POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Aunque la Semana de Pasión o Semana Santa, propiamente dicha, comenzó el pasado Domingo de Ramos, los días verdaderamente penitenciales se reducen al Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo, finalizando en el atardecer de éste y culminando gozosamente con el Domingo de Pascua o de Resurrección.
El Jueves Santo (que es hoy) englobaba cuatro actos importantes (actualmente el cuarto ya no se celebra): La MISA IN COENA DOMINI para conmemorar la institución de la Eucaristía, el LAVATORIO DE PIES para recordar la humildad y servicio de Jesús a los demás, la PROCESIÓN AL MONUMENTO CON EL SANTÍSIMO para ser expuesto a la devoción de los fieles. y, por último, el rezo del OFICIO DE TINIEBLAS u «Officium tenebrarum».
Recordaremos estos dos últimos.
1.- PROCESIÓN AL MONUMENTO.
Finalizada la Misa In coena Domini, el Sacerdote y acólitos, en procesión dentro del templo, llevaban el Santísimo para ser expuesto en un altar lateral adornado con la mayor delicadeza posible. Se denominaba «el Monumento».
Durante la procesión se cantaba el «Pange Lingua» (himno compuesto en el siglo XIII por Santo Tomás de Aquino)) y se encendías las velas que llevaba el vecindario para ese fin.
En cada vela escribía su nombre el propietario, el cual, ya concluida la Semana Santa, la recogía y conservaba para ser encendida en días de tormenta y en momentos de fallecimiento de un familiar.
Después, ya a la atardecer, las gentes «visitaban» los monumentos cercanos para ofrecer SIETE visitas a los mismos, con sus rezos correspondientes.
2.- OFICIO DE TINIEBLAS.
Desde el siglo V la Iglesia recomendaba a los clérigos finalizar el rezo de las horas canónicas del Miércoles, Jueves y Viernes Santos, con una serie de salmos, antífonas y responsorios, del estilo a los de las Vigiliae mortuorum, para preparar el espíritu ante el recuerdo de la Pasión y Muerte de Cristo.
Estas preces, a partir de los siglos XIII y XIV, se limitaron a una sola hora («media hora antes de que se ponga el sol») y a un sólo día: Jueves Santo o Viernes Santo.
Se les decía Oficio de Tinieblas porque se rezaban con todas las luces de la iglesia apagadas, excepto un candelabro de forma triangular (el Tenebrario) con 15 velas encendidas (11 en recuerdo de los apóstoles sin Judas; 3 en recuerdo de las «tres Marías» -Magdalena, Cleofás y Salomé- y 1, en el vértice, en honor de la Virgen María Madre de Jesús.
A medida que se terminaba el rezo de un salmo se iban apagando las velas y al final del rezo del 14, quedando solamente encendida la 15, el celebrante daba una palmada y todo el mundo comenzaba a sonar matraques (matracas), ronquielles (carracas) y varas, que golpeaban sobre los bancos y suelos del templo («finita oratio, fit fragor et strepitus aliquantulum»).
A este barullo de golpes -auténtica juerga para la población infantil- se le conocía como MATAR JUDÍOS; denominación que hoy, si se mantuviera esa tradición, sería totalmente intolerable.
¿Saben más cosas?
En algunos pueblos, con las varas utilizadas en el golpeo se fabricaban pequeñas cruces para colocarlas a la entrada de establos, gallineros, etc. como protección del ganado.
En otros, los jóvenes «más adultos» y los adultos «más jóvenes» terminaban la «matanza» por los chigres y tabernas del lugar con las consiguientes borracheras, peleas y disturbios.
NOTA .- En la foto se representan una MATRACA y dos CARRACAS (ronquielles) muy antiguas. Una de ellas con una rueda dentada y una lengüeta; la otra, con una rueda dentada y dos lengüetas.
¿Las recuerdan?