POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Hoy pensaba amigos lectores comentar algo de mi ciudad, de las tradicionales efemérides de fin de año, del año que está finalizando, o los deseos para el próximo, y no es porque no tenga temas y cosas de las que escribir, pero ha surgido una vivencia que automáticamente me ha apartado de esas monotonías que año tras año se repiten con mayor o menor intensidad… lo mismo «pero un poco más cargado de bombo» decía un amigo mío para reflejar eso de la monotonía.
Pues sí, amigos lectores, ha surgido la chispa y mi coche, a pesar de la niebla y el frío ?salí por la tarde con 3,5º y he regresado con 1,5º?, se ha dirigido a Madrigal, bueno, como que casi me he dejado llevar… ha sido como una premonición. Tenía que ir.
Por un lado, he visto y oído la nueva coral de Madrigal, «Cal y Canto», con tantos amigos… larga e intensa vida a esta nueva formación, es sinónimo de la vida y actividad de una población. Enhorabuena amigos.
Pero la chispa saltó cuando estos días estaba yo en contacto con el sacerdote Willen de la Comisión de Isabel, por eso de la concesión de la medalla de Isabel a nuestra imagen de la Virgen de las Angustias, y sentí la necesidad de acudir a Madrigal de las Altas Torres donde le podría ver, porque tenía una misa con el Monseñor Francisco Javier Acero, Obispo Auxiliar de México DF. con ocasión de la bendición del cuadro de la Virgen de Guadalupe, que es una donación muy especial de la Archidiócesis de México a la casa natal de Isabel de Castilla.
El obispo de México pronunció unas emotivas palabras haciendo eco de lo que en México se recuerda esta tierra, dos grandes personajes que allí dejaron una gran huella. Isabel que con sus leyes humanitarias preservó a «sus indios» siendo la precursora de los derechos humanos. Y Vasco de Quiroga, «Tata Vasco» como allí le llamaban, otro madrigaleño notable, experto jurista, fue mandado allí por el Emperador Carlos para poner orden a algunos abusos producidos en Michoacán, ciudad hermanada con nuestra Madrigal, y tan bien puso orden en las cosas, que de jurista de prestigio pasó a cura y obispo, y fue nombrado el primer Obispo después de México capital.
Un plan humanista de población ideal, que puso en marcha las «ciudades hospital» con toda clase de servicios sanitarios, educativos, religiosos, artesanales… que rallaban la autosuficiencia. Un modelo de sociedad que dio tan gran resultado humano, religioso y económico, que aún hay núcleos con esta organización. Ambos personajes madrigaleños están en proceso de beatificación por sus grandes méritos.
Y de nuevo pude escuchar al coro de las monjas, renovado y de sonido cálido y dulce. Pero lo que a mí que impactó, fuera de este protocolo, es el ambiente espiritual que se respiraba. Y un mensaje. Cuando un monasterio de tan importante historia peligraba su continuidad por eso de la escasez de vocaciones, llegan jóvenes de allá, el efecto rebote de la semilla de Isabel, para salvar su casa y llenarla de contenido y continuidad…
Y pude apreciar ese efecto recíproco, en el coro bajo de la iglesia de las Agustinas de Madrigal, la Virgen del Mar, esa devoción tan de Isabel, esa Virgen de las Angustias rescatada de mar, por eso el sobrenombre de «La Virgen del Mar», devoción de nuestra Isabel y el regreso de otra gran devoción, esta vez mexicana, la Virgen de Guadalupe del Monasterio de Gracia, en Madrigal… Momentos intensos entre las frías paredes de este monasterio-casa natal. Isabel y América…