POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA).
“La arena suave, el mar sereno, las olas que acarician, la llanura cubierta de maíz”. Así fue como describió el escritor José Augusto Vieira el Pintoresco paisaje la playa de Apúlia, entre Póvoa de Barzim y Esposende, localidad a la que pertenece. Aquellos campos de maíz ya no están, pero sí han quedado los bellos molinos de viento que lo molían. Construidos en piedra y granito, antaño se colocaron al margen del océano para aprovechar sus poderosos vientos y ahora sirven de alojamiento rural para turistas, embelleciendo la postal de esta playa del norte del país.
El litoral de Apulia, con el aliciente de su bahía salpicada por esos molinos de viento, ya sin aspas, ordenados frente a la costa hace de este lugar algo mágico, en una costa que hace años se dedicara al pescado y la sal, actividades que eran el eje de la economía local.
Sus molinos desafían los vientos del océano y hoy, rehabilitados, buscan nueva vida tratando de adaptarse a la creciente demanda de viajeros que van y vienen. Un lugar para soñar…
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