POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Mayo, lo dice todo el mundo, es el mes de las flores y del amor. Y también lo es de esos primeros frutos que la naturaleza nos regala, previo trabajo y cuidados del agricultor. Ya están en nuestros mercados «les patatines nueves, «les tiernes fabes de mayo (fabonines»; les «alcachofines», los «arbeyinos»…
Como supongo que algunos no entiendan nuestra «fala astur», les aclaro que arbeyinos, diminutivo de arbeyos, son los guisantes finos y muy tiernos; y que les fabonines son las habas de mayo, también muy tiernas, conocidas, pasado el monte, como «habitas».
Vamos con los arbeyinos.
Miren ustedes. Para mi gusto hay tres localidades donde los guisantes son el «no va más» en finura y sabor: COLUNGA (zona de la vega de La Riera), SAHAGÚN (vega del Cea) y VILLAFRANCA DEL BIERZO.
Aunque, a decir verdad, hay muchas más comarcas, como La Rioja, donde sus guisantes son extraordinarios.
Yo únicamente cito aquellas donde encontré, para mi gusto, las mejores calidades.
Decía Dorstenio en su «Botanicon» (siglo XVI) que los guisantes, como alimento, son de «naturaleza fría y húmeda», por lo que únicamente son recomendables para consumo de personas de temperamento cálido y deben abstener de ellos quienes sean de temperamento frío («Qui calida fuerit complexione, ei pisa edere licet. Verum que frigida natura fuerint ab esu eorum abstinentur).
A lo mejor esto explica la causa de que el General Franco, cuando venía a Asturias a la pesca del salmón, siempre degustaba exquisitos platos de guisantes con jamón. Es que era de «temperamento cálido», según dicen los historiadores actuales, que no los de otros tiempos.
Y ahora, les fabones; también llamadas habas y fabes de mayo.
Volviendo a Dorstenio, nos recuerda que Pitágoras recomendaba a sus discípulos que se abstuvieran del consumo de habas «porque excitan a lujuria y producen insomnio». Además, indica Dorstenio, «generan muchos humores impuros, son causa de muchas ventosidades y perjudican al estómago» (Fabis plurimum vescenti impuros generant humores, multosque creant flatus, stomacho nocent»).
¡Qué cosas!
Los españolitos, desconocedores de las enseñanzas de Dorstenio, «nos ponemos como el Quico» a base de buenos guisos de arbeyinos y fabonines.
¿Y cómo prepararlos?
Miren ustedes: Yo, con un sofrito de jamonín cortado en fino.
Cuezo los guisantes (o les fabonines) en agua con sal y una cucharadina de azúcar. Ya cocidos, pero enterinos, los escurro y llevo a una cazuela.
Aparte, preparo un sofrito de cebolla muy picadina y, ya en su punto, le sumo trocitos de jamón. Todo ello lo agrego a la cazuela; da unos hervores suaves y… ¡a comer!
¿Qué jamón utilizo?
Sin despreciar a nadie (como decimos en Colunga) yo, si puedo, elijo el extremeño de Monterrubio de la Serena».
¡Ah! Y si estoy de humor, complemento con trozos de huevo cocido.