POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
Se está generalizando la impresión de la pérdida del respeto a la capitalidad del reino, a ese Madrid de nuestros sueños provincianos, sin duda como consecuencia de haberle restado diversos aspectos de su integridad y eso es muy grave por su debilidad y quedar sometida a posibles infecciones a su integridad.
Como muestras de meridiana claridad, el alboroto organizado por las palabras del cardenal Rouco Varela que dijo una verdad a prueba de tortas que es lo nuestro, y mientras duraba esa increíble borrasca, surgen otros dos acontecimientos no menos importantes, el primero el Congreso sobre Filosofía en la Complutense en la que se puede decir de todo, pero solo para los suyos, a nadie se le permitió intervenir si no pertenecía a su rebaño, como se ha podido comprobar toda una lección de respeto al pensamiento, elegancia de formas y delicadeza y respeto al que opina; en resumen todo un ejemplo de ese rabioso extremismo sacado de lo más profundo de los abismos del odio y el rencor a todo lo establecido. Y mientras esto se celebraba Esperanza Aguirre cometía una infracción al aparcar su vehículo en lugar prohibido unos instantes, lo que ha desatado una auténtica tormenta mediática de tales proporciones e intensidad que no ha habido medio, ni horarios en los que no se haya repetido a la vez que en cada emisión o cita no se ha dejado de añadir un detalle nuevo que embrollaba cada vez más la infracción.
Está visto que Esperanza Aguirre, a la que le sobran muchas agallas de las que tienen muchos de esos ganapanes que merodean en su entorno, habla más claro y a tiempo, sabe estar y sin duda todo ese montaje mediático encierra, guarda o esconde, alguna de esas chapuzas cuyo calificativo se sale fuera de la más elemental medida de respeto a la lengua, al vocabulario y a la ética más elemental.
Esperemos que esta infracción de Esperanza Aguirre no se convierta en una comedia o sea el guion de un corto para presentarlo a mediados de mayo con motivo de las fiestas de la capital de la unidad dentro de la diversidad. Gracias, doña Esperanza, por su claridad, firmeza y decisión a la hora de resolver los problemas, está claro que la pureza de sus raíces se mantienen. Esta mañana al pasar por Santa Clara me lo recordó ese recuerdo que mira a una de las joyas de nuestro románico.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/