POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)
Aunque flaca es la memoria al tiempo de recordar y el espacio en que me espacio tampoco de sí más da, relaciono aquí unos nombres de poetas a compás que convirtieron mi vida en alumno perspicaz por sus bellas enseñanzas sobre amor, tic-tac, tic-tac.
Vaya el primero Berceo y el segundo Per Abad, uno por Santa María en cantigas de misal; otro por el Mío Cid don Rodrigo de Vivar que en Jimena se apoyó al punto de encaballar hacia tierras morabitas de Valencia y más allá, mientras las suyas quedaban arrasadas por la sal que el buen rey Alfonso VI mandara en ellas echar.
Los dos poetas, columnas de versos de rimar gay en castellano-latino de grata sonoridad, ríos fueron del que hoy se derrama allende el mar: un lenguaje vivo, llano, amoroso y coloquial, con Neruda, Jorge Borges, Nervo tierno, Octavio Paz, Darío, José Martí, Ángel Buesa, Cardenal, Sor Juana Inés de la Cruz y la maestra Mistral…
Antes que ellos Gil Vicente, Juan del Enzina, Boscán, Garcilaso de la Vega por el Tajo tajamar, San Juanito, el medio fraile del “Cántico espiritual”, y el Arcipreste de Hita tras serranas sin parar, y Rojas por Celestina que dio pautas al Don Juan…
Y luego Lope, Cervantes, Góngora, Quevedo -¡ah!- Fray Luis de león y Tirso, Teresa, alzada en altar, Villena, aunque casquivano, Don Álvaro el oriental, Bécquer, Zorrilla, Espronceda o Concepción Arenal, Campoamor, Machado, Lorca, Rosalía junto al Sar, Unamuno en sus escrúpulos, el insigne Valle-Inclán, Dámaso, Hernández, Alberti -a cabalgar, cabalgar…-Aleixandre, Juan Ramón, Foxá, Gabriel y Galán…
Me pierdo entre sus renglones y paro ya de contar. Son algunos de mis muchos maestros de amor en paz, el amor de cada día en la paz universal. Ojalá que a ti, lector, te enseñen a caminar por la vida como a mí. ¡Ay, ojalá, ojalá!