POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS).
Los cronistas del siglo IX que con tanto acierto exaltaron al rey Alfonso II reconociéndole como el gran monarca astur (791-842), no dudan en calificar a Mauregato como un auténtico golpista o usurpador, dado que este hijo extramatrimonial que Alfonso I tuvo con una sierva (que incluso algunos historiadores acabarán convirtiendo en una esclava o -incluso- en una mora cautiva) desplazó al Rey Casto en el trono durante los seis años de su reinado.
Siguiendo el discurso narrativo de Álvaro Solano Fernández-Sordo, doctor en Historia por la Universidad de Oviedo, profesor del área de Historia Medieval del Departamento de Historia en dicha universidad, gran investigador de los discursos ideológicos del poder en la Alta Edad Media del noroeste peninsular, con una especial predilección por el caso del reino de Asturias, la imagen negativa que pesa sobre Mauregato no lo es tanto por sus fuentes informativas coetáneas, las cuales ofrecen una visión más positiva, implorándose incluso sobre él la protección divina en el himno litúrgico “O Dei Verbum”, primer himno en el que se le atribuye a Santiago el honor de ser patrón de Hispania, un himno de doce estrofas de la liturgia mozárabe que se cantaba en las vísperas del día 30 de diciembre, conmemoración del traslado del apóstol Santiago, hermano de san Juan, también apóstol, además de evangelista.
Himno atribuido a Beato de Liébana, sin que haya ninguna confirmación histórica ni documental de este hecho.
Contaba el siempre ameno y documentadísimo Álvaro Solano -antes citado- en la conferencia impartida ayer en los Encuentros Culturales que cada viernes se ofrecen en la biblioteca “Dulce María Prida”, en el Parador Nacional de Cangas de Onís, que entre el relato posterior a la biografía de Mauregato se incluye la responsabilidad del llamado “tributo de las cien doncellas”.
Muy ominoso tributo humano pagado al emirato que motivaría la paz durante algunas décadas, pero -asegura Álvaro- es ésta una ficción surgida a partir del siglo XII con base en el falso “Voto de Santiago” en la narración de la batalla de Clavijo, mitológica, legendaria, que incluye la intervención directa y milagrosa de Santiago, algo que no se plantea ni un historiador serio.
Pensemos que la leyenda había casi “santificado” a Alfonso I, señalando que un coro de ángeles había cantado durante el funeral de este rey en Cangas de Onís en el año 757.
Sí es cierto que en la época de Mauregato se produjo un importante enfrentamiento entre las Iglesias mozárabe y asturiana, motivado por la herejía adopcionista.
El adopcionismo afirmaba como doctrina que Jesús era un ser humano que había sido elevado a la categoría divina por designio de Dios, bien adoptándolo, o bien al ser concebido, o en algún momento de su vida, incluso tras su muerte.
Incluso a finales del siglo VIII el arzobispo de Toledo defendía esta teoría, dado que al haber sido engendrado por una mujer, Jesús tendría una naturaleza humana, no divina.
El monje Beato de Liébana provocó una durísima respuesta desde el Reino de Asturias frente a Elipando, el arzobispo de Toledo, al que acusó de hereje, loco e ignorante.
Mauregato pudo haber sido enterrado en Pravia, sucediéndole Bermudo I -que ocupó el trono durante dos años- hasta que el gran Alfonso II ciñese la corona durante los cincuenta dos años siguientes.
En resumen -señala el doctor en Historia Álvaro Solano- Mauregato sí fue un usurpador al desplazar en el trono a Alfonso II, y una especie de “mártir” por el relato histórico que tuvo en contra y que se fue envileciendo en siglos posteriores, no dando ni credibilidad al posible ataque musulmán a Oviedo que Mauregato habría repelido sobre el año 785.
FUENTE: https://www.facebook.com/franciscojose.rozadamartinez