MANISEROS ILUSTRES: D. JUAN SANTOLARIA GÓMEZ
Abr 06 2014

POR JOSÉ LUIS DE TOMÁS, CRONISTA OFICIAL DE MANISES (VALENCIA)

D. Juan Santolaria Gómez
D. Juan Santolaria Gómez
Año 1953. Cuatro  maniseros, pioneros de la fotografía. Llevan al cuello la misma máquina de fotografiar alemana, “Leica”. De izquierda a derecha: D. Carlos Sanchis, D. Juan Satolaria, D. José Gadea y D. Juan Soler.
Año 1953. Cuatro maniseros, pioneros de la fotografía. Llevan al cuello la misma máquina de fotografiar alemana, “Leica”. De izquierda a derecha: D. Carlos Sanchis, D. Juan Satolaria, D. José Gadea y D. Juan Soler.

Este manisero, un tanto desconocido para la juventud que habita nuestras calles, merece ocupar un lugar destacado en la historia de nuestra ciudad. Le corresponde el mérito de ser uno de los seis profesionales que trajeron a Manises la fotografía. Los otros fotógrafos fueron: D. José García Planells (“el Tío Pepet”), D. Carlos Sanchis García, D. Vicente Royo Vilar, D. Francisco Comeche, D. José Gadea Luján y D. Juan Soler Herreras.

Había nacido el día 25 de enero de 1916, en Llombay (Valencia). Sus padres fueron D. Lorenzo Santolaria y Dª. Dolores Gómez. El motivo de nacer en Llombay se debió a la profesión del padre, que era Sargento de la Guardia Civil, que se hallaba destinado en aquella población al nacer el niño. En la familia había varios miembros integrados en la Benemérita.

En la Navidad de 1954, D. Juan Santolaria contrajo matrimonio con Dª. Concepción Valls Torrent. Y en octubre de 1955 nacía su hijo Juan. Apenas estuvo casado un año y medio. El 22 de de junio de 1956, moría en el Hospital Militar, situado entre Quart de Poblet y Mislata. No están muy claras las causas del fallecimiento y todo apunta a un fallo médico. Según cuenta su hijo Juan, el Sr. Santolaria para acudir al hospital subió al tranvía con gesto jovial. Dijo que pronto regresaría a casa, ya que se trataba de una intervención que no revestía demasiada gravedad. Su esposa tuvo noticia del fallecimiento de boca del anterior cronista de esta cuidad, D. José M. Moreno Royo que había ido al hospital a visitarle y lo encontró ya sin vida.

En su juventud practicó deporte, sobre todo fútbol, en cuya disciplina destacó por su buen juego. En 1934 estaba en las filas del Levante como “amateur”. Ese año, en el mismo equipo, jugaban dos amigos de Manises, “el Tomaso” (pintor) y el gran futbolista, D. Vicente Martínez Catalá.

Había ingresado en edad temprana en la Guardia Civil. En 1936 se hallaba destinado en el Puesto de Prat de Llobregat (Barcelona), prestando servicio propio del Cuerpo y Destacamento del Campo de Aviación, como se llamaba entonces al aeropuerto. La guerra fraticida española le sorprendió, pues en Barcelona. El 26 de octubre de ese año se vio obligado a huir del país, junto con dos guardias más y buscar refugio en Francia. Permaneció en Avignon unos días hasta que le fue entregado el pasaporte. De allí pasó a Marsella y después a Génova. En Italia le proveyeron de un nuevo pasaporte para poder cruzar la frontera franco-española. Entró en España por Dancharinea (Navarra), el 20 de noviembre de 1936, presentándose inmediatamente en la Comandancia de la G. Civil. El 1-12-1937 se incorporó voluntario en el ejército, como Sargento, en el 5º Batallón de Infantería San Marcial nº. 22, de Burgos. Finalizada la guerra, en fecha 15-01-1942 fue destinando a Valencia, prestando servicio en el Cuartel de Arrancapinos, como escribiente, ya que había estudiado Contabilidad y Comercio. Estaba autorizado a vestir siempre de paisano.

Tal vez la pasión por la fotografía le nació al entrar en contacto con los servicios propios de la identificación policial, con la reseña fotográfica de los detenidos. En Manises todos le conocían por la fotografía. Al igual que sus amigos fotógrafos, siempre llevaba colgada al hombre su máquina “Leica”, de fabricación alemana. El primer flash electrónico que llegó a Manises lo adquirió él y pesaba 10 kg.

Según contaba D. Carlos Sanchis García, allá por el año 1953, la Policía Española expuso los planes, novedosos, para la obtención del nuevo y obligatorio Documento Nacional de Identidad. Ello suponía que todo el mundo debía conseguir su fotografía “tamaño carnet”. A tal fin, el alcalde de Manises, a la sazón D. Francisco Gimeno Adrián, reunió a cuatro fotógrafos (D. Carlos Sanchis, D. José Gadea, D. Juan Santolaria y D. Juan Soler). A cambio de la concesión de la licencia para las fotos del D.N.I., el alcalde les pidió una pequeña aportación, a fin de costear la edificación de la pasarela del cementerio.

El hombre que aparece en la fotografía de aspecto adusto, ojos que guardan silencio en mansedumbre y porte distinguido, tal parecería que tuviera doble personalidad. Si alguien llegara a pensar que se trataba de un guardia civil de tricornio y mostacho, se equivocaría. Su vida tuvo dos vertientes, la profesional y la de fotógrafo en Manises, donde formaba parte de un gran grupo de amigos. Y es en este círculo donde el profesional serio se convertía en persona bromista, alegre y desenfadada. La amistad era algo sagrado. Si afirmamos que formaba parte de la célebre “Peña Calavera” de la ciudad, los más mayores del lugar saben las bromas que gastaban.

Hablando de su humor, se cuenta que cierto día caminaba por Manises, cuando vio al “Tomaso” subido a una escalera en plena calle, pintando los barrotes de un balcón.

-Tomaso, agárrate a los barrotes que te voy a quitar la escalera –le gritó Santolaria.

El otro, que conocía a su amigo, obedeció. Tan pronto estuvo colgado de los barrotes, la escalera se vino abajo. Tuvo que ser un señor que pasaba el que le colocó la escalera al pintor.

Seriedad, buen humor y profesionalidad conforman las facetas de este manisero ilustre, pionero de la fotografía en nuestra ciudad.

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