MANISEROS ILUSTRES: D. ADELAIDO CÁRCEL RAMOS
Dic 20 2014

POR JOSÉ LUIS DE TOMÁS, CRONISTA OFICIAL DE MANISES (VALENCIA)

Año 1972.  D. Adelaido Cárcel Ramos besa la mano a S.S. Pablo VI, en Castelgandolfo.
Año 1972. D. Adelaido Cárcel Ramos besa la mano a S.S. Pablo VI, en Castelgandolfo.
25-08-1983. Foto de familia. De izquierda a derecha: el  niño Jaime Cárcel Trullols, Dª. Rosa Trullols, Dª. Mila Cárcel junto a su marido Juan Micó, Monseñor Vicente Cárcel, su hermano Jaime Cárcel y el niño  Vicente Cárcel. En el centro, D. Adelo Cárcel Ramos y junto a él, de pie, su señora, Dª. Vicenta Ortí Calvo.
25-08-1983. Foto de familia. De izquierda a derecha: el niño Jaime Cárcel Trullols, Dª. Rosa Trullols, Dª. Mila Cárcel junto a su marido Juan Micó, Monseñor Vicente Cárcel, su hermano Jaime Cárcel y el niño Vicente Cárcel. En el centro, D. Adelo Cárcel Ramos y junto a él, de pie, su señora, Dª. Vicenta Ortí Calvo.

En Manises, se le conocía como D. Adelo y en la Jefatura Superior de Policía de Valencia era conocido como señor Cárcel. Era manisero desde el año 1934, fecha en que contrajo matrimonio y se vino a vivir a nuestra ciudad. Por deseo propio, todos le conocían por el Comisario Adelo, aunque su verdadero nombre era Adelaido Cárcel Ramos.

Este manisero ilustre había nacido en el seno de una familia de labradores el día 24 de marzo de 1907, en la pequeña aldea conocida como La Portera, distante unos 10 km. de Requena. A los 11 años ingresó en el Seminario de Cuenca. En sus “Memorias autobiográficas”, narra el accidentado viaje desde su aldea al seminario: en carro, hasta Requena; en tren, hasta Utiel; y, finalmente, en coche de línea hasta Cuenca. Cuenta que, al llegar al puerto de Contreras, se detuvo el autobús en una curva, ya que no podía con el peso del pasaje. Los viajeros subieron a pie, por un atajo, hasta la cumbre, donde pudieron subir de nuevo al autobús y continuar viaje.

En 1927 abandonó el seminario, donde había cursado Humanidades, Filosofía y dos años de Teología, además de Latín y Griego. Cuando trató de convalidar sus estudios religiosos, se le dijo que debía estudiar de nuevo el bachiller si quería obtener el título, empezando por el examen de Ingreso. Estudió con tesón hasta obtener su Bachiller. Y llegado a ese punto se planteó fríamente el futuro. Pensó en opositar para poder ingresar en la Academia General Militar de Zaragoza. Pero su deseo se vio frustrado por el advenimiento de la República de 1931, que clausuró dicha academia. Entonces buscó, entre las oposiciones que se ofertaban, la que más le cuadrara. Y decidió preparar la oposición para ingresar en el Cuerpo General de Policía. Tras aprobar la misma, siguió un curso en la capital de España, siendo su primer destino Madrid, como escolta del Ministro de Justicia, D. Álvaro de Albornoz.

Su destino en Valencia le llevó a la Jefatura Superior de Policía, que entonces se hallaba en la calle Samaniego, en el edificio del que fuera Palacio de los barones de Terrateig. Dicho edificio fue anegado, andando los años por la riada de 1957, siendo trasladada la Jefatura a la Gran Vía.

Llevaba un año en Valencia, cuando conoció a D. Julián Uviedo, por cuyo conducto conoció en Manises a “una chica morena, de buena presencia, de 22 años, llamada Vicenta. Y decidieron casarse en la primavera de 1936, pero el comienzo de la guerra, les obligó a posponer la fecha. Contrajo matrimonio con Dª. Vicenta Ortí Calvo el 24-08-1939. Tuvieron tres hijos: Vicente, actualmente Monseñor Vicente Cárcel, que tiene más de 50 libros de historia publicados; Jaime, Ingeniero Industrial y Arquitecto; y Mila, doctora en Filosofía y Letras y profesora universitaria.

El alzamiento nacional de 18 de julio de 1938 le sorprendió, pues, en Valencia, que era zona republicana. Recuérdese que el gobierno de la República que presidía Azaña, tenía la sede del gobierno en Valencia. Por tal motivo, nuestro manisero fue encarcelado, desde el 20 de septiembre hasta el 23 de octubre de 1936, por el único motivo de ser católico practicante. Al regresar a la Policía prestó los servicios propios de la profesión, como funcionario público. Y al finalizar la guerra, al llegar las depuraciones, por haber estado trabajando en zona republicana, se le expulsó del Cuerpo General de Policía y se quedó en la calle, absolutamente abandonado. Pero se hicieron las gestiones adecuadas y se pudo demostrar que nuestro manisero actuó como un funcionario público, ajeno a otras cuestiones. Finalmente fue rehabilitado en la Jefatura de Policía.

Tiene varios libros inéditos, mecanografiados y encuadernados, de un valor incalculable. Son textos escritos con el tesón de un cronista oficial, que llegan hasta las raíces de las materias tratadas. Se pueden destacar los siguientes títulos:

“Historia del Clero Diocesano de Cuenca”. 2 volúmenes, con unas 1800 páginas.

“La aldea de la Portera.” Genealogías familiares de los vecinos. 400 páginas que analizan las costumbres, matanza del cerdo, fiestas y tradiciones de la población

“El clero del Arziprestazgo de Requena. 400 páginas.

“La aldea de Los Pedrones. 350 páginas.

“Las aldeas de Hortunas y el Rebollar. 500 páginas.

Intervino durante mucho tiempo en Radio Manises, con un programa titulado “Galería del Hampa”. En él se narraban diversos sucesos en los que intervino la policía. También se alertaba de las estafas, hurtos, robos y defraudaciones más frecuentes.

Era un hombre culto, muy leído y con una memoria envidiable. En 1963 intervino en un programa radiofónico “De 500 a 500.000 pesetas.” Nuestro manisero ilustre se presentó al concurso sobre el tema “San Pío X”. Se trataba de ver quién conocía más profundamente la biografía del papa S. Pío X. Ganó un premio de 50.000 ptas. Las circunstancias de la vida hicieron que su hijo, Monseñor Vicente Cárcel, pasados muchos años, se encontrara en Roma con José Luis Pécker, locutor que llevó el concurso citado anteriormente. Y le hizo una confidencia. Su padre debía haber ganado las 500.000 ptas. Pero estaba pactado que no llegara a esa cantidad, pues era muchísimo dinero para la firma patrocinadora. La respuesta a la última pregunta la dieron por mala. Pero no era cierto. Había dos libros que daban una versión diferente de lo preguntado, y no aceptaron la respuesta, que siempre habría sido mala, respondiera lo que respondiera.

Este manisero ilustre, de gran preparación humanística y cristiana, era hombre muy leído y de vasta cultura. Tras él quedó un sustrato cultural en la policía y su bondad dejó una huella imborrable a su alrededor. Este hombre cultísimo, no pudo ver publicadas sus obras.

Como se ha visto, su vida tuvo lances de auténtico peligro, que superó con tenacidad. Siempre guardó silencio respecto a tales avatares, pero le serían de aplicación las palabras del escritor francés, Alejandro Dumas: “Aquel tiempo tan feliz en que fuimos tan desgraciados”.

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