La fotografía se la hago en su gabinete, donde trabaja, estudia, escribe y también tiene algunos de sus libros, sobre todo ediciones antiguas. Las paredes están llenas de fotografías históricas, documentos, grabados… Mariano es un gran coleccionista de fotografías. Es un asiduo del Rastro de Madrid y de las más importantes ferias de coleccionismo y de fotografías. Como sabe que me va a dar en el hueso del gusto, me enseña un antiguo óleo que representa a Isidoro Máiquez declamando en el Teatro y un ensayo sobre el gran actor cartagenero: Isidoro Máiquez, discípulo de Talma, una primera edición de Alberto Colao. En el despacho hay, además, otras muchas joyas documentales, objetos antiguos de las minas, una magnífica colección de minerales y algunos dibujos de su autoría, porque Mariano, alma inquieta donde las haya, también ha cultivado el dibujo y la pintura.
Me cuenta que cuando vino a Mazarrón «empecé a escuchar historias de la minería, investigué el esplendor minero de aquella ciudad que pasó en poco tiempo de 4.000 a 30.000 habitantes y que tenía varios teatros, café-cantantes, comercios, tiendas de ultramarinos, famosos burdeles… La verdad es que hay mucho en común entre Cartagena, La Unión y Mazarrón, incluso en su pasado histórico y arqueológico, con las civilizaciones mediterráneas que han desembarcado aquí y comercializado con estas tierras». En nuestra conversación hablamos de sus publicaciones: ha escrito 7 libros sobre Mazarrón y decenas de artículos sobre esta zona del Sureste, ha impartido multitud de conferencias y no para de investigar y de recopilar documentos y material gráfico; para ello Mariano se ha convertido en un asiduo de los archivos, además de recoger la memoria oral de los viejos. En los años 90 escribió Mazarrón 1900, gran libro del que el próximo 3 de diciembre presenta una nueva edición, aumentada, revisada, con nuevas fotografías e ilustraciones y un diseño maravilloso de José Luis Montero. Se lo van a quitar de las manos, sin duda.
De entre sus muchas colaboraciones a la cultura, no hay que olvidar que fue el creador e impulsor del Concurso de Pintura Rápida al Aire Libre ‘Paisajes de Mazarrón, Memorial Domingo Valdivieso’, siendo su responsable durante aquella primera etapa en la que se hacía en la maravillosa Iglesia de San Andrés, entonces desacralizada, lugar mágico para exponer los trabajos de los mejores artistas nacionales en esta especialidad. Lo recuerdo perfectamente pues participé, con éxito, en varias ocasiones, y lo veía pendiente de todo y hasta en posesión de las llaves de la iglesia, lástima que, una vez restaurada por la Consejería de Cultura, a instancias de Mazarrón, le entrasen ganas al obispado de volver a sacralizarla, realmente ya no es necesaria para el culto pero sería divina para la cultura.
También hablamos de viajes. Mariano es un viajero empedernido, desde hace tiempo, cada año hace con la familia un gran viaje por lejanos países y tierras exóticas. Este verano ha estado en Indonesia y en las islas Célebres. Me apasionan las anécdotas que me cuenta y le sugiero que debería escribir un libro con sus experiencias: viendo los gorilas en Uganda, donde les pilló un golpe de Estado, en el Reino de Bután, en el Tíbet, donde hay hasta un Ministerio de La Felicidad, por La India, Perú, Argentina, Chile, África… «Nos queda ir a Nueva Zelanda y Australia, una asignatura pendiente», y me subraya que lo mejor de los viajes es la planificación minuciosa que con anterioridad hace con su hija Carmen, profesora de historia y ahora muy conocida por sus apariciones en el programa televisivo de El Condensador de Fluzo y añade: «Estoy de acuerdo con ella en que viajar te enseña, te cambia y te cura, yo no podría decirlo mejor».
En su biblioteca veo sus obras, como ese magnífico volumen con unas fotografías impagables: Cartagena, La Unión, Mazarrón, un viaje por la costa en los umbrales del siglo XX, y me dice: «En realidad me gusta más escribir que leer. Me apasiona la fotografía antigua. Esta semana acudo en París a una feria de fotografía, ni te imaginas las viejas fotografías de por aquí, de fotógrafos viajeros, que puedes encontrar por Europa».
Me cuenta que cuando vino a Mazarrón «empecé a escuchar historias de la minería, investigué el esplendor minero de aquella ciudad que pasó en poco tiempo de 4.000 a 30.000 habitantes y que tenía varios teatros, café-cantantes, comercios, tiendas de ultramarinos, famosos burdeles… La verdad es que hay mucho en común entre Cartagena, La Unión y Mazarrón, incluso en su pasado histórico y arqueológico, con las civilizaciones mediterráneas que han desembarcado aquí y comercializado con estas tierras». En nuestra conversación hablamos de sus publicaciones: ha escrito 7 libros sobre Mazarrón y decenas de artículos sobre esta zona del Sureste, ha impartido multitud de conferencias y no para de investigar y de recopilar documentos y material gráfico; para ello Mariano se ha convertido en un asiduo de los archivos, además de recoger la memoria oral de los viejos. En los años 90 escribió Mazarrón 1900, gran libro del que el próximo 3 de diciembre presenta una nueva edición, aumentada, revisada, con nuevas fotografías e ilustraciones y un diseño maravilloso de José Luis Montero. Se lo van a quitar de las manos, sin duda.
De entre sus muchas colaboraciones a la cultura, no hay que olvidar que fue el creador e impulsor del Concurso de Pintura Rápida al Aire Libre ‘Paisajes de Mazarrón, Memorial Domingo Valdivieso’, siendo su responsable durante aquella primera etapa en la que se hacía en la maravillosa Iglesia de San Andrés, entonces desacralizada, lugar mágico para exponer los trabajos de los mejores artistas nacionales en esta especialidad. Lo recuerdo perfectamente pues participé, con éxito, en varias ocasiones, y lo veía pendiente de todo y hasta en posesión de las llaves de la iglesia, lástima que, una vez restaurada por la Consejería de Cultura, a instancias de Mazarrón, le entrasen ganas al obispado de volver a sacralizarla, realmente ya no es necesaria para el culto pero sería divina para la cultura.
También hablamos de viajes. Mariano es un viajero empedernido, desde hace tiempo, cada año hace con la familia un gran viaje por lejanos países y tierras exóticas. Este verano ha estado en Indonesia y en las islas Célebres. Me apasionan las anécdotas que me cuenta y le sugiero que debería escribir un libro con sus experiencias: viendo los gorilas en Uganda, donde les pilló un golpe de Estado, en el Reino de Bután, en el Tíbet, donde hay hasta un Ministerio de La Felicidad, por La India, Perú, Argentina, Chile, África… «Nos queda ir a Nueva Zelanda y Australia, una asignatura pendiente», y me subraya que lo mejor de los viajes es la planificación minuciosa que con anterioridad hace con su hija Carmen, profesora de historia y ahora muy conocida por sus apariciones en el programa televisivo de El Condensador de Fluzo y añade: «Estoy de acuerdo con ella en que viajar te enseña, te cambia y te cura, yo no podría decirlo mejor».
En su biblioteca veo sus obras, como ese magnífico volumen con unas fotografías impagables: Cartagena, La Unión, Mazarrón, un viaje por la costa en los umbrales del siglo XX, y me dice: «En realidad me gusta más escribir que leer. Me apasiona la fotografía antigua. Esta semana acudo en París a una feria de fotografía, ni te imaginas las viejas fotografías de por aquí, de fotógrafos viajeros, que puedes encontrar por Europa».
Y no puedo perder la ocasión de preguntarle por el barco fenicio: «forma parte fundamental de nuestra historia, representa la época en que la bahía de Mazarrón era un punto de referencia para las naves fenicias que surcaban el Mediterráneo, simboliza nuestro pasado más ancestral estrechamente vinculado a nuestra tradicional actividad minera. Es una seña de identidad irrenunciable que debe permanecer en el lugar al que representa, Mazarrón, sobre todo porque concierne a una población de más de 30.000 habitantes con muchas civilizaciones a sus espaldas». La labor de cronistas como Mariano es admirable.
FUENTE: https://www.laopiniondemurcia.es/cultura/2022/11/13/mariano-guillen-mina-cultural-78484467.html