LUIS ROSALES «A MI LO DE LORCA, ME SALIÓ MAL»
Ago 18 2024

POR TITO ORTIZ, CRONISTA OFICIAL DE GRANADA

El escritor y amigo de Federico García Lorca, Luis Rosales

El premio Cervantes de Las Letras, Luis Rosales jamás pudo sospechar que su casa sería asaltada, durante su ausencia.

Mi compadre, Luís Cerón, ha sido y sigue siendo a lo largo de los decenios de nuestra amistad, el cómplice imprescindible para llevar a cabo actos de enjundia en favor de ésta ciudad perteneciente a nuestras entretelas. La noche que bajábamos del auditorio Manuel de Falla, donde él había protagonizado un recital, en el que por primera vez se musicaron poemas de nuestro paisano Rafael Guillén, tuvimos la idea de homenajear a otro poeta ilustre de Granada, Luís Rosales Camacho, amigo y protector de Federico García Lorca.

Eran los años de la movida madrileña, y a nosotros nos dio por la poesía de los nuestros. La acción era doble: De un lado, yo en mi calidad de vicepresidente de la peña flamenca, La Platería, propuse entregar a Rosales, el máximo galardón de los plateros, entre otras cosas, porque habiendo recibido el premio Cervantes de las letras, en su ciudad no había recibido ninguno. La otra pata del banco, era entrevistar al poeta de la calle Ángulo, en el programa que dirigía y presentaba Luís, en Radio Cadena Española, y que con el título de, “Perfiles Andaluces”, cada semana contaba con la presencia de un andaluz ilustre en cualquier campo. En ese programa entrevistamos por ejemplo, al rector de la universidad, Pepe Vida Soria, quién nos confesó, entre otras cosas, que era su perro el que lo sacaba a pasear a él por las mañanas. O la Duquesa de Medina Sidonia, Luisa Isabel Álvarez de Toledo, (La duquesa roja), que ya nos vaticinó entonces, la discordia de su legado a su muerte, con mucha antelación.

El regreso a  la calle Ángulo

María, la esposa de Luís Rosales, había sufrido un accidente doméstico y tenía un brazo en cabestrillo, lo que obligó a Cerón a desplazarse a Madrid para recogerlos a los dos. Yo me acerqué al aeropuerto granadino con mi Seat Ronda Diésel azul metalizado,

para llevarlos hasta el hotel Alhambra Palace, donde habíamos reservado la suite. Dejamos que la esposa del poeta descansara un rato, y mientras él nos pidió pasear por Granada. Recorrimos las principales calles de la ciudad, él no perdía detalle, recordaba lugares y nombres. En un momento, a mí que conducía me dijo: Tito, llévame a mi casa. Yo miré a mi compadre Luís Cerón, cuyos ojos se le salían de las órbitas, y me asintió, así que puse rumbo a la calle de Las Tablas. Íbamos a vivir el momento histórico del regreso de Luís Rosales a su casa de la calle Ángulo, donde el refugió a García Lorca, en la seguridad de que nada le iba a ocurrir en su casa, pero no contó en aquel momento, con la homofobia de Queipo de Llano, el odio a los poetas e intelectuales de la época del Comandante Valdés, y la inquina personal de Ruiz Alonso contra Federico. Los tres, aprovecharon la ausencia de Luís Rosales aquel día, desplazado al frente de Loja, para perpetrar el crimen más repugnante del franquismo. Llegamos a la puerta de su casa, entonces convertida en colegio mayor, entramos al patio, Rosales se quedó muy fijo mirando la escalera que daba acceso al piso superior, me puso la mano en el hombro y me dijo: Vámonos, aquí ya está todo visto.

Homenaje a la plateria.

Nos fuimos entonces a los estudios de Radio Cadena Española, en la calle Severo Ochoa, y comenzamos a grabar el programa, Perfiles Andaluces, con un Luís Rosales, entregado y emocionado de estar de nuevo en su tierra. En un momento de la entrevista, Luís Cerón, abordó la pregunta obligada: Maestro, ¿qué pasó con Federico en tu propia casa? Rosales, respiró profundamente, hizo una pausa y contestó: A mí lo de Federico me salió mal. Yo le di cobijo en mi propia casa, pensando que jamás, nadie se iba a atrever a sacarlo de allí, pero la historia se encargó de demostrarme que estaba equivocado. Después de llevarse a Federico de mi casa, hubo incluso quién apostaba por depurarnos a mi hermano Pepiniqui y a mí, y eso que eran de los nuestros. Terminada la entrevista, volvimos al hotel a por María y subimos hasta el Carmen de la Platería, donde por primera vez desde los hechos dramáticos del 36, una entidad rendía homenaje público al poeta, Luís Rosales, reconociéndole toda su obra, no exenta de incursiones muy afortunadas con letras para el flamenco, firmando en el libro donde también fueron homenajeados y reconocidos con los máximos galardones de los plateros, entre otros: Andrés Segovia, Henry Kissinger, Samaranch, Rafael Alberti, Javier Solana, Havelange, Yehudi Menuhin, Pilar López, Paco de Lucía, Agustín Castellón “Sabicas”, Paco Rabal, Isabel Clara Angelez-Ortíz, Carmen Sevilla, Pilar Bardém, o Miguel Ángel Gómez Martínez.

FUENTE: T.O.

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