POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Tenía ganas de escribir de este tema de nuestros mercados, de los de antes y los de ahora. Estaba yo en una tertulia entre amigos, con unos vinos de ribera y verdejos, unos buenos amigos y tiempo sin medida. Una tertulia animada en la que tocamos muchos temas. Temas de tratantes en eso de la ganadería y la agricultura, en fin, de los mercaderes del agro, de hoy y de siempre, y otros temas históricos, estaba el Cronista…
¡Cuánto ha cambiado esto! bueno, como otras muchas cosas, pero en este caso parece que resulta aun más sorprendente.
Verán. Entre tema y tema de conversación, sus modernos móviles de última generación, esos que además de ser lo que aparentan, son verdaderos ordenadores, amplísimos archivos de consulta y mil cosas más, suenan o son consultados. Estamos en horario de mercado semanal, los tradicionales mercados que en Arévalo son los martes, herederos de otros tiempos. Mercados venidos a menos, hoy es impensable el traslado de los ganados, como se hacía antes, que si el ganado no se vendía, tenía que regresar de nuevo a sus cuadras, que ahora son modernas naves casi climatizadas.
Ya “no se ponen” esos mercados de los más diversos productos que durante siglos fue la mejor manera de hacer llegar ciertos productos, o de dar salida a las producciones locales y las de nuestras huertas, en su corta temporada. Ahora son sólo “mercadillos” como en todas las partes, sobre estandarizados y muy acotados.
Me hablaron de las lonjas, las que hoy ponen precios al mercado, un mercado globalizado. Mérida y Salamanca en el cerdo ibérico, Lérida y Segovia en el blanco, Zamora y Segovia en el cordero, igual para el ganado vacuno… Se recordó cuando nuestro mercado de cereales y legumbres marcaba precios nacionales, por su producción y por ser un mercado aglutinador en medio de la meseta. Por eso existieron de seis a ocho grandes exportadores desde la llegada del ferrocarril a las primeras décadas del siglo XX.
Les comente el alcance nacional de los aranceles a la exportación que perjudicó a todo lo nuestro, un documento estremecedor del estado de la cuestión, del año 1890.
Ya nada es igual. Hoy los modernos profesionales, equipados con aparatos de última generación, están conectados en directo con la realidad nacional e internacional, saben los últimos movimientos del mercado, el origen más adecuado o comercial de los diversos productos y el alcance de ciertos movimientos lejanos, pero que repercuten y afectan, aquí y hoy, ahora mismo.
Y todo esto, profusamente ilustrado con propiedad, con conocimiento de datos de los movimientos de las tierras de nuestra comarca y muchas más, de las pocas fincas “grandes” de nuestro agro y de las pequeñas. En fin, nuestro mercado semanal hoy… Y todo ello, digo, con un fondo que ni pintado, tenemos detrás de nosotros un cuadro decorativo del local de marras, una espectacular y antigua fotografía del mercado de ganados en el Teso Nuevo arevalense, esas fotos en las que aún podemos ver esas interminables filas o hileras de ganados, los de carga, los de leche, los de carne, mular o vacuno, el lanar, con los embarcaderos que tanto nos llamaban la atención. Y el de cerdos, éstos hasta que llegara la peste porcina africana que prohibió este sector y con ello desapareció. Yo aún recuerdo de niño, cuando volvíamos del colegio, los martes rodeábamos un poco para pasar por el Teso de los ganados y el de los charlatanes, o los vendedores de canciones, o de ungüentos mágicos… siempre los martes llegábamos tarde a comer, los mercados nos embobaban. Fotografías que son el testimonio de aquellos emblemáticos mercados… la vocación comercial de mi ciudad.