LOS MAESTROS HERRADORES O ALBÉITAR
Abr 15 2015

POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

herrero

A finales del siglo XVII, concretamente en el año 1693, había en nuestra ciudad un censo de bestias de carga, superior al de varones mayores de edad. Por tal motivo, al carecer de veterinario, se necesitaban personas expertas en materia sanitaria animal, con el fin de cuidar de estos citados animales de carga.

A estas personas, que hacían las veces de veterinarios, se les llamaba:
Maestros Herradores ó Albéitar ya que, al tener que cuidar los herrajes de estos animales de carga, iban conociendo los padecimientos de sus enfermedades, la evolución de las mismas y el tratamiento que les hacían las gentes qué, aunque no eran especialistas en veterinaria, si manejaban con discreta soltura, los padecimientos más comunes.

Estos albéitar, debían tener conocimientos similares a los veterinarios con título, pero, estos certificados acreditativos se otorgaban en la Corte a las personas de más abolengo, que no coincidía casi nunca con los más expertos. Así las cosas, en los pueblos pequeños no existían veterinarios con título de la Corte, por lo que se tenían que hacer cargo los herradores cuyo único aval consistía en hacer uso del oficio que habían adquirido al lado de otros herradores y de su propia experiencia. Como es lógico, los había que eran grandes maestros pero, otros, se comportaban como charlatanes; resultando ser unos verdaderos farsantes.

En el libro “Historia de los Lugares”, se relata el memorial de los diputados de la Villa de Ulea, en el que se hace saber qué, en este municipio se nota la carencia de Maestros Herradores y Albéitar para poder tratar las enfermedades de las caballerías, teniéndolas que llevar a veterinarios de los pueblos vecinos, en busca de dichos maestros.

Ante esa tesitura, un miembro de la corporación municipal marchó al poblado de El Palmar en busca de un maestro herrador llamado, Cipriano Segundo Rojo que se comprometió a venir a Ulea.

Tres veces a la semana, además de acudir cuando ocurriera una emergencia en la sanidad de los animales de carga. Junto a él, como buen aprendiz estuvo durante seis meses, un ciudadano afincado en el pueblo, hasta qué se consideró que estaba capacitado para tal menester.

Este vecino descendiente de los pastores venidos de la comarca de La Albaida, de las familias Payá y Fuster, llamado Juan Pay Fuster (padre del cura. Juan Pay Pérez) qué, tras estar seis meses con el experto Cipriano Segundo Rojo y recibir de este sus enseñanzas, asumió la responsabilidad del cargo, asumiendo las tareas como Maestro Herrador y Albéitar de los animales de carga de Ulea.

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