El callejero de Fermoselle ha incorporado a uno de sus ilustres hijos. La calle Libertad es desde ayer oficialmente calle de Manuel Rivera Lozano. El pueblo, con su Ayuntamiento a la cabeza, ha querido así perpetuar la memoria de quien ejerció «un fermosellanismo por convicción y devoción». Las palabras son de Olga, la hija de Manuel Rivera, encargada de sumergirse en el pensamiento de su padre, de bucear en sus múltiples escritos y, desde ahí, efectuar un detallado y emotivo relato de la historia de Fermoselle. «Tu único sueño era dar a conocer más allá de nuestras fronteras el nombre de tu patria chica» evocó.
Allí, en el salón de plenos del Ayuntamiento, resonó la voz y el pensamiento de quien fuera cronista oficial de su pueblo, trovador de una historia que, hasta el fin de sus días, contaba cada domingo en LA OPINION-EL CORREO como también recordó Olga Rivera. El santuario de la Virgen de la Bandera, la ermita de la Soledad, la Santa Cruz, San Albín, los campos de vid y olivo con «el padre Duero y su tributario Tormes», la Cicutina, el Piélago, los sones de la campana torera «que anuncian el milagro de la fiesta eterna …».
En su discurso de agradecimiento por el nombramiento de Manuel Rivera como Hijo Predilecto, su hija desgranó un recorrido sentimental con recuerdos tan personales de su padre como «aquel feliz 27 de junio de 1953, cuando Fermoselle vistió sus mejores galas para celebrar por todo lo alto y recibir con una de sus mayores alegrías el agua del río Tormes que, hasta entonces, pasaba burlón y tranquilo con toda indiferencia a nuestro lado».
Perdida entre los papeles que fueron «su vida y su tesoro», Olga Rivera confesó cómo ha entendido con el tiempo» el interminable e incansable tecleo de aquella «Olivetti» de color verde, transcribiendo datos, redactando artículos, dando forma a la primera publicación de tu libro… Y yo a tu vera, merodeándote, jugando y hasta recortando en pedazos tu pequeña colección de sellos».
Olga Rivera agradeció a su padre la herencia en forma de «tus valores, tus verdaderos caudales y tu palabra perpetua». También hubo reconocimiento hacia su madre, Rosario Esteban, presente en el acto junto a la hermana del homenajeado, Teresa; su yerno, Josué Crespo; y sus nietas, Elisa y Teresa que asistían curiosas y atentas a tan emotivo acto. O los ya ausentes abuelos, José y Pilar.
El alcalde de la villa, Alejandro Fermoselle, recordó los gestos de Manuel Rivera con el pueblo «siempre colaborando desinteresadamente», que fueron correspondidos con la elección como pregonero, la calle o el Hijo Predilecto. También con el Pulijón de Oro, que ayer su hija lució con orgullo. Y del reconocimiento de Manuel Rivera allende las fronteras se encargó Iza Flores Marcos, hija de la emigración como tantos fermosellanos. Resaltó el cariño que se le profesaba en muchos puntos de España y América donde los sayagueses de este rincón de Zamora plantaron su semilla.
Como el recuerdo perenne hacia Manuel Rivera, desde ayer inmortalizado en una calle y en un acto para la historia de la villa.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/ – I. Gómez