POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Con la aparición de la prensa escrita, en el año 1793 en la Región de Murcia, se pudo poner en conocimiento de cuantos sabían leer, que eran muy pocos, los aspectos de la sociedad en dicha época. Así las cosas, el periódico El Correo Murciano comunican una nota que, es el sentir unánime de todos los pueblos de la Región de Murcia.:‘La inseguridad ciudadana, los saqueos de colmados y los allanamientos de viviendas, es muy frecuente y en Ulea, al estar más aislado debido a las dificultades de comunicación de los pueblos de la comarca, los actos de pillaje y asalto a colmados y corrales eran, cada vez, más preocupantes’.
Por tal motivo, el alcalde de Ulea José Yepez Abenza, nombró a Fulgencio Cascales, sereno de la Villa, a la vez que le encomendó la vigilancia de las calles y se encargaba de apagar y encender las tres lámparas de aceite que alumbraban a los uleanos durante las noches.
En un principio, se les denominó vigilantes nocturnos, pero la familia Tomás Abenza, que ostentaba cargos políticos y militares en la capital murciana, les cambió el nombre por el de serenos ya que, además de llevar las llaves de los edificios más emblemáticos, cantaban la hora y los cambios climáticos en cada estación del año de esta manera: ¡Las doce en punto y sereno! o ¡Las cinco en punto y ventoso! o ¡Las siete en punto y sereno y, además, lloviendo!
En Ulea, con el paso de los años, esas milicias de barrio fueron costeadas por el gremio de comerciantes y ganaderos, o bien, el propio Ayuntamiento que les obligaba a pagar unos cánones.
Es bien conocido que desde mediados del siglo XIX, el Consistorio Municipal asumió la responsabilidad de salvaguardar las propiedades de los vecinos, así como la de encender y apagar las luces de aceite en las calles, tres puntos que posteriormente hasta 1903, en que apareció la luz pública, llegaron a ser doce.
Unas veces se les llamaba serenos pero, la mayoría de las ocasiones, eran policías municipales reconvertidos o dedicados a tales menesteres, que, en infinidad de ocasiones asumían los cargos de barrenderos y enterradores. En una palabra: se trataba de personal empleado por el Ayuntamiento, contratado para tales fines.
Desde los años 1930 a 1980, el secretario Damián Abellán Herrera, les llegó a llamar a dichos funcionarios ‘Personal Multiusos’, ya que hacían de serenos, enterradores, barrenderos, controladores de los arbitrios municipales y de seguridad ciudadana, del Ayuntamiento.