Se querían, sabedlo. Cada 28 de enero, desde hace diecinueve años, el diario ABC publica una esquela con este texto: “Nunca morirás porque nunca dejaré de quererte. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria?”. Está firmada por Enrique de Aguinaga, el más antiguo cronista oficial de Madrid y el decano de los españoles, y recuerda a su esposa, Manuela Martínez Romero, Manolis, nacida en Ribadeo en 1921 y fallecida en Madrid un 28 de enero del año 2000, a los 79 años.
La esquela, además de una declaración de amor, es un modo de recordar la enorme personalidad de una de las pocas mujeres que ejerció el periodismo durante el franquismo y la primera titulada por la Escuela Oficial de Periodismo en 1947. Y una forma de evocarla en estos tiempos de amnesia colectiva, restrictiva y parcial.
Pocos dan cuenta de ella hoy en Ribadeo. Y, sin embargo, allí nació, como recuerda el maestro Juan Soto, en 1921. Era hija de José Martínez Pereiro, maestro en la villa, y de Dolores Romero Blanco. Se casó en A Coruña en noviembre de 1951 con el extremeño Enrique de Aguinaga y tuvo seis hijos: José María, Pablo (+), Miguel, Ignacio, Atocha y Santiago.
Manolis -que así era conocida por ser este el seudónimo que utilizaba- era una periodista de raza y de raíz. Su padre, además de maestro, era abogado y dirigió El Ideal Gallego en A Coruña entre 1931 y 1936. Una vez que entró en el oficio nunca pudo salir del periodismo y a él se abrazó, como si fuera un sacerdocio.
De Arriba a TVE
Formó parte de la primera generación de mujeres tituladas, fue redactora de Arriba de 1947 a 1951 y de 1974 a 1979. Tuvo una colaboración fija en Radio Nacional de España (RNE), fue Redactora Jefe de Programas de Televisión Española (TVE) y del Gabinete de Comunicación del Ministerio de Información y Turismo. Publicó habitualmente en revistas como Bazar, Campiña, Teresa, Ama, Plaza Mayor, Chan, Cristal, Vía Libre, Servicio, Mundo Cristiano y Ser Padres. Utilizó con frecuencia los seudónimos de Manolis Romero y DC y fue miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid y progenitora de otros cuatro asociados…
A lo largo de su vida compatibilizó su profesión con la vida familiar. Era madre de familia numerosa y, por su gran carisma personal, se erigió en el aglutinante de la familia de su marido, el también periodista Enrique de Aguinaga. Los dos compartieron vida y oficio y figuraron entre los 53 comensales que homenajearon a Ramón Gómez de la Serna el 1 de mayo de 1948 a su vuelta del exilio, invitado por el Ateneo de Madrid. Entre ellos figuraban cronistas y escritores de la talla de César González Ruano, Vicente Cebrián, Antonio Díaz Cañabate, Antonio Fernández Cid, Gaspar Gómez de la Serna, Santos Alcocer, Tomás Borrás, Antonio Valencia y otros. Pero, de mujeres, solo ella y Trinidad Nieto Funcia…
MEMORIA DE MARIÑÁNS POR MARTÍN FERNÁNDEZ
Una generación de precursoras en la prensa española que hoy están olvidadas
El olvido y el ninguneo que sufrieron y sufren las mujeres es palpable entre las que fueron precursoras en el periodismo a principios del siglo pasado. Con la excepción de Pardo Bazán o Concepción Arenal, en la indiferencia habitan Carmen de Burgos, Sofía Casanova, Mary Luz Morales o Josefina Carabias.
A Carmen de Burgos le impusieron el seudónimo Colombine. Abrió muchos caminos: se casó con un hombre mayor, tuvo una hija, se separó y la cuidó sola, defendió el aborto, el divorcio, el voto femenino y fue corresponsal de medios nacionales e internacionales en la Guerra de Marruecos. La coruñesa Sofía Casanova fue cronista de la 1ª guerra mundial y de la Revolución rusa y su paisana Luz Morales, directora de La Vanguardia.
Josefina Carabias fue la primera periodista tal y como hoy se concibe: trabajó en una Redacción, vivió de ello, fue cronista parlamentaria en 1932 y la primera locutora de noticias de España. Al volver del exilio, trabajó en YA en los 50 y fue informadora de medios extranjeros.
Tras la Guerra del 36, el Fuero del Trabajo dejaba a las mujeres en casa. Algunas se rebelaron y fueron auténticas precursoras desde la Escuela de Periodismo: Pilar Narvión llegó a la subdirección de Pueblo; Mary Santa Eulalia fue la primera fémina en hacer crónica política desde Efe; la asturiana de Belmonte de Miranda, Ángeles Villarta, inició el periodismo social, político y de denuncia; y otras se ocuparon en distintas secciones como Pura Ramos, Toña Bosch, Aurora Mateos o la ribadense Manoli Martínez Romero.
En una u otra medida, el sectarismo de un lado y de otro las mantiene a todas silenciadas, postergadas, en el olvido.
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El padre, director de El Ideal, y el marido, cronista de Madrid
El padre de Manolis se llamaba José Martínez Pereiro (Noia 1888-A Coruña 1957) y su madre, Dolores Romero Blanco, fallecida en 1974. Procedían de sendas familias de Noia cuyos ideales oscilaban entre el moderantismo y el conservadurismo cristiano.
Él ejerció el magisterio en Porto do Son y Ribadeo y el periodismo y la abogacía en A Coruña. A finales de los años veinte trabajó para la Diputación coruñesa como asesor jurídico y en 1929 fue elegido diputado provincial. En la Segunda República, de 1931 a 1936, dirigió El Ideal Gallego y ya en el franquismo fue letrado asesor del Concello de A Coruña.
Sus posturas conservadoras hicieron que, tras la guerra, al crearse la primera Junta de Censura cinematográfica de España en la ciudad herculina, la otra fue la de Sevilla- Martínez Pereiro figurase en ella como representante de los padres junto a Francisco de la Rocha, gobernador civil; José Táboas, de los centros culturales; Gabriel López Campanioni, de las empresas; Telesforo Cantó, de la autoridad militar; y José Mª Caruncho, de la Sociedad de Autores. Manolis se casó con Enrique de Aguinaga (Valverde del Fresno-Cáceres 1923), catedrático de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, profesor de la Universidad San Pablo-CEU, periodista y cronista oficial de la villa de Madrid. De Aguinaga, que en la actualidad reside en Madrid, fue docente a lo largo de 56 años en diversos centros: Escuela de Periodismo, Facultad, CEU, máster de ABC- y ejerció el periodismo desde 1945 en Arriba, La Vanguardia, Hoja del Lunes, Ya, La Voz de Madrid, Radio Nacional y La Gaceta. Fue secretario general de la Asociación de la Prensa y de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) y obtuvo numerosos premios, entre otros el Premio Nacional de Periodismo, el Luca de Tena, el Mesonero Romanos y el Rodríguez Santamaría. Enrique de Aguinaga fue amigo del dibujante, humorista y escritor Antonio Mingote y escribió numerosos libros de pedagogía periodística para sus alumnos de la Universidad Complutense y sobre historias de Madrid.
Fuente: https://www.lavozdegalicia.es/ – MARTÍN FERNÁNDEZ