Manuel García Cienfuegos fue nombrado cronista de Montijo en septiembre del 2012. Ahora también narra las vivencias de Lobón, localidad sobre la que ha escrito un libro que saldrá a la luz el próximo diciembre.

–¿Cómo se siente al ser reconocido y nombrado cronista por segunda vez?

–Siento alegría porque se acuerden de mí. En 2013 fui pregonero de las fiestas de San Agustín de Lobón. Y es una satisfacción que a una persona que no es del pueblo se le reconozca con este cargo, que premia una labor. Agradezco al alcalde que hiciera la propuesta, y que el PP y PSOE por unanimidad dijeran que sí.

–¿Cómo ha sido su recorrido como cronista oficial?

–Bueno, a mí siempre me ha preocupado saber de dónde veníamos, de donde procedíamos, de dónde venía Montijo, quiénes fueron los que fundaron el pueblo. Y un buen día, Carmelo Solís, canónigo de la catedral y directorio del Conservatorio de Música de Badajoz, vino con una profesora de Historia del Arte catalogando la platería de la baja Extremadura en el año 79-80 y me enseñó a leer un poco la información parroquial, y a partir de ahí empezó mi interés.

–¿Se atrevería con una tercera localidad?

–Bueno, si es preciso ahí estaremos. Yo de Puebla tenía hecho el trabajo de tres libritos sobre demografía, de nacimientos, matrimonios y defunciones y si hay otro pueblo que me diga que sí, intentaremos sacar. Cuando hay ganas de hacer las cosas, siempre salen adelante. Yo es que tengo esa máxima: «No le des trabajo a uno que nunca hace nada, dale el trabajo a uno que tiene mucho trabajo porque siempre buscará un hueco para hacerlo».

–¿Con qué periodicidad se sienta a escribir crónicas?

–Esto va por rachas. Por la tarde o fines de semana es cuando más me concentro en los trabajos que estoy haciendo. Ahora estoy haciendo un libro para una cofradía de Semana Santa que cumple el 75 aniversario pero que sus reminiscencias históricas parten del siglo XVII, que fue el hospital de Jesús Nazareno. También quieren redactar para el 2016 un libro con el motivo de su fundación.

–Es decir, que siempre trabaja de cara a largo plazo.

–Si, esto a corto plazo es imposible. Tú ten en cuenta que por ejemplo, te puedo hablar de un trabajo que hice sobre el tema de la esclavitud en los tiempos modernos desde 1645 hasta 1755. Fueron 100 años que vacié información de Montijo, Puebla y Talavera la real, y fueron 20.000 partidas de bautismo que me leí. Eso requiere un tiempo, y una vez que tienes la información, tratarla y redactarla.

–Todos estos años de investigación, incluso antes de ser nombrado cronista, le habrán dado mucho como para conocer a fondo la evolución histórica, económica y social de Montijo. En su opinión como experto, ¿hacia dónde cree que camina el pueblo ahora?

–El río Guadiana delimita mucho un sitio y otro. Lobón desde la antigüedad ha sido más importante que Montijo porque estaba mejor situado. El puente de Lobón no existía, existía la Carrera Real que comunicaba las capitales de España y Portugal (lo que hoy conocemos como autovía), y atravesaba Lobón, donde había una parada de diligencia y unas ventas para la gente que venía o iba de Badajoz a Madrid y se paraban o cuando venían de Mérida a Badajoz, y también hacían un alto en el camino. Las valijas el correo se recibían en Lobón, y Montijo y Puebla iban hasta allí cruzando el río en barca, algo peligroso por las crecidas de agua. Las vidas de ambos pueblos cambian con la llegada del ferrocarril, que suple un poco la Carrera Real y Montijo y Puebla salen ganando al estar a la otra orilla por donde pasa el ferrocarril Badajoz-Ciudad Real. Ya el correo no se recibe en Lobón, sino en Montijo, y los loboneros son los que tiene que venir a por el correo. ¿Qué pasa? Pues que las comunicaciones que tanto nos acercan en el tiempo ahora resulta que nos hacen la autovía y perdemos importancia en el tema de las comunicaciones. Montijo en ese sentido está aprisionado por dos platillos, entre Mérida y Badajoz. El enlace con la autovía es fundamental. El desdoblamiento de la carretera que tenemos del puente de Lobón a Montijo sí es necesario. Ahora mismo es una época de cosecha donde cualquier tractor con tomates o que lleve maíz produce una retención de tráfico de un cuarto de un cuarto de hora. Y las comunicaciones son muy importantes, tanto para Montijo, como para Puebla, como Valdelacalzada, para salir rápidamente a la autovía y propiciar los acercamientos de los comercios, y los acercamientos industriales.

El comercio se ha quedado un poquillo anticuado, no se ha innovado porque muchas gente con las grandes superficies se va a Badajoz o Mérida y no compran en Montijo, cuando eso fue puntero en la época de los pueblos de colonización, con el Plan Badajoz.

–¿Montijo y Lobón esconden todavía tesoros ocultos que contribuirían a atraer gente?

–Montijo tiene muy cerca la villa romana de Torreáguila, que es un foco muy importante desde el punto de vista turístico pero no está señalizada desde la autovía. También habría que buscar un poco los recursos turísticos que tenemos, que no son muchos pero habría que aprovecharlos. Torreáguila fue además un centro importante desde del siglo I hasta el V donde hubo bastante material relacionado con el cultivo de la vid y del olivar, presas romana, y un gran complejo de termas en la villa, en la que las personas que se desplazan desde Mérida a Badajoz y viceversa podría pararse. Lobón está plagado de muchos restos romanos, pero lo poquito que tenía (tres ermitas, un hospital, el castillo y el convento) ahora han desaparecido.

Fuente: http://www.elperiodicoextremadura.com/ – Ana Lara