LUIS MOLINA SANCHEZ
POR ÁNGEL RIOS, CRONISTA OFICIAL DE BLANCA (MURCIA)
Nació en Blanca el día 25 de noviembre de 1933. Desde su más tierna infancia destacó en dibujo, haciéndole, en su pequeña pizarra a sus compañeros los dibujos que le demandaban. En esta edad escolar creó su primer cuadernillo, tres números, con el título “La Selva Negra”, que regalaba a sus compañeros de clase, los cuales le demandaban más. El dibujo le llenaba por completo, prefería quedarse en casa dibujando a irse de paseo con los compañeros.
Realizó Magisterio en Murcia. Como referente para su gran pasión: pintar y dibujar, tenía al catedrático Jarre, de la Escuela de San Alfonso de Barcelona “poco hay del dibujo pintado a pintura dibujada”. No cesó de investigar en las diferentes disciplinas de acuarela, guash… Aunque en esa etapa su máxima aspiración era ser dibujante de tebeos, admiraba a los grandes autores americanos y españoles del momento.
Con la editorial murciana Belkrom, de la que conocía a su responsable, José Geromo, hizo ilustraciones para etiquetas y también estuvo a punto de colaborar en una colección de cuadernillos, de los que ya había realizado algunos guiones, pero el cierre editorial le dejó con la miel en los labios.
Tras contactar con MAGA, donde le atendió personalmente Manuel Gago que, aunque se quedó con un primer cuadernillo, realizado por Luis Molina, de la serie Puño de Bronce, y le pidió nuevas muestras de forma periódica, no llegaron a más.
Fue en 1962 cuando la Editorial Andaluza, de Sevilla, se interesa por el estilo tan acabado y ágil de Luis y le invita a trabajar con ellos, publicando inicialmente la serie completa de “Puño de Bronce”, que narraba las peripecias de un valeroso egipcio enfrentado a los “Reyes pastores” de las montañas de Siria, que pretendían imponer su dominio al territorio egipcio y, además, esclavizar a su amada.
Vistos los buenos resultados, le ofrecieron la colección “Torg, Hijo de León”, que dibujaba otro autor más mediocre; para que no fuese una continuación del trabajo de otro, le cambió el nombre por “Príncipe Torg de León”. Molina recibía 1.500 pesetas por número y semana, lo que hacía al cabo del mes una sustanciosa cantidad. El trabajo lo realizaba en su domicilio y lo enviaba por correo a Sevilla, a pesar de que Diego Siménez de Cabo, el editor, pretendía ponerle un estudio en el taller (cuyo personal de plantilla estaba compuesto por el maquinista, el contable, un primo de Diego, y cuatro plegadoras; el resto, los dibujantes, eran colaboradores) de la capital andaluza para tenerlo más cerca y con comodidad a lo que Molina se negó. Diego tenía a su tío Enrique, apoderado del Banco Urquijo, como principal aval para llevar adelante el negocio editorial, pero como era un hombre muy joven, atraído por la buena vida y el gasto generoso, hacía que los ingresos fueran inferiores a los gastos, lo que le fue llevando paulatinamente a la bancarrota dejando a Molina con impago de los últimos números de ambas colecciones (que, además, quedaron inéditos), las colecciones inacabadas y todos los originales, perdidos, ya que el autor nunca pidió devolución de los mismos. Por divergencia con el editor, en 1964 decide poner fin a toda relación con el mundo del cómic.
En una entrevista que le hicieron el 15 de abril de 1964, publicada en Línea, entre otras cosas dice:
“Todos los meses dibujo y escribo tres historietas de aventuras con destino al público infantil”
“Ahora quiero expone en Murcia, porque mi auténtica vocación es la de pintor”
Y lo consiguió el joven e inquieto artista blanqueño, Luis Molina Sánchez, que expuso en el aula de cultura de la Caja de Ahorros del Sureste de España de la capital, a partir del día 25 de mayo de 1964, 30 cuadros -acuarelas y óleos- en los que ha plasmado el paisaje de Blanca, sin olvidar sus típicos rincones.
En 1966 marchó a Paris, intentando realizarse como pintor autodidacta, realizando alguna exposición durante los tres o cuatro meses que allí pasó.
Regresa a Murcia y se dedica por completo al oficio de pintor. Igual pintaba cuadros que pintaba una casa y fue, en este momento, cuando decidió casarse con la novia que tenía desde hacía algunos años y con la que “me hablaba desde hacía tiempo”,
El campo editorial barcelonés era muy extenso, pero tras un mes de estancia, Molina entendió que la humedad ambiental y el problema de reuma que padecía no eran compatibles y su salud se agravó un tanto, por lo que cambió su residencia a Madrid, viviendo de precaria manera. En este momento de su vida decidió ir por lo seguro y usando su titulación de magisterio, logró dar clases de dibujo en diversos colegios: Torrelodón, Pozuelo y en el Liceo escolar, aunque las actas de clase las firmaba el titular de la materia, un licenciado, y él la impartía. Mientras desempeñaba esta actividad, realizó cuadros por encargo y algunas exposiciones.
Cursó estudios de Artes y Oficios en Madrid para poder conseguir firmar por sí mismo esas actas y progresar en su trabajo como le recomendaban los directores de cada centro. Molina aclara que lo único que consiguió allí fue la titulación, pero pocos conocimientos: «La experiencia y las técnicas se aprenden con el trabajo y la investigación diaria».
Con la licenciatura en el bolsillo empieza a ejercer la docencia en el colegio de San Rafael en Cuatro Caminos pero, desgraciadamente, al director no le concedieron una subvención y tuvo que prescindir de sus servicios. Un poco cansado de la docencia, probó suerte en el ramo comercial e instaló una tienda de ropa infantil. Pero el negocio no fue prospero y hubo de cerrar sus puertas. Tras 20 años de vida en la capital donde tuvo la suerte de gestar a su hijo Fidel, volvió a la tierra de sus orígenes.
Su azarosa vida personal, separación incluida, le hizo apartarse un tanto de su dedicación pictórica, a la que por fortuna, pasado un tiempo y enderezado su equilibrio emocional, volvió para continuar con la pintura en forma de encargos y exposiciones. Poco ha hecho desde entonces fuera de esto, alguna ilustración para el diario La Verdad en 1990 o para revistas locales como Alboraña, así como ilustraciones para etiquetas y catálogos de diversas empresas murcianas.
Pintor incansable, magnífico retratista, entre ellos el del príncipe Felipe y Leticia, al igual que de numerosos toreros; además realizó muchos trabajos en iglesias o ermitas, de ello es buena muestra sus trabajos en Abarán: El pintor blanqueño Luis Molina Sánchez finalizó en 1992 la primera fase de la decoración de la ermita de Abarán, consistente en plasmar en cuatro escenas los momentos más trascendentales de la vida de los patronos de la localidad, motivos que hacen referencia a la curación de un camello, curación de Paladia, Martirio del Fuego y Decapitación. El encargo de los trabajos fue de la Hermandad de San Cosme y San Damián, y sus pinturas, de estilo figurativo y clásico, se hallan colocadas en las pechinas de la cúpula de la Ermita.
También, entre otros, tiene dos murales sobre el descubrimiento de la Cruz, para la ermita de Mahoya y el coro de ángeles para la iglesia de San Vicente, en Molina de Segura. En Blanca decoró la capilla del Santísimo y, además, un cuadro sobre el bautismo de Jesús, que está colocado en el baptisterio. También hay obra mural suya en la iglesia del Socorro y Ermita de Murcia, la Catedral del Alto (Bolivia)
En Blanca, en la plaza de las estereras podemos admirar dos grandes murales, uno con las siete maravillas del mundo antiguo y otro “El Jardín de las delicias”.
Colaborador con sus ilustraciones en revistas y libros, carteles anunciadores de fiestas, también pintó un paño para la mujer Verónica, con el rostro de Jesús.
Premio de pintura taurina de Alicante (1984) y el de Los Narejos (1985)
Su obra está muy repartida por toda la geografía regional.
Él mismo se definía: Mi perfil es muy sencillo. Cuando mi horario laboral termina, deambulo por las ermitas. Me gusta leer, no tengo ni velo la tele, llevo una vida bastante austera y no me aburro gracias a mi divino calvario, la pintura.
A la pregunta, cuando hizo la última de sus exposiciones en el Casino de Murcia (2001, 2002, 2004, 2010), de qué es para ti la pintura, respondió: Una especie de vida adicional. Esperar algo, continuar aquí cuando pisemos otra clase de mundo. Una entelequia, claro.
Otras exposiciones son:
. Caravaca de la Cruz (2006)
. Galería de San Juan de los Terreros de Pulpí, Almería (2009)
De él, en 2010, el doctor en Bellas Artes, Gregorio Ortigosa, decía: Lo que no está publicado es el pintor, que habiendo llegado a un alto nivel con su obra, vive hoy, apasionado de su trabajo, sin trompetas, en la humildad de que “sabe” que su obra derribará los obstáculos que, como tantos otros insignes pintores, se encontraron en el camino del hacer; trabajando sin descanso, día a día, con el agradecimiento de tantos y tantos, que disfrutan de ese arte, que, como Lázaro, se manifestará alzándose sobre lo caduco, porque está vivo.
Fallece en su pueblo natal el día 7 de septiembre de 2021, a la edad de 87 años. FUENTE EL CRONISTA