POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
¿Se acuerdan ustedes de Magdalena Iglesias o, mejor dicho, de Madalena Lucilia Iglesias do Vale?
No; supongo que no y, claro, se lo voy a recordar.
Fue MADALENA IGLESIAS una cantante y actriz portuguesa, nacida en Lisboa en 1939, representante de Portugal en Eurovisión en la década de 1960, y que aquí, en España, hizo famosa su canción «Septembro» hacia 1966.
Falleció en Barcelona el 16 de enero del pasado año.
Así decía en esta canción, que hoy recuerdo con especial cariño:
«Septiembre se muere,
se muere dulcemente,
con sus uvas maduras
y sus manzanas verdes.
Un amargo silencio
se quiebra en su vertiente,
y en su luz amarilla
mis sueños palidecen…»
Efectivamente, ya entró el otoño y septiembre se nos va entre soles de verano y atardeceres amarillo-rojizos de invernía. La primavera, con su despertar de naturaleza, nos regala verdes de arbolado y campo; el otoño reina con sus ocres, sus rojizo-amarillentos, sus hojas muertas caídas en tierra. Yo siempre veo en septiembre mi destino de fin.
Septiembre es mes de vendimia y de otras muchas frutas (peras, piescos, higos de San Miguel, nueces, avellanas…) y época de aprovechamiento de las «primeras manzanas que caen al suelo»; semimaduras, picadas, algunas hasta con su «gusanín» interior… En Asturias las llamamos «MANZANES DEL SAPU».
Estas manzanas, poco apreciadas y curiosamente muy consumidas, tienen una doble finalidad: «mayarlas» para extraer su MOSTO («sidra del duernu») dulce y con un cierto regusto a verdín, mosto que al dejarlo fermentar dará vida a la primera SIDRA DULCE (ya con «burbujinas» de dióxido de carbono); y la confección de COMPOTAS.
Pues nada. A elaborar con calma y amor una «compotina de manzanines del sapu «.
Se pelan las manzanas y, eliminado su «corazón» (la «jaspia») y las partes deñadas, se trocean y llevan a una cazuela cubriendo con una mezcla al 50 % («mitá y mitá») de agua y sidra del duernu. Con las manzanas se suman azúcar al gusto, unos higos pasos, unas uvas pasas y un palo de canela.
Cuece todo a fuego medio hasta que las manzanas estén blandas pero sin llegar a deshacerse.
Esta compota ha de resultar ligeramente «caldosa» y con un sugestivo gusto a sidra dulce.