa de Pedro José Palazón y Remedios Salinas y, en la actualidad, pertenece a sus herederos, también fue utilizada para presidir dichos eventos deportivos y repartir los trofeos a los vencedores.
Ni que decir tiene, que los días de competición suponían una fiesta para los uleanos que ¡por fin! en las postrimerías del siglo XIX, comenzaron a contar con la asistencia de mujeres, aunque un sector de la sociedad les tratara de atrevidas.
Fueron destacados jugadores, de ambos deportes: Felipe Carrillo Garrido, Francisco Moreno Sánchez y Joaquín Sánchez Valiente; a los que se les agregó el voluntarioso cura párroco Manuel Jouvé Viñas.