La villa cacereña comenzó a expandir su actividad más allá de las murallas a medida que se alejaban las guerras por el territorio. Según María del Mar Lozano Bartolozzi, catedrática de Historia del Arte, los portales de la plaza surgieron en la Baja Edad Media como consecuencia de la expansión demográfica extramuros. «Desde principios del siglo XIV, la actual plaza Mayor aparece como lugar dedicado a la feria y al mercado, pero fruto de su evolución, pareja a la ciudad, se acabó convirtiendo en foro de otras muchas actividades como ajusticiamientos, autos de fe, justas, fiestas taurinas, festejos o proclamaciones. En sus alrededores se alzaban pequeños portales de madera que se irían convirtiendo en edificios de fábrica con el paso de los siglos», explica Fernando Jiménez Berrocal, responsable del Archivo Histórico Municipal.
Desde el siglo XV, cuando ya existe constancia histórica de la presencia de comerciantes judíos con sus mercancías en las edificaciones más próximas a la muralla, hasta el mismo siglo XX, dichos portales fueron el auténtico centro comercial y de servicios de Cáceres. Allí estaban los panaderos y los escribanos, el correo y el calzado. Tal es así que se les identificaba en muchos casos por el nombre de los oficios que en ellos se desarrollaba (Portal de la Botica), o por el de la familia que ocupaba el edificio superior (el Portal de Pérez Córdoba), o por el de alguna característica peculiar (el Portal del Relox).
El Consorcio Cáceres Ciudad Histórica recuperará ahora la memoria de los portales, y lo hará a través de un original proyecto que devolverá los rótulos a sus lugares. Porque muchos de ellos tenían sus propios azulejos de época que los identificaban. Hoy solo queda uno en su lugar primigenio, el Portal del Pan, correspondiente a la primera colección de rótulos que tuvo Cáceres en el siglo XVIII. El Consorcio los reproducirá tal cual para que vuelvan a informar a ciudadanos y turistas de la ingente actividad que llegó a alcanzar la plaza, auténtico epicentro de la villa durante siglos. La iniciativa, que partió de una idea del concejal no adscrito Teófilo Amores, ya está en marcha.
El Portal Llano, el Empedrado Alto y el Empedrado Bajo eran los más comerciales
«Artesanos locales y técnicos del Consorcio Cáceres Ciudad Histórica trabajan en ello», señala el concejal de Patrimonio y Urbanismo, José Ramón Bello. «Tenemos bastante avanzada la recuperación de los rótulos de los portales históricos. La actividad de cada gremio se encuentra muy atestiguada y documentada, cada portal de la plaza lucía su rótulo en función de su contenido y todos volverán a recuperarlo con la grafía de la época (siglo XVIII), a semejanza del único que se mantiene, el Portal del Pan», indica el edil.
El proyecto se completará con una cartografía histórica y explicativa del conjunto de los portales, es decir, una gran ilustración en la misma plaza basada en un dibujo del año 1900 de la colección fondo Llabrés, que tiene digitalizado el Archivo Histórico Municipal de Cáceres. Gabriel Llabrés y Quintana fue un erudito mallorquín que ejerció como catedrático en la ciudad y que generó un fondo documental legado por su hijo al Ayuntamiento de Palma de Mallorca. Incluye un detallado gráfico (adjunto en esta página) que será el centro del cartel,_«donde cacereños y turistas podrán descubrir la actividad desarrollada en cada portal, y entender la plaza como un elemento histórico que ha ido evolucionando con el tiempo», destaca José Ramón Bello.
Quien ha facilitado, interpretado y documentado esta ilustración es el historiador Fernando Jiménez Berrocal, responsable del archivo cacereño (atesora fondos desde el Medievo) y Cronista Oficial de Cáceres. «Los portales han llegado a tener distintos nombres a través de los siglos, generalmente denominaciones populares, no escritas, que han pasado de una generación a otra por transmisión oral, incluso algunas se han perdido. Aprovechando la ilustración de Llabrés, recogemos los nombres más comunes y tradicionales que aparecen en los documentos históricos, en algunos casos más de uno», detalla.
CARACTERES AZUL COBALTO SOBRE FONDO BLANCO
- Los rótulos que volverán a instalarse en los portales de la plaza Mayor serán una reproducción de los primeros que tuvo Cáceres, encargados a un alfarero de Talavera de la Reina por la Real Audiencia de Extremadura en 1872. De aquellas 214 piezas para las calles cacereñas aún se conservan once, nueve de ellas todavía en sus enclaves originales. Uno es el Portal del Pan, el único de la plaza que mantiene su referencia gráfica ‘in situ’, situado justo a la derecha nada más salir de Pintores.
Entre la citada calle Empedrada y el final de la plaza se situaban otros dos tramos con su identidad: el Portal Empedrado Alto y el Portal Empedrado Bajo. «Eran de los más activos junto con el Portal Llano, porque en ellos se emplazaban distintos tipos de comercio», recuerda el responsables del archivo histórico.
Abajo, frente al ayuntamiento, y antes de la calle Gabriel y Galán, estaba el Portal del Correo, donde se situó durante largo tiempo la oficina postal. Fue además conocido por otras identidades, como Torremochano o Portal de Pérez Córdoba, ya que allí tenía su casa un antiguo alcalde de Cáceres.
Laberinto de ‘Zapaterías’
Entre Gabriel y Galán y la siguiente esquina de la plaza Mayor se ubicaba el popular Portal de la Zapatería, llamado así por lindar con la zona de un gremio potente que llegó a tener distintas vías: Zapatería Nueva (actual Gabriel y Galán), Zapatería Baja (primera parte de Muñoz Chaves), y la actual calle Zapatería (del Socorro a la plaza del Duque).
Todo el tramo desde la calle Arco de España hasta la subida del Arco de la Estrella fue conocido como el Portal del Relox, puesto que la Torre del Bujaco (durante mucho tiempo denominada Torre Nueva) albergó un reloj entre 1672 y 1791 que luego se trasladó a San Mateo.
Seguidamente, continúa Fernando Jiménez Berrocal, «estaba el Portal del Peso (allí se situó la báscula de pesaje), también llamado Portal del Salvador o Portal de San Benito según las distintas advocaciones del recinto religioso que allí se sitúa, hoy ermita de la Paz». Con el tiempo se cerraron estos portales, que hoy continúan clausurados por una reja, porque según cuentan los documentos históricos eran frecuentados por personas que no guardaban el decoro necesario al tratarse de un acceso a un edificio sagrado.
Algunos no existen ya, como el de la Carne o el de la Cárcel, fruto de la evolución de la plaza
Pasado el Arco de la Estrella se levantaba el Portal de la Botica, donde ha permanecido la Farmacia de Escribano hasta las últimas décadas. Más adelante, las casas que siguen hasta el Foro de los Balbos (donde se levantaba el antiguo consistorio), formaban un espacio sin portales bautizado como Atrio del Corregidor. Y para finalizar, los más recientes son los portales del actual ayuntamiento, inaugurado en 1869 sobre la casa de corregimiento.
Los continuos cambios en la plaza desde la Edad Media hicieron también desaparecer otros portales característicos como el de la Cárcel (junto al viejo consistorio) y el de la Carne. Porque la plaza Mayor se fue gestando «a partir de la evolución de la villa y de sus gentes», indica Fernando Jiménez Berrocal.
Y llegó la ilustración
Con el tiempo se vio la necesidad de organizar las ciudades para que dejaran de ser un laberinto de callejas, plazuelas y cuestas. El espíritu de la Ilustración impulsó una reforma que puso por primera vez rótulos a las vías. Se trata de un periodo muy documentado en Cáceres a través de estudios como los de Nuria María Franco Polo y Miguel Ángel Rodríguez Plaza. El encargo partió de la Real Audiencia de Extremadura a un artesano de Talavera de la Reina en 1792: se le pidió una remesa de rótulos con 214 nombres de calles y 1.515 números de viviendas.
Entre estos bellos azulejos cerámicos estaban los de Portal de Empedrado Alto, Portal de Empedrado Bajo, Portal de Torremochano, Portal Llano, Portal del Relox, Portal de la Zapatería o Portal del PAN, el único que se mantiene. Pronto todos los demás recuperarán el título que les dio la historia.