REPORTAJE SOBRE ALFONSO ROVIRA MARÍN, CRONISTA OFICIAL DE ALZIRA (VALENCIA)
Una memoria privilegiada y un testigo de la historia valenciana de las últimas décadas. Pocas personas en la provincia de Valencia conservan su lucidez para recordar lo que pasó. Lo bueno y lo malo. Pero, por desgracia, el periodismo ha de contar las tragedias. Alfonso Rovira Marín ha vivido tres de las que se estudiarán en el futuro: la riada de Valencia de 1957, la rotura de la presa de Tous que afectó a la Ribera en 1982 y ahora, esta DANA del ya fatídico 29 de octubre de 2024. Las tres siempre en un mes de octubre.
Rovira apenas llevaba dos años trabajando en la emisora de la Cadena Ser en Alzira. Aunque nacido en la localidad murciana de Caravaca de la Cruz en 1931, con apenas tres años llegó hasta la capital de la Ribera Alta, ciudad que ya no ha abandonado. En octubre de 1957, junto al locutor Ismael Mascarell se mantuvieron «expectantes toda la noche por si el río se desbordaba. El arroz estaba en los secaderos y había preocupación por que se echara a perder». Esta primera tragedia de grandes magnitudes que vivió apenas afectó a su área de influencia pero estuvo alerta toda la noche por si tenía que informar. Siempre al pie del cañón.
Esos días y esas semanas lo dio todo por informar. Con un ritmo que muy pocos podrían seguir. Movió cielo y tierra para poder emitir, en un momento en el que los transistores eran el vehículo perfecto de transmisión de las noticias. Él mismo fue testigo del momento más temido y recuerda las palabras fatídicas que pronunció un teniente de la Guardia Civil de Carlet: «En estos momentos revienta la presa». El pantano de Tous se resquebrajó y arrojó miles de litros de agua sobre una comarca que aún hoy recuerda con señales en los edificios que indican que hasta aquí llegó la riada.
La radio se convirtió en 1982, el año del Mundial de España, en el ‘Estoy bien’ de las redes sociales de la actualidad. «Tenía colas de gente que querían hablar por la radio para decir que estaban bien y que sus familiares los pudieran escuchar», recuerda. Los alcaldes, por supuesto, también pasaron por el micrófono de Rovira y realizaron peticiones y emitieron quejas por sentirse abandonados que resultan desgraciadamente muy parecidas a algunas que se han escuchado en los últimos días por parte de otros primeros ediles con respecto a esta DANA.
Pero, además de la labor estrictamente informativa, el aún hoy incansable periodista, con 93 años a sus espaldas, también tenía tiempo para ayudar a los que más lo necesitaban, damnificados que, desgraciadamente, hoy vuelven a recorrer las calles con mirada perdida y ojos cansados. Son otros pero son los mismos. Él mismo conducía en busca de los camiones que traían alimentos desde la localidad de Tavernes y los guiaba para que la ansiada comida llegara hasta sus vecinos. Esto provocó que el día en que estaba en una cola para repostar gasolina para su vehículo, un comandante del ejército le dijera al responsable de la cuba: «A este señor le pone gasolina el primero». Su ingenio no tenía fin: «Fui a un bar, pedí una botella de plástico» y creó un embudo para poder echar el combustible en su coche.
Ahora, en 2024, Rovira ya lo ve todo como un testigo privilegiado, con ganas de seguir conociendo lo que pasa. Con evidentes paralelismos con el pasado. A sus 93 años confiesa que ver los efectos de la DANA por televisión, que tampoco han dejado unas graves consecuencias en su Alzira, le han despertado viejas sensaciones: «Todos esos trastos acumulados en las calles llenas de barro me traen recuerdos del 82». Confía en que ahora todos puedan ir recuperándose poco a poco: «Saldrán adelante pero costará». Como hizo Alzira y la comarca de la Ribera en 1982. Unas palabras a las que hay que prestar atención.