POR PEDRO SÁNCHEZ NÚÑEZ, CRONISTA OFICIAL DE DOS HERMANAS (SEVILLA).
La producción escénica de los hermanos Álvarez Quintero no se redujo a la escritura de sainetes, sino que también practicaron otros géneros. Entre ellos ocupa un lugar destacado la escritura de libretos para zarzuela. Los principales compositores de su época se disputaron el privilegio de poner música a sus libretos, con lo que se aseguraban la mejor acogida de un público entregado al arte y a la gracia de nuestros paisanos.
Sevilla: Congreso de Autores y Compositores, 1935: entre ellos los Álvarez Quintero, el maestro Serrano, Muñoz Seca, Carlos Arniches y otros (Foto: Serrano. Revista Blanco y Negro).
Aquí vamos a dar unas pinceladas sobre esta faceta del arte de los hermanos utreranos, y de los autores de las zarzuelas que también firmaron.
UNA COLABORACIÓN MUY ESPECIAL: LOS QUINTERO Y EL MAESTRO SERRANO.-
El maestro José Serrano, recién llegado a Madrid, no terminaba de encontrar el éxito y estaba a punto de volver a si tierra valenciana, totalmente decepcionado. Amigos comunes le presentaron a los Quintero, que se comprometieron a escribirle un libreto, que resultó ser El Motete: entremés (Madrid: Velasco, 1912) obra que, según los entendidos, escribieron en un estilo apasionado y romántico más cercano al “verismo” italiano que a su característico realismo típico del sainete. La zarzuela se estrenó con gran éxito en el Teatro Apolo de Madrid, el 24 de abril de 1900 y con ella empezó a ser famoso el maestro Serrano. Al final de la función el público, puesto en pie, aplaudía a artistas y autores y el entusiasmo se hacía inenarrable. Joaquín Álvarez Quintero tuvo que presentarse solo por hallarse Serafín postrado en cama debido a una enfermedad. José Serrano, visiblemente emocionado, se fundía en un abrazo con el libretista. El grandioso triunfo de El Motete no pasó inadvertido entre los grandes compositores. Así, Tomás Bretón afirmaba que La Canción de la Gitanilla era la más inspirada y de puro estilo andaluz que se había escrito en los últimos años. El maestro Giménez era de la opinión que el maestro Serrano era un nuevo y formidable continuador de la verdadera música española. Bartolomé Pérez Casas dijo que el pasodoble de El Motete era algo tan extraordinario por su instrumentación y originalidad que quedaría fijado para siempre en el repertorio de las bandas.
No resultaría extraño, pues, que a este éxito compartido le siguieran otras zarzuelas firmadas por los autores utreranos y el ya famoso maestro Serrano: La mala sombra: sainete / (Madrid: Velasco, 1906), del que la crítica comentaba que “los chistes del diálogo – naturales, rápidos, de situación más que de retruécano – se hicieron pronto populares en toda España. Pocas veces se alcanzó más completamente la total aquiescencia de un público para una obra regional. El telón se levantó dieciocho veces al acabar la obra”.
Le siguió la zarzuela La reina mora, sainete en un acto y tres cuadros / (Madrid, Velasco, 1912), que se estrenó el 11 de diciembre de 1899, en el Teatro Apolo. Los Quintero dedicaron la obra al escritor Sinesio Delgado. El estreno tuvo que hacer frente a las dificultades que, a la sazón, enturbiaban el clima teatral a causa de la Sociedad de Autores Españoles, hasta el punto de que se llamó a los reventadores a la “rebelión” por ser los Quintero los principales promotores de esta Asociación, que actualmente sigue funcionando en la defensa de los derechos de los creadores de estas obras literarias y musicales. Se llevaron a cabo cientos de representaciones de la obra. El gran compositor francés Camille Saint-Saens y Tomás Bretón, -que estaban unidos por una insólita amistad y ambos eran entusiastas seguidores de la zarzuela española- asistieron a una de las representaciones. Al parecer, Saint-Saens pidió al maestro Bretón conocer a Serrano, a quien felicitó efusivamente: “Muy bien, joven. Es una música tan inspirada y tan española que me hubiera gustado ser el autor de esa famosa Reina Mora”. La Reina mora, junto con La Verbena de la Paloma, fueron las dos primeras zarzuelas españolas que se filmaron.
Y siguieron trabajando juntos Serrano y los Quintero, con otras zarzuelas: Nanita, nana–: entremés / (Madrid: R. Velasco [impresor], 1907), El mal de amores (1905). También pusieron su letra a la inacabada obra de Serrano La venta de los gatos (1943), cuya larga gestación es harto conocida: Desde que los hermanos Álvarez Quintero le encargaron al maestro Serrano la música de dicha obra hasta que la partitura vio la luz pasaron cuarenta años Finalmente, el maestro Serrano cumplió su palabra, completó la partitura y el 24 de abril de 1943 se llevó a cabo el estreno en el Teatro Principal de Valencia de esta ópera en dos actos, con letra de los Quintero, basada en la famosa Leyenda del mismo nombre, obra de Gustavo Adolfo Bécquer.
El 8 de noviembre de 1905 en el Teatro Apolo se estrenó el capricho literario en un acto y cuatro cuadros titulado El Amor en Solfa, con libreto de los Álvarez Quintero y música de José Serrano en colaboración con Ruperto Chapí, hecho éste bastante insólito, ya que el célebre compositor de Villena prefería trabajar siempre en solitario. Al parecer, al ser preguntado acerca de esta cooperación Chapí afirmó que Serrano, con su estilo originalísimo e inconfundible, era el músico de personalidad más destacada que España había producido en los últimos tiempos: “Serrano tiene lo que corrientemente se llama sello propio; le aseguro que en el teatro lírico español, se salta de Barbieri a Serrano en lo tocante a tener personalidad”. El Amor en Solfa era la segunda parte del capricho literario en cinco cuadros, prólogo y epílogo titulado El Amor en el Teatro, también de los Quintero que se había estrenado con éxito en 1908 en el Teatro de La Comedia. Para La Correspondencia de España, los Quintero habían querido caricaturizar el amor que los autores teatrales habían inspirado a los personajes de las óperas, del sainete lírico, de la zarzuela clásica y de la zarzuela cómica. De ahí los cuatro cuadros de los que constaba la obra.
OTROS LIBRETOS QUINTERIANOS DE FAMOSAS ZARZUELAS.-
Ruperto Chapí , el autor prolífico de obras sinfónicas y de cámara y de muchas zarzuelas, entre ellas La Revoltosa y El tambor de granaderos, puso música a varias obras quinterianas, todas muy populares: La Patria Chica, zarzuela en un acto (Madrid, Velasco, 1910), estrenada en el teatro Apolo de Madrid con gran éxito el 11 de diciembre de 1903; El estreno : zarzuela cómica en tres cuadros sin exposición, nudo ni desenlace / (Madrid : R. Velasco 1900) y El amor en solfa : capricho literario en cuatro cuadros y un prólogo / (Madrid, Velasco, 1905), ésta en colaboración con Serrano, como ya hemos comentado.
El maestro Amadeo Vives, el laureado autor de zarzuelas tan famosas como Maruxa y Doña Francisquita, puso música al libreto quinteriano Anita la risueña: zarzuela cómica en dos actos / (Madrid: Velasco, 1912) y también La muela del rey Farfán: zarzuela infantil, cómico-fantástica en un acto, dividido en cinco cuadros / (Madrid: Velasco 1910).
Gilito: juguete cómico-lírico, en un acto y en prosa / (Madrid: Velasco, 1889), es una zarzuela con música del maestro José Osuna. Fue estrenada en el teatro Apolo de Madrid el 25 de abril de 1889.
Representación de Las de Caín ((foto publicada en Blanco y Negro el 10 de octubre de 1908).
Dos de sus más tempranas y más ambiciosas obras en tres actos fueron años más tarde adaptadas por Pablo Sorozábal, a modo de versión lírica y libre del mito de don Juan. Se trata de Los Burladores (1948) y también Las de Caín (1953), que inusualmente para los Quintero trataba sobre las tribulaciones cómicas de una familia madrileña de principios de siglo, y se estrenó en el Teatro de La Comedia el 3 de octubre de 1908 y en versión de zarzuela en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 23 de diciembre de 1958.
La buena sombra: sainete en un acto y tres cuadros en prosa / (Madrid: Velasco 1898), y música de Apolinar Brull y Ayerra, fue el primer éxito reseñable de los Quintero como libretistas de zarzuela.
La casa de enfrente: zarzuela cómica en un acto / (Madrid: Impr. Clásica Española, 1917) y Los Papiros, zarzuela cómica en 3 actos estrenada con gran éxito en el Teatro Reina Victoria el 25 de febrero de 1921, sobre libretos de los Quintero compone la música el maestro Pablo Luna.
La del dos de mayo: sainete / (Madrid; Imp. Clásica Española, 1920), con libreto de los Quintero y música deTomás Barrera.
La última obra conjunta de los Quintero es el libreto de La Giralda, zarzuela estrenada en 1939 (Serafín había fallecido en 1938) con música del maestro José Padilla, autor de coplas de difusión internacional tan populares como Valencia, El Relicario o La Violetera.
Otra autora prestigiosa fue María Rodrigo, compositora de gran talento, que abandonó España y se trasladó a Sudamérica con motivo de la guerra civil. Con los Quintero firmó dos de sus más aclamadas zarzuelas: Becqueriana : ópera en un acto, inspirada en una rima de Bécquer / (Madrid : Imprenta Regino Velasco 1915), que no estaría mal que se representara en estos meses en que se va a dedicar también una atención especial a Bécquer con motivo del 150 aniversario de su fallecimiento y Diana cazadora, o, Pena de muerte al amor : zarzuela cómica en tres cuadros / (Madrid : Velasco, 1915).
La buena sombra (1898) con libreto de los Quintero y música de Quinito Valverde es una reflexión seria sobre la desastrosa tragedia de la guerra de Cuba contra Estados Unidos, que determinó la pérdida del imperio colonial español.
Para Manuel Fernández Caballero, autor de la famosa zarzuela Gigantes y Cabezudos (1898), con libreto de Echegaray, escribieron los Quintero El traje de luces fechado en 1899.
Con música de Gerardo Giménez, autor de La boda de Luís Alonso y La Tempranica con libreto de Julián Romea (1900) escribieron Los borrachos (1899. Ed. Madrid Velasco 1902) y El patinillo (1909).
ZARZUELAS CON MUSICA DE AUTORES SEVILLANOS Y ALGUNAS RESEÑAS DRAMÁTICAS
Un importante compositor de música sinfónica puso música al libreto quinteriano Fea y con gracia: entremés / (Madrid: Velasco, 1905). Se trata de Joaquín Turina, uno de los creadores del sinfonismo contemporáneo español, que en aquella época era ya un destacado compositor de música para piano y cuartetos de cámara, preludios de su importante obra posterior en la que se incluye la opera Margot (1914) y otras obras escénicas sobre textos de Martínez Sierra. .
Al libreto El amor bandolero; (Madrid, Velasco, 1913) le puso música Eduardo Torres, maestro de capilla de la Catedral de Sevilla, organista, compositor, crítico musical y director de coro, a quien sucedió en el cargo Norberto Almandoz.
El peregrino: zarzuela cómica en un acto, dividido en dos cuadros / (Madrid: Velasco 1907), tiene música de Vicente Gómez Zarzuela. Aunque hagamos aquí un paréntesis en el estudio de la música de la obra quinteriana, merece la pena que reseñemos su autoría de una de las marchas procesionales más antiguas, y tal vez de las dos o tres más inspiradas y piadosas, muy lejos de la desagradable fanfarria que actualmente nos sorprende tras muchos de los estremecedores y piadosos misterios de nuestra Semana Santa. Se trata de la marcha procesional “Virgen del Valle”. Del trágico origen de esta conmovedora música se hizo eco la prensa nacional publicándose incluso grabados del pintor José Arpa en el número XLIII de la revista “La Ilustración Española y Americana”, de 22 de noviembre de 1896 y dos publicaciones coetáneas de los hechos, editadas por la Tipografía de la Viuda de Gironés (Sevilla, 1899), así como publicaciones firmadas por Manuel Rodríguez Aguilar y el libro Historia de la marcha Virgen del Valle, obra de José Manuel Delgado.
Esto fue lo ocurrido: En el tristemente célebre año de 1898, un grupo de amigos, muy conocidos en la sociedad sevillana, tomaron el vaporcito “Aznalfarache” para ir de caza al coto Doñana. El barco era un pequeño vapor de río de la Sociedad “Camacho y Cía”, que hacía normalmente la carrera de Sevilla a la Puebla del Río, junto a Coria del Río, con escalas en San Juan de Aznalfarache, Gelves y Coria del Río. Era la medianoche del 7 al 8 de noviembre de 1898, noche tranquila de luna clara. A bordo, veintitrés personas: diecinueve amigos, el patrón Antonio Martínez Montes, un mecánico, un marinero y un camarero. Tras parar en San Juan de Aznalfarache para cenar, y en Coria del Río donde embarcó otro amigo, continuó su navegación entre música y risas de los viajeros.
Aproximadamente a las cinco de la madrugada remontaba el Guadalquivir el vapor de gran porte “Torre del Oro”, buque que hacía el servicio mercante entre Sevilla y Marsella. A la altura del Caño de la Mata, el “Torre del Oro” colisionó con el “Aznalfarache” con tal violencia que el pequeño vapor se hundió rápidamente a una profundidad de 22 pies. Solo se salvaron el patrón y el librero Juan Antonio Fe, muriendo el resto de los pasajeros que iban en sus cabinas, personas muy conocidas y queridas en la sociedad sevillana de la época.
Vicente Gómez Zarzuela, que en la fecha tenía 28 años, consternado por la gran tragedia, se puso inmediatamente manos a la obra y compuso una marcha fúnebre, “Virgen del Valle”, en homenaje de su difunto amigo Alberto Barrau, una de las víctimas del desgraciado naufragio. El extraordinario homenaje musical, dedicado a la Virgen del Valle, trae en sus notas inspiradas el recuerdo del luctuoso hecho y aunque la gran mayoría de los cofrades, y por supuesto la inmensa mayoría del público oyente no informado, no se den cuenta, constituye de hecho una majestuosa oración sonora por este grupo de buenos sevillanos y un llanto imperecedero por su lamentable pérdida.
Y siguiendo con la zarzuela y su música, nos encontramos con Las muertes de Lopillo: sainete en tres cuadros (Madrid: Imprenta Clásica Española, 1925), con música del maestro sevillano Manuel Font de Anta. Fue alumno, por cierto, de Eduardo Torres y de Joaquín Turina y es autor de dos de las marchas procesionales más famosas de nuestra Semana Santa, Amarguras (1919) y Soleá dame la mano (1918). Es autor, entre otras muchas obras, del oratorio Jesús del Gran Poder, también con texto de los hermanos Álvarez Quintero. Y siguiendo con la tragedia asociada a algunos hechos que relatamos, Manuel Font de Anta, que no se había distinguido por ninguna afiliación política, fue detenido en su domicilio de Madrid junto con su hijo, que había sido denunciado por su pertenencia a la Falange, y cuando los trasladaban a la cárcel, en el trayecto logró fugarse el hijo, por lo que los brigadistas que los conducían mataron al padre de un tiro en la cabeza a la altura del actual estadio Santiago Bernabéu. Era el 20 de noviembre de 1936, el mismo día que, en un episodio jamás aclarado, murió también de un tiro en la cabeza el anarquista Buenaventura Durruti.
Los malcasados: comedia en tres actos (Madrid: Marineda, 1923), es obra póstuma del maestro sevillano José López Pinillos, que fue un magnífico y desgraciadamente olvidado escritor, periodista, novelista y autor dramático cuyas obras representaron genios de la escena como fueron Enrique Borrás y María Guerrero. Esta obra musical la había bautizado López Pinillos con el nombre de La nariz, pero a la muerte del compositor, los hermanos Quintero, autores del libreto, la bautizaron con el nombre de Los malcasados
Terminamos así un repaso a la relación de los Hermanos Álvarez Quintero con la música, en la que han compartido autoría con los más prestigiosos compositores españoles de su época. Merece la pena que, en el seno de los fastos quinterianos, se interpreten algunas de sus más famosas zarzuelas. Elenco hay sobrado para ello.
FUENTE: CRONISTA, Sevilla, 18 de enero de 2022