POR GABRIEL SEGURA HERRERO, CRONISTA OFICIAL DE ELDA (ALICANTE)
De sobre es conocido, gracias a la prodigiosa memoria de Emilio Castelar, que la villa de Elda celebró Moros y Cristianos al menos desde 1839-1840 sino antes. Pero lejos quedan los recuerdos de aquella pequeña Elda agrícola, de apenas 4.328 habitantes, que empezaba el año 1877 y se preparaba para la celebración de los Moros y Cristianos con motivo de la festividad de San Antón.
Conocido es como, tras la celebración del día de San Antón, el 17 de enero, se procedía durante los tres días siguientes, pero especialmente los dos primeros a la celebración de la Fiesta de Moros y Cristianos. Un testigo anónimo, pero bajo cuya diestra pluma adivinamos descubrir al erudito Lamberto Amat y Sempere, nos legó una crónica periodística de excepcional belleza e enorme interés histórico y festero, que, sin mas palabras, ahora reproducimos íntegramente para deleite de festeros y amantes de la historia de Elda:
«Sin dejar de realizarse la tradicional (fiesta en honor a San Antonio Abad), tal como viene haciéndose desde siglos, tiene efecto al mismo tiempo la de moros y cristianos en la cual se emplean tres días, que se pasan como una hora, deliciosamente… se practica con mucho lucimiento.
Vistosas comparsas de moros y cristianos, figurando entre éstos las de catalanes, aragoneses, romanos y marinos, con brillantes y costosos trajes apropiados a la época que representan, los jefes, abanderados y pajecillos montados en briesos y muy bien enjaezados caballos y dos numerosas músicas, hacen su entrada a las diez de la mañana del primer día en la población; por la tarde simulan en el alto de San Miguel la función de guerra en que quedan vencedores los moros; al anochecer y acompañando al reverendo clero, trasladan al santo desde su ermita a la Iglesia; al siguiente día asisten a la misa y panegírico de San Antón, concluido le devuelven a dicha ermita; a seguida paseo militar por las calles principales; en la tarde se repite el lance guerrero en que la definitiva victoria corona a las huestes cristianas; y el último día, la misa de gracia, a que concurren todos con sus uniformes y músicas; terminada, eligen capitanes porta estardantes, embajadores, etc. para el año inmediato; y después pasean hasta el medio día, sino es todo él, siempre alegres y bulliciosos.
Sabido es, que en tres día, particularmente los dos primeros, el lujo, el lucimiento, la grandeza de los festeros consiste en quién de ellos ha hecho más fuertes disparos de arcabuz, y dicho se está, que han tenido constantemente atronada a la población, como en continuo movimiento las paredes, rotos no poco cristales de puertas y ventanas, los oídos del próximo doloridos, y muchísimas personas del sexo bello en perpetua excitación nerviosa.»
Según el diario “El Constitucional” (1877), “… las fiestas de moros y cristianos que se celebran hoy en Elda, nada dejarán que desear por su esplendidez a los aficionados a este clase de espectáculos.
Son muchos los forasteros que han acudido al referido pueblo, a extasiarse con el estridente ruido de las descargas de los arcabuces de aquellos moros y de aquellos cristianos.»
Juzgue el lector el sumo interés de estas notas periodísticas que nos permiten conocer las fiestas de Moros y Cristianos que la villa de Elda celebró en honor a San Antón por aquel lejano año de 1877. Hace la friolera de 147 años.