LOS MOLINOS HARINEROS DE ALGAR DE PALANCIA
Jul 26 2020

POR JOSÉ CATALUÑA ALBERT, CRONISTA OFICIAL DE ALGAR DE PALANCIA (VALENCIA

Vista de Algar, con la fábrica de harinas en primer término (1976).

Los molinos se conocen en la Península Ibérica desde el siglo I d.C. Más adelante, en el siglo XIII, existieron bastantes molinos hidráulicos en el Al-Andalus. Así denominaban los musulmanes al territorio conquistado por ellos en España. La mayoría de dichos molinos, tras el avance de las tropas cristianas hacia el Sur, fueron controlados por los reyes conquistadores, para asegurarse así una buena fuente de ingresos.

Precisamente, fueron los intereses de los monarcas y también de los señores, incluida a la iglesia, en tierras de vasallaje, los que motivaron que los molinos, durante varios siglos, tuviesen un crecimiento limitado por razones de competencia.

El historiador valenciano Marc Ferri Ramírez señala que, ya en el siglo XIX, el nuevo marco jurídico iniciado por la monarquía del borbón Fernando VII y la abolición del monopolio sobre la moltura, propició un aumento de los establecimientos en la comarca valenciana del Camp de Morvedre, a la que pertenece, como se sabe, Algar de Palancia. Pese a la oposición de los antiguos propietarios de los derechos monopolísticos, se concedieron un bueno número de licencias para la apertura de nuevos establecimientos molineros en las primeras décadas del siglo XIX, lo cual dio lugar a una no poca cantidad de conflictos.

Según Marc Ferri, el incremento del número de molinos fue constante en esta época en la Acequia Mayor de Sagunt. En 1843 había 25 molinos en dicha acequia, lo cual creó un grave problema en la organización del riego de los municipios que se servían de la misma. En palabras del “Sequier Major”· (acequiero mayor) “los 25 molinos que se cuentan en ella, entre ellos los dos de Algar, formando otros tantos diques en los remansos absorven todo el caudal, consumiéndose en el cauce, y frustrando las esperanzas del labrador”. El problema, desde siempre, se debía a la perturbación que creaban para la distribución las distintas paradas al retrasar la bajada de las aguas para el tandeo, consistente en repartir el agua de riego de forma alternativa o por tandas.

Los primeros molinos harineros fueron, pues, los molinos hidráulicos o molinos de agua en sus diversas modalidades, los cuales, desde muy antiguo, aprovechaban la fuerza motriz del agua de los ríos, acequias, etc. La mayoría de los molinos harineros estaban compuestos por una rueda o turbina que desencadenaba un proceso para moler cereales y obtener así la harina necesaria para el consumo.

Para evitar los conflictos que pudieran surgir entre los regantes de la Acequia Mayor de Sagunt y los molinos que se servían de las aguas de la misma, tanto las Ordenanzas de 1898 de dicho organismo, como las actuales de 1996, regulan o establecen las condiciones para el uso y aprovechamiento de dichas aguas por parte de los molinos (aunque en la actualidad, prácticamente, ya no existe ninguno):

En ningún molino de la acequia podrá hacerse más represa de aguas que hasta la elevación concedida en su establecimiento, o en su defecto, la que ahora marquen dos peritos facultativos, para que no perjudique a los cajeros ni a los campos o caminos, en inundaciones o rompimientos, ni pueda sustraerse furtivamente el agua. Todo molino tendrá hasta dicha altura un derramador de mampostería con su parte superior de piedra de sillería y forma de cuchillo, sobre el cual no se pondrán piedras, ni otra cosa que aumente la represa. El cauce para el agua que salte por los derramadores, estará dispuesto en la misma dirección de la acequia, para que ingrese inmediatamente en ella, evitando toda tortuosidad; sus paredes serán también de mampostería, y de tal solidez que no pueda sustraerse la más pequeña porción de agua. Los contraventores serán castigados con la misma pena que la señalada para las usurpaciones del agua.

El político español Pascual Madoz (1806, Pamplona-1879, Génova-Italia), autor del Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, más conocido como Diccionario Madoz, enumera 27 molinos harineros en la Acequia Mayor de Sagunt que, en 1879, descendieron a 23. En Algar, según Madoz, había dos molinos harineros.l

Al hablar de los dos molinos harineros de Algar, nos tenemos que referir necesariamente al Molí dels Frares o Molí de la Senyoria y al Molí de Dalt.

El Molí del’s Frares o Molí de la Senyoria

El Molí dels Frares o Molí de la Senyoria es el más antiguo del que tenemos noticia en Algar. Ignoramos si, en la llamada villa romana de l’Aljub d’Alfara, existió algún tipo de molino, siquiera rudimentario, aunque por los indicios y los restos encontrados no hay que descartarlo.

Este molino se construyó en el siglo XVI, siendo Algar entonces de población exclusivamente musulmana, si bien bajo el dominio pleno y vasallaje cristiano de la Orden de la Merced, propietaria del molino, cuyo Padre General ostentaba, desde 1471, el título de Barón de Algar y Escales.

La constatación de la existencia del citado molino de harinas se contiene en dos documentos.

Por una parte, Saturnino Arocas Franch, en su libro editado en 1945 por el Ayuntamiento, titulado Datos históricos de Algar de Palancia, nos dice:

Con idea de utilizar las aguas de la Acequia de Sagunto con fines distintos al de riego, fue desviado su curso y formado un pequeño salto de agua al lado del pueblo. Allí se construyó en el siglo XVI un molino de ruedas y de una sola muela, al que posteriormente fue añadida una almazara, que, aprovechaba asimismo el agua de la citada acequia. De esta manera el pueblo se hizo independiente en la producción de harina y aceite de que era tributario de los pueblos de alrededor.

Por otro lado, y como una prueba documental de primer orden que acredita la existencia de este molino en la referida fecha, merece destacarse que en los Capítulos de población para los Vasallos de la Baronía de Algar, para los nuevos pobladores cristianos viejos, tras la expulsión de los moriscos del reino de Valencia en 1609, dados por Fr. Felipe de Guimerá, Barón y Señor de dicha Baronía, como Padre

General de toda la Orden de las Mercedes y Redención de Cautivos cristianos, se establece lo siguiente (respetamos el texto literal y el valenciano en que está escrito:

Que nosaltres dits pobladors, y los que per temps serán no pugam ni puixen fer Hostal, comprar teverna, ni piló de tallar Carn, fer Forn algun de coure Pa, encara que fos pera usos nostres, y dels nostres succesors, ni Molí, ni Almasera, en lo dit Lloch y Baronia, en son terme; perque totes aquelles regalies han de estar y resten reservades pera el ditb Senyor, y sos succesors. Y… sian y sien tenguts sota pena de seixanta sous per cascuna vegada que es contrafará…

Que si algú dels nous pobladors viciosament y sens causa llegítima anar amoldrer a qualsevol Molí de fora de dita Baronia encorrega en pena de seixanta sous, ademes de pagar lo dret de moltura, com si haguera fet moldre en dit Molí, y si cas fos portasen farina pera vendre fora de dita Baronia, y que pera sa casa ni puguen portar farina de Aragó sino tan solament dos cafisos, sots pena de seixanta sous, los quals se hajen de repartir en esta forma, la tercer per al acusador y les dos pera la Señoria, y el dret de la moltura pera el Moliner… Així mateix lo netechar, escurrar y conservar la Cequia del Molí vinga a carrech dels veins de dit lloch y Baronia.

Es decir, que todo estaba bajo el férreo control del barón y señor de Algar.

En el buen funcionamiento del molino jugaba un papel importante el molinero, ya que tenía que cuidar y poner todo su empeño e ingenio para obtener buena harina, pues de lo contrario, si el molinero no conocía bien su oficio, no podía conseguir una harina de calidad. Por otra parte, como el sistema de molienda en esta época se servía del uso de muelas de piedra, estas tenían como unas ranuras y una especie de rugosidad que, debido a la acumulación de harina húmeda, hacía necesario rehacer el estado de la superficie de las mismas, pues, como se decía, “la mola menjava” (la muela comía), haciéndose indispensable proceder al “repicat de les moles” (repicado de las muelas), trabajo que normalmente llevaba a cabo un “picapedrer” a las órdenes del molinero.

Precisamente, en el año 1638, los vecinos de Algar, ya pobladores cristianos como sabemos, se quejaron de la ineptitud del molinero Francesc Antoni, contestándoles el Maestre General de la Merced que “ les da lugar para que ellos busquen otro, al cual se le dará el molino con su arrendamiento, si por el diere lo que fuere raçon y mientras le buscan se le encarga al dicho Francisco Antoni que ponga todo su cuidado y haga buena harina”.

El Molí dels Frares o Molí de la Senyoria tuvo una larga existencia como propiedad de la Orden de la Merced hasta la desamortización de los bienes de las órdenes religiosas, decretada por el gobierno español en los años 1835 y siguientes, siendo regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, viuda de Fernando VII y madre de Isabel II, desamortización que tuvo importantes consecuencias para la economía española, no exentas de debate y polémica.

Tras la citada desamortización, este molino fue adquirido y pasó a ser propiedad de Alonso Dasí, vecino de Algar. Posteriormente, el molino lo heredó el también vecino de Algar Ramón Lorente Dasí. Durante unos años, fueron arrendatarios del molino la empresa Escrig y Notari y José Martínez Eres y, en su última época, fue regentada por los propios herederos de Ramón Lorente Dasí, constituidos en la empresa Lorente y Cía. S.L. En 1936 se colectivizó la producción hasta 1939.

Sèquia del Molí dels Frares.
Salt d’aigua del Molí dels Frares.

Gracias, entre otras, a la información que nos ofrece el antes citado Marc Ferri Ramírez, en su libro Catàleg General del Patrimoni del Camp de Morvedre, podemos destacar las características más importantes del Molí dels Frares en tiempos modernos.

El molino era un edificio que llegó a contar con una planta baja útil de 700 metros cuadrados, dos pisos, cada uno de ellos de 900 metros cuadrados, en los que se incluían almacenes y zonas de carga, y de un cobertizo de 200 metros cuadrados. A ello había que añadir un huerto anejo de 200 metros cuadrados y un salto de agua de 7 metros de altura, con dos turbinas que desarrollaban una potencia de 65 H.P. y un motor auxiliar de 60 H.P. Más adelante fue necesario conectar con la red general.

El molino se constituyó como fábrica en 1885 y sufrió varias renovaciones en 1905 y 1912 para adaptarse a la demanda creciente. Los cambios incluyeron la importación de maquinaria suiza en sustitución de las muelas de piedra tradicionales. Las nuevas muelas, ocho máquinas dobles de la marca “Wzuil”, con cuatro rodetes cada una, equivalentes a dieciséis muelas tradicionales, funcionaban pisando el grano con sus rodetes estriados de acero macizo. La organización de la fábrica y, muy especialmente, los materiales con los que estaba dotada, recuerdan las fábricas similares de la Europa central dada la abundancia de madera.

Maquinaria de la fábrica de harinas (antiguo Molí dels Frares).

Este molino, convertido ya en una auténtica fábrica de harinas, tuvo momentos de una gran intensidad en cuanto a su actividad productiva. Se llegó a trabajar 24 horas al día, en dos turnos de 12 horas, con paradas de tres días al año solamente. En los últimos años en que permaneció activa sus principales proveedores eran tanto del interior como Teruel, Zaragoza y Cuenca, como del exterior como Canadá y Argentina. Sus principales clientes procedían de las comarcas del Camp de Morvedre, el Alto Palancia y La Plana de Castellón. Hubo unos años en que, excepcionalmente, se exportó harina a Egipto, durante el gobierno de su presidente Gabal Abdel Nasser.

Desde el punto de vista social conviene destacar que la fábrica dio ocupación a varios trabajadores fijos de Algar, entre ellos también a algunas mujeres encargadas del remiendo de los sacos, así como a trabajadores temporeros en las épocas de mayor actividad. En los años de buen funcionamiento y rentabilidad, era patente su dinamismo, con la continua carga y descarga de trigo y harina, siendo constante el trasiego de caballerías, carros y camiones en torno a la misma.

De la importancia de esta fábrica dan testimonio dos hechos. El primero de ellos tiene relación con la estación del ferrocarril central de Aragón, sita en Algar, en la que se construyó, a principios del siglo XX, un apartadero de uso exclusivo para la carga y descarga de aquella. Y el segundo se refiere a que, en la ubicación de la construcción del actual puente sobre el río Palancia, jugó un papel importante la necesidad, entre otras, de contar con buenas comunicaciones que tenía la fábrica de harinas de Algar, quizá, en sus tiempos, una de las más importantes del territorio valenciano.

Lamentablemente, por una serie de circunstancias, y también con motivo de la aplicación de los planes del gobierno español de reconversión del sector harinero, la fábrica de harinas de Algar atravesó una fuerte crisis económica, viéndose en la necesidad de instar ante la autoridad laboral, el día 23 de agosto de 1968, un expediente de reestructuración de plantillas o de crisis (actualmente se conoce como expediente regulación de empleo-ERE- o, después de la pandemia del COVID-19, ERTE), solicitando la extinción de los contratos de trabajo de todo su personal y el cierre definitivo de la misma como centro de trabajo, autorizando dicha solicitud el Delegado Provincial del Ministerio de Trabajo en Valencia, mediante resolución administrativa de 30 de septiembre del mismo año. Y este fue el final del antiguo Molí dels Frares. Pero, como las desgracias, se dice, no vienen solas, el edificio sufrió un aparatoso incendio en 1998, quedando totalmente en ruinas.

Lo que posiblemente era, según Marc Ferri, el mejor resto industrial del Camp de Morvedre, ha desaparecido. Como alguien también ha dicho, la conservación de la maquinaria tan peculiar, reflejo de los inicios de la industrialización de principios del siglo XX, con su salto de agua, junto a una edificación característica valenciana, constituían un patrimonio histórico que, si hubiera sido recuperado como producto turístico, hubiera podido ejercer de impulsor de una zona que se encuentra en un enclave de transición entre la oferta turística y la oferta de montaña del Alto Palancia y el Alto Mijares.

Las personas que, como es el caso del cronista que suscribe, nacimos, nos críamos y jugamos a su sombra, recordamos con nostalgia la fábrica de harinas, el antiguo Molí dels Frares o Molí de la Senyoria.

El Molí de Dalt

En cuanto al segundo de los molinos harineros de Algar, el Molí de Dalt, no poseemos demasiada información, pero vamos a referirnos brevemente al mismo.

Este pequeño molino, hoy en ruinas por su abandono y por el paso del tiempo, se hallaba situado al lado de la Acequia Mayor de Sagunt, en la ribera derecha del río Palancia, a un kilómetro escaso del Azud de Algar y muy próximo al casco urbano del municipio. Fue construido por el vecino de Algar, Alonso Dasí, quien después adquirió también el Molí dels Frares o Molí de la Senyoria, y por el vecino de Vall d’Uixó, José Beltrán, en el año 1814, a finales de la Guerra de la Independencia o Guerra de los Franceses.

Este molino aprovechaba las aguas inmediatamente después del partidor, encontrándose a un nivel a la “Sèquia d’Algar”. El molino fue construido aprovechándose sus dos propietarios de la libertad que concedió el gobierno a lo largo de la Guerra de la Independencia.

Dicho molino fue causa de algún que otro conflicto. En su primer año de funcionamiento, los usuarios del Molí dels Frares, también llamado el “molí de baix” (molino de abajo), denunciaron al barón de Algar y alcalde que los dueños del Molí de Dalt, al utilizar toda el agua que necesitaban para ponerlo en funcionamiento, dejaban seca la acequia con la que el pueblo se surtía, perjudicando también el buen funcionamiento del Molí dels Frares. El barón de Algar tuvo que intervenir y, en el año 1816, solucionó el problema concediendo a cada uno de los molinos la cantidad de agua acorde con el impuesto que pagaba. Teniendo en cuenta que, entre todas las industrias de la acequia, pagaban por ciento cuarenta y seis hanegadas y el molino nuevo solo por sesenta, se repartieron las aguas en proporción, quedando desde entonces el Molí de Dalt relegado a un segundo término.

Algunos pocos datos más, no exentos de interés, sobre el Molí de Dalt nos los ofrece la arqueóloga Manuela Raga Rubio, en su importante trabajo encargado a la misma por el Ayuntamiento de Algar titulado “Catálogo de Espacios y Bienes Protegidos (Plan General de Ordenación Urbana de Algar de Palancia)”. Según Raga Rubio, el molino, ubicado en la Huerta de Abajo, Partida del Salt, Arenal, 1, ofrece un pésimo estado de conservación del conjunto, que hace difícil la toma de datos, si bien se observa el edificio principal de mampostería de cantos de rodeno trabados con mortero de cal que ha perdido prácticamente en su totalidad el revestimiento, con alguna división interna hundida, así como toda su techumbre. Por su parte posterior oeste, entre la vegetación, se aprecia el punto en que se abre un ramal de la Acequia Mayor de Sagunt hacia el molino, hacia lo que sería la zona de muelas, Frente a este edificio se sitúa uno más pequeño, de planta cuadrangular, también muy mal conservado, que sería un área de actividad secundaria asociada a la actividad de la molienda. En la fachada principal del edificio(este) se observa bien conservada la salida del arco del infierno, construido en bóveda de medio cañón, también de mampostería de lajas de rodeno trabadas con mortero de cal.

Ruinas del Molí de Dalt.

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