LOS PAJARICOS SUELTOS
Sep 26 2022

POR ANTONIO BARRANTES LOZANO, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DE LA SERENA (BADAJOZ)

Ahora como viene ocurriendo todos los meses de septiembre, los niños vuelven a la Escuela. Hoy me he cruzado con un grupo de ellos y me han traído a la memoria aquellos años cuando yo principiaba en las letras. Años difíciles, todavía en algunos chineros se guardaban restos de lo que fueron las cartillas de racionamiento. Es tanta la distancia en el tiempo y en la forma que resultaría baldío comparar una escuela con la otra. No es el caso, aunque ambas tangan algo en común. La escuela siempre ha sido el reflejo del tiempo y la sociedad de su momento.

Todos de nuevo; con sus mochilas repletas, con ilusión y no sé si con sus cabezas también repletas caminaban a su escuela. Al verlos me ha venido a la memoria unos versos del murciano Vicente Medina, que como diría nuestro recordado poeta Luis Chamizo, aprendí «cuando nuevo». «No mandes a los nenes a la escuela /Porque no la han abierto / y está, si el Señor no hace un milagro,/ cerraica pa` tiempo…»

El secreto para que estos versos me lleven a aquellos gozosos años de mi escuela es difícil de descifrar, será, como les pasa a muchos, los años de la infancia vuelven con sus mejores recuerdos, evocarlos a mí mismo me sorprenden; quizá fue ver esas mochilas que hoy portan los niños, libros, cuadernos trimestrales, estuches y algún que otros artilugio electrónico me hicieron pensar en lo livianas que llevábamos las carteras los niños de mi tiempo. Una pizarra, sí pizarra de pizarra, con su trapo en el ojal, un cuaderno de dos rayas, un plumín… y poco más. Ah!. Se me olvidaba, las más chicos, su cartilla «Rayas», con la que un montón de generaciones aprendimos las primeras letras, basadas en un método que hoy llaman silábico, el de « la m con la a ma» o «la t con la e te». Los mayores, mientras iban cogiendo soltura en las cuatro reglas, cargaban con la enciclopedia, estratificada en grados, que es lo que la Ley exigía.

¡Ah! La Enciclopedia, que bien estaba estructurada como compendio de todos los saberes. Luego hablaremos de la enciclopedia.

En Villanueva había dos edificios dedicados a escuelas. El edificio del Cristo, próximo a La Laguna y el de la Cruz del Río. Este más moderno, se construyó en la época de Primo de Rivera, a finales de los años veinte del pasado siglo. El mismo presidente del Gobierno se acercó a Villanueva a su inauguración, por eso se llamaba de «Primo de Rivera». «El Cristo», era más antiguo, aquí cuando se aplica un comentario peyorativo a la edad de una persona, se le dice que es más viejo que la «Escuela Cristo». El edificio fue un antiguo hospital para los pobres de la ciudad, más tarde allí se instaló «La Venerable Orden de La Escuela de Cristo», que era una institución religiosa, de ahí viene su nombre. El edificio, después de hacer estas y otras funciones se utilizó como escuela.

El concepto de aula no se utilizaba, cada espacio se nominaba con el nombre del maestro que lo regentaba, así escuela de D. Atanasio, D. David, D. Luis o Doña Matilde…También había maestras que ejercían en sus casas, Doña Victoria o Doña Sacramento, y allí impartían la docencia. Las autoridades lo consienten, sabedores de las dificultades para dotar de edificios que acogieran a toda la población escolar y así lo recogía la propia Ley. Eran las escuelas llamadas de balde que es a la íbamos la gran mayoría.

Comodidades

Lo que hoy llamamos dotación o sea: calefacción, ordenador, pizarra electrónica o calculadora, para los escolares de mediados del siglo pasado y bastante posteriores le escuela era algo más austera. Un edificio con alguna ventana, a la que casi siempre la faltaba algún cristal y que invierno se remediaba con un cartón, un brasero de picón, una pizarra amplia, eso sí, incrustada en la pared central y a los lados colgaban varios mapas: de España, Europa, América… Todos reversibles. Por un lado político por el otro físico. Como estaban frente a nosotros, en nuestras distracciones leíamos las provincias de España, ¡con qué alegría descubrimos que Badajoz era la más grande!, el Mulhacén, orgullo de pico, el más alto de la Península, de la Península porque de España es el Teide, que en esto el maestro era muy exigente. Y así mirando durante todo el periodo escolar aprendimos de geografía y aprendimos los ríos de España, desde el Miño, que moría haciendo frontera con Portugal hasta el Turia y Segura que vierten sus aguas al Mediterráneo. Como en la clase convivíamos niños entre 6 a 11 o 12 años, el maestro con los mayores repasaba la geografía nacional y los demás, los pequeños de oír las indicaciones también aprendían donde estaba el Aneto, el macizo de la Maladeta, la Mujer Muerta o la sierra de la Demanda o Despeñaperros; otra de las ventajas de aquella escuela es que al ser unitaria, muchas actividades eran conjuntas, de chicos y grandes, como por ejemplo la tabla de multiplicar.

Los mayores, cantaban aquello de ¡cinco por cinco veinticinco!, a los demás, de oírlo, acaban sonándoles la música. No puedo poner en claro cómo se apañaban los maestros con tanta diversidad. Los recursos eran escasos, tan magros como el sueldo del docente que sus cuentas tendría que echar para mantener a su familia; pero sí, en aquella escuela prodigaba el milagro de aprender.

El sistema educativo primario estaba regulado por la Ley del 18 de julio de 1945. Que pretende «dotar de una sólida estructura administrativa a la noble misión de enseñar».

En el artículo 37, nos desgrana los grupos de conocimientos: Instrumentales, formativos y complementarios.

Dentro de los conocimientos formativos entendiendo estos los que constituyen la base de la Educación Moral e Intelectual, se especifica: La formación Religiosa, La Formación del Espíritu Nacional donde se incluye la Geografía e Historia, fundamentalmente de España, la Formación Intelectual y la Educación Física.

Y como estos contenidos había que organizarlos en « plan cíclico», de estructurarlos se encargó la enciclopedia. Una era llamada de «Dalmau Carles» que se quedó obsoleta cuando apareció la «Enciclopedia Álvarez», que se sigue reeditando para satisfacer a los nostálgicos.

Viendo sus ilustraciones conocimos a Indíbil y Mandonio y a Viriato, bravos caudillos hispanos, que lucharon contra los invasores defendiendo a su pueblo. La palabra Caudillo era una constante en aquella escuela, no general ni jefe, si no ¡Caudillo!

Mantengo en la retina un esquemático dibujo. Era Constantino, el emperador romano, y sobre el horizonte una cruz con una aureola «CON ESTE SIGNO VENCERÁS» y Constantino dejó de perseguir a los cristianos y su madre Santa Helena encontró la Cruz de Cristo. Y los Reyes Católicos y el Gran Capitán y Cristóbal Colón y Carlos I de España o V de Alemania y Felipe II, en cuyo imperio no se ponía el sol. Y la gloria de

nuestros Héroes Extremeños. La Historia la aprendimos con algunos saltos en el tiempo, «no serían interesantes», y culminaba en nuestros días realzando la labor oportuna de nuestro Caudillo, que presidía, en buen formato, la clase, a la derecha del crucifijo, la izquierda estaba reservada a José Antonio, al que se veneraba porque había sido asesinado y nos dejó su doctrina. Por eso algunas veces cantábamos el «Cara al Sol», aquella canción que no entendíamos muy bien cuando decíamos «imposible el alemán».

Como la enciclopedia convivía con nosotros varios años, nos familiarizamos con ella y sus gráficos se graban en la memoria, y leímos las biografías de españoles ilustres, como la de Isaac Peral o de Don José Mª Pemán, conmemorábamos el día del estudiante caído o el 20 de noviembre, y conocimos a D. Manuel Machado, en aquel poema tan emotivo: Nuestro mayor héroe, el Cid que pide agua a una pobre niña, que con lágrimas en los ojos se la niega por temor al rey, D. Rodrigo, todo un caballero, se apiada y manda a sus huestes continuar. «Polvo, sudor y hierro. ¡¡El Cid cabalga!!» Y por esto me aprendí el poema del murciano D. Vicente Medina, «Los pajaricos sueltos» y «El embargo» de Gabriel y Galán.

Y nos daban leche en polvo y queso de bola, gracias a los americanos y por aquellos años apareció el bolígrafo BIC, el gran avance tecnológico de la época, que como tal perdura y acabó desterrando al plumín y al tintero; aún así la nueva escuela tuvo que esperar.

FUENTE: https://villanueva.hoy.es/pajaricos-sueltos-20220924225557-nt.html

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