POR FERNANDO CORTÉS CORTÉS Y MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTAS OFICIALES DE BADAJOZ, MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Esta columna que hoy toma contacto con los lectores, trata de ser la Crónica de lo que fue y pasó. En sus deseos quiere recuperar y transmitir la memoria, al coincidir con la saludable apreciación del Nóbel portugués José Saramago, pues casi todo empieza por el olvido y se termina por la indiferencia. Sin memoria somos huérfanos. Estos son los objetivos que nos fijamos en nuestra tarea de cronistas de las ciudades de Badajoz, Montijo y Lobón.
Andaban las nieblas de la primera quincena de diciembre de 1922, las conocidas nieblas de la ‘Mártir’, así llamadas por la festividad de Santa Eulalia, patrona de Mérida, cantando la antífona de las fiestas navideñas que se aproximaban, cuando en la ciudad de Badajoz se había creado una Junta Gestora en favor del futuro monumento a Luis de Morales, universal pintor badajocense. Pretendían los artistas extremeños, seguidores de ‘El Divino’, encargar un monumento que lo efigiara. A semejanza en sus propósitos, decían, a los que tienen Velázquez y Goya en Madrid, delante del Museo del Prado. Información que recogía el “Correo de la Mañana”, diario independiente de la ciudad de Badajoz.
La Junta Gestora pro monumento a Morales, la formaban Eugenio Hermoso, Adelardo Covarsí, José López Prudencio, Luis Bardají, Enrique Segura, Narciso Vázquez Lemus, el conde de la Torre del Fresno y Ángel Zoido, entre otros. Dudó la Junta ante las maquetas presentadas, decidiéndose finalmente por Gabino Amaya Guerrero (1896-1975), uno de los más grandes escultores extremeños que efigió en bronce al artista del pincel, junto con un bajorrelieve en su pedestal, bella factura en su modelado que representa al cuadro ‘Mater Dolorosa’. Buscaron lugar de asiento en la Plaza de San Juan, luego llamada de la Constitución y ahora de España, frente al Palacio Municipal de Badajoz, dirigiendo el pintor su mirada hacia la catedral metropolitana de San Juan Bautista, para la que tanto obró, especialmente gracias a su benefactor, el obispo san Juan de Ribera.
Reseñaba el diario pacense, que particulares, entidades y sociedades de Badajoz y de la provincia habían ofrecido contribuir con importantes donativos, destinados a sufragarlo. Destacando en aquella nómina a la Comunidad de Labradores de Montijo, que había abierto entre sus socios una suscripción encabezada con la cesión de un día de haber de sus empleados para contribuir a la patriótica empresa de honrar a un ilustre hijo, no solo de Extremadura sino de España. Hermoso rasgo que merece un aplauso entusiasta de toda la región a los generosos labradores de Montijo y que nosotros somos los primeros en tributar desde estas columnas. Así deben portarse todos los buenos extremeños, señalaba el correo pacense. Presidía la Comunidad de Labradores, fundada en 1902, Pedro Miguel Rodríguez Bautista, que fue alcalde en la II República por el Partido Republicano Radical, siendo secretario, Julio García Pérez. Pedro Miguel volvió a la presidencia en los años cincuenta.
Los afanes y deseos del secretario, Julio García, fueron los que llevaron a que la Comunidad fuera un foco cultural para sus socios, y por ella al pueblo de Montijo. Él fue quien creó una biblioteca, junto con la organización de varias colecciones de animales disecados, vegetales, minerales, ingenios eléctricos, instrumentos de labranza y tratados sobre agricultura y ganadería. Tiempos en los que la amistad del montijano Álvaro Torres Rodas, dio fruto para que su amigo Adelardo Covarsí pintará para la Comunidad “La vuelta al trabajo”, ahora felizmente recuperado. Períodos coincidentes con la guerra de Marruecos y la llegada al poder de los militares, por la sublevación del general Miguel Primo de Rivera, con un Directorio Militar que tras dos Gobiernos -Dictablanda del general Berenguer y del Almirante Aznar- precedieron a la II República.