POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
La imagen de la Almudena fue encontrada el 9 de noviembre de 1085 durante la conquista de la ciudad por Alfonso VI. El monarca realizó la promesa de que, si conquistaba Toledo, regresaría a la villa para buscar la imagen oculta de la virgen. La figura apareció en uno de los cubos adosados a la muralla árabe que, por aquel entonces, conformaban la protección de sus habitantes.
En 1954, se trasladó a la Real Colegiata de San Isidro con motivo del Año Mariano, donde permanecería hasta el 10 de junio de 1993, una fecha con mayúsculas porque ese día se trasladó a su emplazamiento actual, la primera catedral de Madrid, que sería consagrada cinco días más tarde por el papa Juan Pablo II. Un momento de ilusión porque la patrona volvía a su casa, al lugar en el que apareció hace siglos y donde es venerada por los feligreses.
El retablo es obra de Juan de Borgoña (final del siglo XV-principios del XVI). Fue realizada para la capilla funeraria de los Condes de Cedillo, en el convento de San Miguel de los Ángeles de Toledo. En 1893, el conde Cedillo se lo vendía al tercer obispo de Madrid, don José María de Cos. La pieza presidía el altar de la capilla del Palacio Arzobispal, hasta que el cardenal Ángel Suquía la cedió a la catedral para albergar la imagen de la patrona de Madrid.
El retablo está formado por 18 tablas con escenas de la vida de Cristo: Encarnación y Nacimiento, Pasión y Muerte, y Resurrección. A ambos lados están los escudos del Papa Juan Pablo II y del cardenal Suquía, y los lienzos con los ángeles oferentes obra de Francisco Ricci que estaban en la antigua iglesia de Santa Maria. Bajo el arco que forma la escalera está el altar propiamente dicho, de granito pulimentado, y detrás el sepulcro de la Reina María de las Mercedes que hizo posible la construcción de este templo.