POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Hoy, 28 de diciembre, la Iglesia católica celebra la festividad de los Santos Inocentes; aquellos tiernos niños asesinados por orden de Herodes para, «por si acertaba en las muertes», acabar con el recién nacido y presumible Rey de los Judíos, según le anunciaron los Magos.
Hoy es día también de bromas sin importancia, de noticias y anuncios engañosos…; en fin, de «pequeñas putaditas» que no ofenden, pero sí molestan.
Más aún, yo creo que esta misma fecha del 28 de diciembre es en sí misma una «inocentada» porque, ¿cómo Herodes se decidió a la matanza infantil días antes de que los Reyes Magos adoraran al Niño, que es fiesta del 6 de enero?
Aunque, a decir verdad, ese día 28 fue elegido por la Iglesia para contrarrestar los «excesos» con que clérigos y seglares celebraban la llamada «fiesta de los locos» (y hasta «fiesta de los subdiáconos») donde blasfemias, borracheras y guarradas («españolas», por supuesto) eran el leit motiv del desenfreno.
Y, claro, contra juerga, martirio.
¿Saben ustedes?
En la villa leonesa de Veguellina de Órbigo existió hace años (ignoro su aún perdura) la COFRADÍA DE LOS SANTOS INOCENTES; asociación de amigos que con la disculpa de las bromas celebraban este día 28 unas espléndidas comidas y, si era el caso, cantar y danzar la «jota peregrina»:
«Camino de Santiago,
con grande halago,
mi peregrina la encontré yo;
y al mirar su belleza
con gran destreza,
mi peregrina se hizo al amor.
Fue tanta la alegría
que al alma mía
la compañía de su amor dio,
que en la oscura braña
de una montaña
mi peregrina se me perdió…»
Bueno, pues uno de los platos típicos que estos «leoneses inocentes» preparaban para su cena era el PUCHERETE DEL PÁRAMO; una especie de sopa a base patatas, puerros, repollo, zanahorias, judías verdes, chorizo, jamón y tocino entreverado.
Se prepara así:
En una cacerola se echan las verduras cortadas en juliana, aceite de oliva, caldo de ave o de carne, chorizo, jamón y tocino (en trocitos) y se deja estofar según la costumbre de cada cual.
A media cocción se agregan las patatas, picadas en pequeño, y continúan los hervores hasta que todo esté a punto. Se rectifica de sal y se sirve, bien caliente, en puchero de barro.
Este guiso ha de resultar ligeramente espeso; si estuviera muy caldoso, se aplastan unas patatas tipo puré para espesarlo.
Pues nada, a reírse un poco; que para llorar (y mucho) nos sobran los políticos.