POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Célebres eran los desaparecidos baños islámicos de la calle Madre de Dios, en Murcia, que la picota arrasó con nocturnidad y poca vergüenza en 1953 -pese a que estaban declarados monumento nacional- porque urgía abrir la Gran Vía. Eran los más espectaculares, pero no los únicos que atesoraba el municipio. Y ahora, medio siglo después de aquel atentado contra el patrimonio, otro yacimiento corre peligro.
Se trata de los baños encontrados en su día junto al convento franciscano de Santa Catalina del Monte, el que fuera residencia de verano de los obispos murcianos, junto al conjunto arqueológico de El Cabecico del Tesoro. El yacimiento, que incluye también los restos de algún edificio palaciego, fue excavado y protegido con geotextil, como también se ha hecho en el de San Esteban, pero la desidia ha puesto al descubierto los restos.
Las excavaciones arqueológicas en este entorno se iniciaron en el año 2006 junto al monasterio, un conjunto declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1992. Aquellas prospecciones descubrieron unos baños árabes y restos de un complejo, o cuando menos una gran almunia, finca destinada al recreo y a la producción agrícola. Algunos autores datan las ruinas entre los siglos XII y XIII.
Los arqueólogos, una vez concluidos sus trabajos, decidieron enterrar lo encontrado para preservarlo y tuvieron la precaución de señalizarlos en superficie con una malla plástica que así delimitaba el área de excavación. Al recubrimiento de geotextil se sumó la colocación de piedras y tierra en algunos puntos, sobre todo en aquellos muros que se alzaban y atesoraban encofrados de cal. En ellos se apreciaba una decoración geométrica en tonos rojos sobre fondo de cal blanco. Sin embargo, once años después poco queda de aquella intervención. De hecho, vecinos de la zona han requerido en alguna ocasión que intervinieran los miembros del Seprona, de la Guardia Civil, tras constatar que se estaban realizando roturaciones de limpieza en esta zona que no contaban, al parecer, con los obligados permisos oficiales. Pero nadie ha hecho nada para detener la degradación del entorno.
En la actualidad, los materiales que protegían el yacimiento se han desplazado tras años de abandono e intervenciones irregulares y han quedado al descubierto los muros y su decoración. Eso, sin contar que los perfiles del área excavada han sufrido deterioro, con varios derrumbes y la pérdida de las señales que identificaban el área de excavación.
Entre quienes reclaman que se proteja este yacimiento se encuentra la Asociación de Vecinos de Santo Ángel y el pedáneo, Jerome van Passel, quien señala que «es indispensable que pongamos en valor ese entorno, así como el próximo monasterio de la Luz, articulando las medidas que sean necesarias». La primera de ellas, en opinión de los expertos, es desbrozar de inmediato el yacimiento para valorar el alcance de los daños.
Fuente: http://www.laverdad.es/