POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
El amor, que es ciego según dicen, obra milagros y abre negocios. Y así, hace de esto muchos años, una monja profesa del astorgano convento del Sancti Spiritus, un tanto braguetera ella, se enamoró y «ligó» con un empleado del monacato. Abandonó su vida religiosa, casó con su amor y con él formó familia y abrió obrador de confitería (las monjas son expertas en dulces). Su bandera: las mantecadas; hoy estandarte de Astorga.
Sospecho yo que, dado el trasvase cultural entre conventos, es posible que la tal fórmula monacal pasara a monasterios asturianos y de éstos al pueblo fiel. Prueba de ello es que en libros de cocina asturiana, ya antiguos, se cita a las «mantecadas de Astorga» y a las «mantecadas asturianas». Y como en Cornellana (Salas-Asturias) tenía vigor de influencia el Monasterio de El Salvador, ¿por qué no pensar que alguna de esas recetas dulceras asentara reinado de obradores en esta localidad?
Ana Menéndez, que es de La Oteda, en Tineo (concejo donde el Monasterio de Obona tuvo especial relevancia) se propuso en su Confitería «Casino», en Cornellana, rescatar aquellas mantecadas de antaño.
Y lo logró con éxito de «suma y sigue», como decía un amigo mío.
Y ahora, al hablar de mantecadas, recuerdo un epigrama que escribió Juan Pérez Zúñiga (1860-1938) en su libro «Cocina Cómica», cuya edición de 1920 poseo.
Dice así: «Buenas tardes, Leonor, / ¿Y tu esposo? Ahora saldra. / En este momento está / PASTANDO en el comedor. / ¿Pastando? ¡Qué bromas gastas / Se va el hombre a resentir! / No, tonta; quiero decir / que está tomando unas PASTAS».
Bueno, pues eso: como no puedo darles la receta de estas mantecadas, les invito que vayan a Cornellana, adquieran mantecadas en «Casino», dulcerías varias en «Monasterio»; después acérquense a Salas, visiten su Colegiata, y disfruten con los Carajitos del Profesor.
Todo un recorrido dulcero-cultural.