EL CENIT DEL RECORRIDO REAL FUE SU LLEGADA A LA CASA CONSISTORIAL DE AVILÉS (ASTURIAS) DONDE, ADEMÁS DE POR LA ALCALDESA, FUERON RECIBIDOS POR LA CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA, MARÍA JOSEFA SANZ
«¡Bieeeeen!». El grito fue claro, pero no lo suficientemente alto como para que a Melchor, Gaspar y Baltasar les quedase claro. «No hemos oído nada, que cómo os habéis portado este año», insistió el primero desde el balcón del Ayuntamiento. El segundo «bien» colectivo comenzó a despejar una duda que nunca fue tal porque los Reyes Magos de Oriente conocían de antemano la respuesta de los niños.
El mensaje de Sus Majestades de Oriente tenía lugar pocos minutos después de las ocho y cerraba una cabalgata de una hora de duración que si bien concentró a muchas personas a lo largo de las calles de Juan XXIII, José Manuel Pedregal, José Cueto, Plaza de la Merced, Pedro Menéndez y La Cámara, no logró el lleno de años precedentes en la plaza de España. Quizás por eso los niños tuvieron que chillar un poco más alto su respuesta a los Reyes Magos.
El frío y la lluvia racheada en ocasiones restó solo un poco participación en el Ayuntamiento pero fue insuficiente, en cualquier caso, para deslucir la cabalgata. Los Reyes Magos pueden con todo y su poder de convocatoria está fuera de toda duda. Llegaron, como siempre, por mar. Enteros, sin rastro de mareo, alcanzaron el pantalán donde les esperaban decenas de niños desde una pequeña embarcación cuya llegada fue anunciada por dos estrellas fugaces (fuegos artificiales).
Ahí tuvieron lugar los primeros saludos, las primeras fotos y con el sonido de la gaita como telón de fondo, a cargo del grupo Urriellu, Melchor, Gaspar y Baltasar se montaron en sus vehículos, en una comitiva escoltada por un dispositivo especial de la Policía Local.
Mientras ellos se reunían en el patio del colegio público Quirinal con sus séquitos y organizaban la inminente salida por las calles, las personas que se desplazaron hasta la ría dirigieron sus pasos hacia alguno de los puntos por los que pasaría la cabalgata real. Una comitiva más numerosa que en años anteriores y que estuvo integrada por trescientas personas entre pajes, bailarinas y músicos. A Melchor le precedió una banda de tambores y una de bailarinas árabes de la academia Nayda que, desafiando el frío, movieron cadera y transparencias.
A Gaspar y su séquito de tambores le pusieron ritmo una compañía de Madrid que representó varios pases de música de Bollywood. El único que no llevó cuerpo de baile fue Baltasar que, en su defecto, contó con percusión en directo en la propia carroza. La única, por cierto, con un techo que permitió al monarca no mojarse con la lluvia intermitente que acompañó el recorrido real.
Tras él, los caballos con un buen cargamento de regalos pero no los únicos, como advertiría más tarde desde el balcón del Ayuntamiento el rey Melchor.
Completaban la comitiva personajes como los ‘Minions’, ‘Dora la Exploradora’, ‘Batman’ o ‘Buzz’, la Banda de Música Municipal y unas damas gigantescas y muy llamativas que otorgaban otro punto más de exotismo al desfile.
Abrió el desfile el príncipe Aliatar, a lomos de un caballo, acompañado por catorce jinetes. Fueron los primeros en salir y afrontaron buena parte del recorrido en solitario. En numerosas partes del mismo tuvieron que frenar para dar tiempo a la comitiva a reagruparse. Pese a esas esperas y la impaciencia de los niños por ver a los Reyes, el desfile duró una hora justa, desde las siete y diez que salieron los primeros jinetes del colegio hasta las ocho y diez, cuando Melchor, Gaspar y Baltasar llegaron a la plaza de España.
Entremedias, la imagen de siempre. Alegría, gritos, nervios y mucha emoción. La lluvia de caramelos compitió con la de verdad y llegó a poner nervioso en la Plaza de La Merced a uno de los caballos que cerraba la comitiva, cuando varios chiquillos se aproximaron demasiado al equino para recoger los dulces. Una cabriola que solo quedó en un pequeño susto.
El cenit del recorrido real fue su llegada a la Casa Consistorial donde, además de por la alcaldesa, fueron recibidos por la cronista oficial de la Villa, María Josefa Sanz. Desde el balcón, y con Melchor como maestro de ceremonias, les dijeron a los niños que debían dejar las zapatillas junto al árbol de Navidad, además de un poco de agua porque «vamos a trabajar toda la noche».
Gaspar advirtió a los niños de que algunos productos como ‘La Patrulla Canina’ o las princesas de Frozen «casi se nos agotan» pero lo que dejarán en abundancia en los hogares serán «sentimientos». Conminó a los pequeños a ser «buenos hoy y mañana y pasado» con todo el mundo.
Baltasar arrimó el ascua a su sardina y pidió a los niños solidaridad e integración. Lo hizo, claro, en un lenguaje que estos entendieron. «Tengo tarea para vosotros, que me traigáis el año que viene una lista con todos vuestros amigos negros y blancos».
Unas breves palabras desde el Ayuntamiento a la que siguió la visita al Hospital San Agustín, donde repartieron regalos a los niños que se encuentran hospitalizados.
Fuente: http://www.elcomercio.es/ – C. del Río