POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Tres circunstancias coinciden en esta semana que tal parece que confluyeron para enmarcar, en sentido humano de pena y en esperanza gloriosa de fe, el fallecimiento, tras una penosa y sufrida enfermedad, de José Luis Sánchez, «Mosén Luis» para los amigos, sacerdote católico y canónigo de la Real Basílica de Covadonga.
José Luis, gijonés y antiguo alumno del Colegio de la Inmaculada (PP. Jesuítas-Gijón), nació, se educó y vivió (son sus palabras) para ser sacerdote.
Su labor pastoral y de servicio a la Comunidad Cristiana, allí donde la Jerarquía entendió oportuno destinarle, estuvo guiada siempre por una idea: ser un cura siervo de los siervos de Dios.
Hoy, III Domingo de Pascua de Resurrección, José Luis, ya su alma ausente de este mundo, encontró su renacer en el Cielo, en el Reino, lleno de amor y felicidad, que es el Amor del Padre.
El próximo domingo es el Día de la Madre.
José Luis, huérfano de madre en su adolescencia, encontró otra en la segunda esposa de su padre, que le adoró y cuidó como hijo propio. Y hoy, en el Cielo, recibirá el abrazo y beso de su tercera madre, La Virgen de Covadonga, a cuya sombra se ordenó de sacerdote y a cuya devoción sirvió en estos años últimos.
Mañana, momento de su funeral, la Iglesia Católica, festeja a San José Obrero; ese hombre, humilde artesano, que como José Luis, supo aunar trabajo, sencillez, servicio y entrega al Niño Dios y, a través de Dios, a toda la sociedad.
José Luis era familiar mío -primo de mi mujer- y, por sobre todo amigo entrañable.
Como los son sus amigos sacerdotes (Adolfo Manuel, Segundo, Diego, Fernando, José Antonio…) y seglares (Nacho y Genaro (primos), Mario, Javier, Mercedes, Gloria, Elenita, Estefanía, Carmen y su esposo…) , y otros muchos, muchísimos más, que hoy lloramos su muerte.
Redemptorem tuum facie ad faciem videas, se rezaba antiguamente.
Hoy José Luis, cara a cara con su Creador, es nuestro amigo-embajador en el Cielo.
Recibamos con gozo su bendición.