POR ANTONIO SÁNCHEZ DEL BARRIO, CRONISTA OFICIAL DE MEDINA DEL CAMPO (VALLADOLID)
«Tocan dentro chirimías y trompetas como en la plaza cuando hay toros; silbos y grita». Así arranca el primer acto de ‘La lealtad contra la envidia’, una obra del prolífico literato Tirso de Molina, cuyos de sobra conocidos personajes de la familia Pizarro, se desenvuelven en una trama marcada por los tópicos acerca de la Conquista española, en plenas capeas de Medina del Campo. Un coso medinense de palos que, de hecho, acaba incendiado en la obra.
Uno puede hablar de Tirso de Molina o de los tantos y cuantos personajes históricos que se han acercado hasta la localidad para embelesarse con sus emblemáticas capeas. Relatos como el de Santa Teresa de Jesús y su inesperado encuentro con los toros que se iban a encerrar en la víspera de nuestra Señora de Agosto, o aquellos comentarios del ingenioso presbítero y cronista de la villa, Gerardo Moraleja, que venían a cerciorar esa necesidad intrínseca que tenía el pueblo medinense por pasarse todo el año quitando y poniendo talanqueras.
Cuenta el director de la Fundación Museo de las Ferias, Antonio Sánchez del Barrio, que ha sido un constante en nuestras tierras, desde los albores de su historia, incluir juegos de toros en la celebración de todo tipo de acontecimientos festivos, «ya fueran nacimientos o bodas reales, coronaciones, canonizaciones, concesión de órdenes sagradas o conmemoraciones particulares de acción de gracias y más recientemente en cualquier fiesta de carácter patronal».
Y así, justamente este año, se cumple el 605 aniversario de la primera noticia documental de un festejo de toros en Medina del Campo. Una boda regia entre Juan II con María de Aragón, un 20 de octubre de 1418. «De la misma centuria consta la obligación que tenían algunos arrendatarios del Concejo medinense -carniceros, aceiteros, etcétera- de aportar para regocijos públicos once toros al año, a satisfacción de los regidores», explica Sánchez del Barrio.
De aquellos lances y juegos ha pasado algún que otro siglo, a pesar de que la esencia sigue siendo la misma. No hay duda que la suerte que prevalece en Medina del Campo ha sido y será siempre el toreo a cuerpo limpio, una modalidad que «ha perdurado en nuestros días con notable arraigo, como lo prueba la celebración de un Memorial de Cortes de Novillos con carácter nacional desde hace varias décadas que ha servido de modelo a muchas localidades en años posteriores», narra el director de la Fundación en su libro «Fiestas y Ritos Tradicionales». Se refiere, como bien sabe la ciudadanía medinense, al Memorial José María de la Fuente ‘Pinturas’.