LAS PLAGAS DE LANGOSTA EN ULEA (XVII y XVIII)
Sep 26 2015

POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

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La plaga de la langosta obligó a la Corona a trasladar en procesión la reliquia de San Gregorio por toda España, según estudios de M. M. Zielinski.

En Ulea, hubo varios ataques de langosta en los campos de labrantío con sembradura de cereales, a finales del siglo XVII y mediados del siglo XVIII, que asoló los campos.

La famosa reliquia de San Gregorio, fue llevada en procesión por todos los campos murcianos damnificados ya que el santo, en el siglo XI, liberó a los lugareños de la primera plaga de langosta; de la que se tiene testimonio escrito.

Esta reliquia de San Gregorio es una máscara de plata, que cubre la supuesta efigie del Santo y que recibe culto en el monasterio de Estella en Navarra.

Según algunnos historiadores, se introducía la máscara del santo en un recipiente amplio, lleno de agua bendita; líquido que era distribuido por todas las parroquias que lo solicitaban con el fin de que sirviera para asperjar los campos afectados por las autoridades religiosas del pueblo.

Además de asperjar los campos, se obligaba a los labradores a darle a las tierras una reja de arado profunda, con el fin de remover los nidos del insecto y, posteriormente, proceder a su incineración. Junto a estas labores del campo, eran obligados a efectuar el recital de los Conjuros.

La escena parecía ser apocalíptica ya que, mientras los sacerdotes aspergeaban (bendecían con andita del santo) los campos acompañados de sus rezos, a la vez, retumbaba el sonido de los tambores. Terminado el ritual de los Conjuros, quedaban atrás los campos ardiendo en medio de grandes humaredas.

Habiendo sorprendido la plaga de langostas a la región de Murcia, Don Diego Antonio Molina y Melgarejo, Caballero de la Orden de Santiago y diputado Comisario de dicha Orden, ordenó conducir el agua bendita; del glorioso ostiense San Gregorio, quién estando en posesión de dicha agua, bendijo los campos de la Villa de Ulea, conjurando la plaga de la langosta en los campos de este municipio.

Para darle la solemnidad que la situación requería, previamente se celebraron tres misas solemnes en la iglesia parroquial de San Bartolomé, por los tres sacerdotes que tenía incardinados, dicha parroquia Juan Pay Pérez, Esteban Sandoval Molina y Miguel Tomás Abenza.

Tras las misas se salía de la parroquia en ordenada procesión hacia los campos de esta villa de Ulea, en rogativa y ya, en los campos se efectuaban: la bendición y los conjuros.

Con el fin de que la ejecución se efectuara con toda solemnidad, acudían todos los vecinos del pueblo a excepción de los impedidos, para dar mayor gloria a San Gregorio, con el fin de que interviniera ante la Divina Misericordia de Nuestro Señor y se consiguiera sofocar y aniquilar dicha plaga de langostas.

Para que se diera la solemnidad debida, ordenaron S. M. que se hiciera convite general a los asistentes, así como a los caballeros eclesiásticos, comunidades religiosas asistentes y demás Caballeros particulares de la Villa de Ulea.

Los mayordomos de las distintas Hermandades, también fueron invitadas al convite. Posteriormente, como si de una romería se tratara regresaban, con gran recogimiento a la iglesia de San Bartolomé, con el fin de implorar de forma solemne la mediación del Glorioso santo San Gregorio.

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