POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Conocemos cuentos esotéricos acerca de la luz al final del túnel, de gente que, en su agonía, se asomó a la otra vida y regresó para darnos testimonio y esperanza de otro mundo en el que no se pone el Sol. Pero lo que viene a demostrar nuestra flamante corporación municipal es que también hay fulgores en este valle de lágrimas, que no es necesario llegar al final del túnel para ver la luz, que también resplandece la misericordia bajo las bóvedas de la noche, y por eso el equipo de gobierno y yo nos regocijamos esperando que la empresa Germán Vizcaíno enchufe el tenderete de la calle Pelayo, trampantojo de Vía Láctea, de constelaciones infinitas, flores del firmamento, para celebrar la gloriosa venida de nuestro salvador, Alfredo Canteli (Canteli viene de candela). Túnel iluminado, sendero unívoco, la eternidad en un hectómetro; “Sic itur ad candelae”, dice Virgilio en la Eneida, “Sigue el camino de las bombillas”.
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