POR MARÍA VICTORIA HERNÁNDEZ PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE LOS LLANOS DE ARIDANE (LAS PALMAS).
En el año 1926, hace 95 años, el reconocido y muy querido poeta canario Pedro García Cabrera (1905-1981) dedicó una bellísima prosa romántica, cargada de poesía, descriptiva del por aquel entonces ciudad (1899) de Los Llanos.
Coincide con su primer viaje conocido a la isla, en octubre de 1926. Fue el primer contacto del poeta y escritor con la isla canaria de La Palma y sus gentes en condición de redactor de la revista cultural Hespérides, publicada en Santa Cruz de Tenerife, en la que firmaba con el seudónimo de Pedrín.
De su estancia en La Palma publicó sus impresiones con una sensibilidad y sentir especial, más allá de una fría crónica periodística en la mencionada revista Hespérides y en el periódico palmero Diario de Avisos, que por ese entonces ya era el decano de la presa de Canarias y continuaba con la redacción e impresión en Santa Cruz de La Palma.
La pluma de García Cabrera, natural de La Gomera, describe a pie de calle el discurrir del lugar con mirada encismada contemplativa sobre la ciudad aridanense.
Del decir del escritor… “Ciudad de ventanas enrejilladas a la manera de los coros de los conventos, tras las que se presiente la mirada aristocrática y atisbante, clavada en el peregrino que pasa coleccionando emociones”. Llama la atención del escritor viajero el importante repertorio de ventanas de celosía que pasados casi cien años luchan por su pervivencia.
Se detiene observando que “En Los Llanos, salta a la vista la esmerada limpieza de las calles: anchas, rectas y bien empedradas; la pulcritud de las fachadas de las casas y el ambiente acogedor, dentro de una leve austeridad, de sus moradores”.
Concluye el poeta con el siguiente y bello epílogo: “Y pues que Los Llanos transformaron mi ocaso en un oriente, sean estas cuartillas una oración piadosa a su serenidad de lago y a su belleza sedante y acariciadora”.
García Cabrera, la plaza y los laureles
Hace más de 150 años unos pequeños plantones de laureles de India, remitidos desde Cuba en el barco Bella Engracia al mando de Simón Sosvilla, fueron plantados en el yermo terraplén del atrio del templo de Nuestra Señora de los Remedios.
La iniciativa ilusionante para el pueblo era formar una alameda con árboles, bancos de piedra y alumbrado. Así fue y en…“la plaza de la Constitución se han plantado árboles, se han encargado para ella algunos sofaes de piedra, y se piensa alumbrar” (El Time, 26 de julio de 1863).
Estaba en marcha las obras de acondicionamiento de un espacio público en el casco urbano de Los Llanos de Aridane, hoy convertido en lugar de encuentro con identidad propia en la que fue necesario…. “la nivelación de la plaza de los indicados Llanos, donde con los pequeños recursos del vecindario que ha acogido el pensamiento, piensa formar una alameda o centro de reunión, con lo cual se embellecerá aquel sitio tan yermo y desolado en la actualidad” (El Time, 6 de marzo de 1864).
Son los vecinos, como en otras tantas ocasiones, apoyados por el Ayuntamiento, quienes afrontaron la importante iniciativa de urbanizar y embellecer el yermo y desolado terraplén de tierra. Los majestuosos y esbeltos once ejemplares de laureles de India (Ficus microcarpa) se han convertido con el transcurso de los años en icono representativo de Aridane, junto a la pila de la plaza Elías Santos Abreu (1871) y la torre-fortaleza del templo de los Remedios (s. XVII)
La acogedora frondosa sombra, de hojas perennes, y la frescura que emanan los laureles han sido inspiración para viajeros, poetas, escritores, pintores, fotógrafos… que se han cobijado bajo ellos. Con el verbo, pincel y cámara los han arrancado del suelo del viejo terraplén y lo han plasmado en palabra, lienzo y papel para convertirlos en universales y traspasar lo estrictamente local.
De esas referencias nos ocupamos de un bellísimo relato del poeta y escritor Pedro García Cabrera (1905-1981) quien visitó y pernotó en la ciudad aridanense en octubre de 1926. Se hospedó en el Hotel La Palma propiedad y regentado por León Castro Ramos (1897-1961) en la calle del Medio, solar hoy ocupado por un nuevo edificio de la relojería El Rubio, fundada por Celso Castro Carmona y hoy regentada por la tercera generación.
De entre esa crónica publicada en el periódico palmero Diario de Avisos el 13 de diciembre de 1926, bajo el título: “De un viaje por La Palma: Los Llanos” extraemos los siguientes párrafos de extraordinaria belleza y valor literario patrimonial.
Para la pluma y el sentimiento poético de García Cabrera nuestros laureles, enviados en plantones desde Cuba en 1863, formaban un tapiz de esmeraldas en forma de palio en un pueblo de vida mansa y recogida.
“Las noches en Los Llanos son sedantes y acariciadoras como el beso casto de una virgen blanca, pálida, sutil y linda, que soñase mirando el azul con un anhelo místico prendido en el alma y una rosa de nieve temblando en la boca prometedora.
Sentado en la plaza de la iglesia, abierto el espíritu a la contemplación, recreándome en esas filtraciones de luna, que fingen un puñado de blancas monedas de plata al atravesar el esmeráldico tapiz de las exuberantes copas de los laureles de la India que, como un palio cubren el cuadrado de la plaza, pensé en lo bien que sonaría en este quietismo la serenata de Romeo deshaciéndose en ritmos dulces y melancólicos.
Paisaje nocturno, transparente, sedante y azul. Dijérase flotara, entre la lluvia astral de los cielos, el alma de Gutiérrez de Cetina.
Por eso, al llegar a este pueblo de vida mansa, recogida, silenciosa, cansado del tráfago de la capital tinerfeña, hastiado de la vida rápida, fugaz y vertiginosa, sentí que una alegría nueva era conmigo, que una dosis de paz y sosiego corría por mis venas infundiéndome un deleite suave y voluptuoso y mi alma, abatida, cobraba las fuerzas que para siempre creí perdidas.
Y pues que Los Llanos transformaron mi ocaso en un oriente, sean estas cuartillas una oración piadosa a su serenidad de lago y a su belleza sedante y acariciadora”.
De un viaje por La Palma: Los Llanos. Diario de avisos de La Palma: decano de la prensa de Canarias (Santa Cruz de La Palma, 13 de diciembre de 1926), p. [1].
CONCLUSIÓN
Sugerimos, en mi condición de hija, vecina y Cronista Oficial de Los Llanos de Aridane coincidiendo con el 500 aniversario del lugar de Los Llanos, sea reproducido el texto que antecede en soporte permanente y sea colocado en el entorno fundacional de la ciudad para ser testimonio cultural literario del eminente escritor canario, del que sepamos nunca se le ha hecho reconocimiento expreso alguno en Aridane. Sería una manera, también, de dejar en un lugar de transito vecinal memoria de la efeméride de los 500 años del lugar de Los Llanos.
Sería a permutabilidad testimonio patrimonial aridanense que engrandecería los valores literarios canarios y fuente divulgativa para actuales y futuras generaciones y de todo aquel viajero que visite la ciudad.
FUENTE: https://elapuron.com/noticias/opinion/152918/los-laureles-aridane-pedro-garcia-cabrera/