Cuando en la madrugada del domingo Julio López me informó por Whatsapp de la muerte de Don Manuel Moreno Valero entendí por qué no respondía a mis últimos emails. Me había enviado su último libro y yo, mediante esos correos, quería agradecérselo.
Con Don Manuel hablaba o me escribía de vez en cuando. Normalmente, era él quien llamaba, sobre todo para preguntar o interesarse por esta o aquella cosa que sucedía en Pozoblanco, aunque no faltaban sus opiniones acerca de alguno de mis escritos. Siempre estuvo muy pendiente de todo lo que sucedía en su pueblo.
Manuel Moreno Valero, como él mismo decía, era por encima de todas las cosas un sacerdote. Pero un sacerdote tarugo orgulloso de serlo, un estudioso hasta los últimos momentos de su existencia de la vida de las gentes de Pozoblanco y de sus costumbres y un divulgador fuera de lo común. Creo que Pozoblanco tiene una pequeña deuda con él que necesariamente tendrá que saldar algún día
Descanse en paz en la presencia de Dios.