POR LEOCADIO REDONDO ESPINA, CRONISTA OFICIAL DE NAVA (ASTURIAS)
Con marzo amortizado y con abril llevando el mismo camino, y tomando la cosa con humor, cabe, por lo menos, la satisfacción de tener la respuesta a la pregunta que planteaba Joaquín Sabina, cuando cantaba aquello de ¿quién me ha robado el mes de abril?
Y es posible, también, y hasta probablemente aconsejable, mantener alta la moral, aunque ello sea a costa de algún esfuerzo, pues según razonaba cierto sicólogo “la esperanza no es algo muy complicado en sí mismo: consiste en creer que lo que uno desea es realmente posible”.
En este sentido, tomo asimismo en cuenta algo que escribió Ernesto Sabato al respecto, donde dice que “la esperanza no deja de luchar, aunque la lucha esté condenada al fracaso, ya que, precisamente, la esperanza sólo surge en medio del infortunio y a causa de él”.
Ahora bien, mientras nos consta que los sociólogos y científicos recogerán datos y estudiarán a fondo nuestras pautas de comportamiento durante el encierro, y analizarán después, metódicamente, las consecuencias que se deriven del prolongado confinamiento, también tenemos por cierto, volviendo a lo cotidiano, que se han esfumado, como perdídas en el tiempo, las celebraciones de Ramos, Semana Santa y Pascua; las actividades deportivas, con el Europa con opciones de ascenso; las propias de la Casa de la Cultura, Escuela de Música y Biblioteca; las de la Coral, las de los Siceratores, las de la Asociación de Jubilados, las de Amigos de Nava y todas la que se me olvidan, a las que hay que añadir las comerciales que tienen que ver con los negocios y establecimientos de diversa naturaleza que, como consecuencia de la crisis, deben permanecer cerrados.
Por otro lado, y en el marco de las limitaciones que conocemos, nos han dejado un par de vecinas. La primera, Celia Ordoñez Cueto, finó en Oviedo el día 12. Nacida en La Casa ´l Monte, en La Vega de Cecea, e hija de Fermín y de Fermina, Celia, que contaba 84 años, estaba viuda de José Ramón Mayor Rodríguez, fallecido en enero de este mismo año, con el que tuvo la siguiente descendencia; Carmen, José Ramón, Rosana, María Belén y Eva. Y fue la segunda Josefina Faya Loredo, que finaba en el HUCA, Oviedo, el día 16, a los 89 años. Natural de Llames, Nava, Josefina era viuda de Aladino Puente González, naciendo de esa unión los hijos siguientes: José Luis, Pepita y Dolores.
Solía acordarse mi madre de un refrán que decía “Las mañanitas de marzo que las duerma mi criado, que las de abril me las quiero yo dormir”. Ahora encontré otro que se ajusta más a este tiempo, pues dice: “Les mañanines de abril son dulces de dormir, y les del mes de mayu les meyores del añu”. Y es que, después de todo, bien está poder dormir sin agobio.
Otra cosa a destacar, a mi juicio, es el buen tiempo que viene haciendo en lo que va de mes, pues luce el sol la mayor parte de los días. Aprovecho entonces una frase que Eugenio d´Ors dijo sobre Madrid, para, sin pretender comparación, aplicarla a nuestro concejo: “Nava tiene abriles exquisitos y un sin par museo”.
Allá alantrones paézme columbrar una chispina de lluz.
Publicado en La Nueva España. Viernes, 1º de mayo 2020, página 29.