POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Boal, nadie lo duda, es un pueblo ejemplar; TARAMUNDI, en el suroccidente asturiano y en límite con Galicia (7 km lo separan de A Ponte Nova) es un EJEMPLO DE PUEBLO.
Tiene historia y belleza en su paisaje; tiene tradición artesanal en el trabajo del hierro («sus gentes llevan el acero en sus venas», se llegó a escribir) manifestada especialmente en la fabricación de navajas y cuchillos; tiene experiencia de laboreo de tierras y de campos para asegurar excelentes leches, ricas carnes y quesos de singular personalidad.
Visitar Taramundi es perderse en senderos con rumores de aguas, es recrearse en el entorno rural de Os Teixois, es disfrutar de un «algo diferente» dentro de la unidad costumbrista de Asturias.
El pasado sábado, día 25 de octubre, los Reyes estaban en Boal, villa donde, en aplauso de multitud, recibieron aplausos, vítores y deseos de felicidad. Y, por supuesto, gozaron de una comida «muy de la zona», que es lo mismo que decir nutritiva y sustanciosa.
Un servidor, humilde paisanín de San Juan de Duz, que es parroquia colunguesa, se fue a comer a TARAMUNDI porque allí no comen los reyes, sino los emperadores.
CHELO RODRIGUEZ COTARELO, dueña del HOTEL RESTAURANTE TARAMUNDI, fue nuestra anfitriona.
¿Y qué comimos? Pues, sencillamente, «el menú del día», exactamente el mismo que ofrecieron a los reyes en Boal y, creo yo, elaborado con la misma intención de calidad.
POTE DE NABIZAS CON SU COMPANGO, GUISO DE CARNE, REQUESÓN CON MIEL DE TARAMUNDI o CON MERMELADA DE ARÁNDANOS, SIDRA DE TARAMUNDI… Y todo ello en un entorno de terraza cubierta de enredaderas que tal parecía un sueño de escapada tropical. Día de sol de otoño con calor de estío.
Requesón de corte regio y manto de arándanos con «montera picona» en su decoración.
Un placer de vida.