POR ENRIQUE ALCALÁ ORTIZ, CRONISTA OFICIAL DE PRIEGO DE CÓRDOBA
Sentados en los Adarves,
bandadas de colorines
le cantan al sol que nace.
El río Salado viaja
con su maleta de juncos
mientras saluda a las jaras.
Deja el salitre amargo
cerca de las Angosturas
mientras cruza los barrancos.
Por la sierra de Albayate
campos de amapolas rojas
pintan las rocas de sangre.
Mentas, tomillos, romeros,
plantas que exhalan su gloria
por los agrestes senderos.
El gran pico la Tiñosa
bate su nariz de piedra
para inhalar tanto aroma.
Como gentil bailarina
cimbrea sus duras peñas
para ahuyentar la neblina.
En las huertas de la Vega
olores muy perfumados
trepan a las arboledas.
Por la Haza de la Villa
camuesas y dulces peros
bailan con verdes olivas.
El duende de la Milana
habla alegre con el dejo
con que suenan las campanas.
Genilla pone amarillos
en sus apretados bosques
donde crecen los membrillos.
Priego con esta opulencia
regala en sus alboradas
ritmos de magnificencia.
Madrugada en el balcón.
En las fuentes del Adarve
se pone a beber el sol.
Priego, de las aguas mil,
que despierta sus auroras
con cantos del colorín.