POR ENRIQUE DE AGUINAGA, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE MADRID
Con la pandemia llegó la meditación. Montados en el tiovivo, dábamos vueltas y más vueltas, sin apenas tiempo para meditar. Meditábamos poco. ¿Qué puedo saber yo de la meditación de los demás? Juzgo por mí, naufrago del Universo, imagen de la Humanidad.
El norte de las brújulas coincidía: “Pasarlo bien” o, simplemente, “pasarlo”. Como se pasa en el póker. El lenguaje creó “el pasota”. El buscador de la felicidad ya estaba creado por la política, predicadora de la felicidad de los pueblos, que no se encuentra pura en la naturaleza social. Otros son felices ejerciendo el Poder en todas sus dimensiones. El Poder y el Tener. Es muy típica la confusión de la felicidad con el placer o los placeres. No digamos con la domesticación y universalización del instinto sexual.
Eros y Tanatos. La muerte como catástrofe o naturalidad. Frase de Eugenio d’Ors: Hacerse viejo, nunca. Yo voy para eterno. ¿Qué son nuestros proverbiales y laberínticos cien años, si se comparan con los millones y millones de las eras de la humanidad? Por supuesto, lo comparamos cada uno de nosotros con nuestro pensamiento, con nuestro cerebro.
Lo dice San Juan, con letra de la Biblia de Jerusalén: En el principio la Palabra existía / Y la Palabra estaba con Dios/ Y la Palabra era Dios…/i> Pero, vulgarmente, la palabra es expresión del pensamiento y, por lo tanto, el pensamiento precede a la palabra. En la clásica Escuela de Periodismo se enseñaba que Redacción es poner por escrito pensamientos acordados previamente. Por consiguiente, con todas las licencias que se quiera, cabría decir que en el principio fue el pensamiento.
El pensamiento de cada uno (herencia, ambiente, educación) es una consecuencia y, por lo tanto, una diferencia. Antonio Gala, el 30 de julio de 1989, escribió: ¿Es que cuanto entendemos será contradictorio con cuanto no entendemos? ¿Es el tiempo una entidad objetiva? ¿Usamos con plenitud nuestros cerebros? Siempre me ha desconcertado positivamente la epístola de San Pablo: ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? (en otras versiones: no sois vuestros, no sois propios)
Para meditar ha quedado el hecho de que el “Homenaje de Estado a las víctimas de la pandemia” se haya celebrado en la misma plaza de la Armería, con la misma dinastía en el Trono que, en 1911, se concluyera el XXII Congreso Eucarístico Internacional (“Cantemos al Amor de los Amores…”), antecedente de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús (1919)
¡El cerebro! Trapero de la cultura, recojo escurriduras de sabiduría. En este caso, el juicio del doctor Alberto Portera (1928-2019), catedrático de Neurología y compañero en la Academia de Doctores: El cerebro no es solo la parte más importante del cuerpo, sino también la estructura más importante del Universo. El cerebro humano es la forma más importante de la evolución en la enormidad cósmica, donde, que sepamos, no existen otras formas de vida. La vida humana es la máxima meta alcanzada por la evolución y de ella lo más importante es el cerebro, porque el resto del cuerpo es un vehículo… Del cerebro todo sale y al cerebro todo llega. Todo nuestro comportamiento es cerebral: la toma de decisiones, el invento, la obediencia, el odio, el amor, la creación.
El cerebro engendra pensamiento; como el estómago, jugo gástrico; el hígado, bilis; y el riñón, orina, resume Karl Vogt (1817-1895) biólogo alemán, materialista radical del siglo XIX. El pensamiento es la presencia de lo infinito en la mente humana, dice nuestro Emilio Castelar. De Ramón y Cajal, escribe el doctor Retana: La neurona es una célula nerviosa de la que Cajal, hace más de un siglo, desveló gran parte de su misterio. Billones (o billions) de neuronas actúan como una fabulosa central de información, en constante actividad. La obra de Cajal, llenó todo un ciclo de la Medicina universal y permitió desentrañar alguno de los misterios del misterioso cerebro humano. Premio Nobel, 1906, en Cajal el hombre empezó a conocer su cerebro. En su escuela española están Fernando de Castro, Río Hortega, Lafora, Fernando Sanjuán y Rof Carballo.
El jurado de la Fundación Príncipe de Asturias, otorgó hace once años el premio de Investigación Científica y Técnica a tres referentes mundiales de la neurología: Joseph Altman (Estados Unidos), Arturo Álvarez-Buylla (Méjico, de origen asturiano) y Giacomo Rizzolatti (Italia) por haber proporcionado pruebas sólidas para la regeneración de neuronas en cerebros adultos (neurogénesis).
El filósofo Descartes (1596-1650), que discurrió en tiempos de Felipe III, dejó al mundo el punto de partida de su meditación titulada Discurso del Método: Cogito, ergo sum. Pienso, luego existo. El pensamiento como fundamento de la existencia. ¡Pero yo he sido pensado! ¡Ah, el pensamiento de Dios!
Para Flammarion, al pie de la letra, Dios es el pensamiento incognoscible de cuya actividad son una forma las leyes que dirigen el mundo… Intentar definir este pensamiento y explicar su modo de acción sería, concluye Flammarion, una empresa no solo insensata sino hasta ridícula. El pensamiento de Dios como origen de todo, recientemente vislumbrado por la imagen de Ultima Thule, el objeto más lejano que jamás haya sido explorado por el hombre, a 6.600 millones de kilómetros de la Tierra, como si dijéramos el fin de nuestro mundo, por ahora.
A propósito de Ultima Thule, Pilar Rahola, desde el agnosticismo, ha escrito: En ese viaje infinito hacia la oscuridad, anidan las incertidumbres y los miedos ¿Es ahí donde nace la idea de Dios?
Conocí a Ramón Tamames cuando era miembro del Comité Central del Partido Comunista de España. Buscando a Dios en el Universo es el libro de Tamames, que ahora se ha presentado por toda España. Una cosmovisión sobre el sentido de la vida, a la que ha dedicado siete años de trabajo. Importante trabajo de información sobre las tres preguntas: ¿De dónde venimos? ¿Qué hacemos aquí? ¿A dónde vamos? Al final, Tamames se deja interpelar y contesta: He buscado a Dios, sin cansancio, a través de la ciencia. No sé si he encontrado a Dios; pero sí que lo intuí…de momento, eso me basta. Muchas verdades primero las hemos intuido. Antes de muchos descubrimientos científicos hubo intuiciones de ellos…No puedo concebir el Universo desde el azar y la necesidad. Creo que existe una inteligencia que ordena todo esto. Lo que no se puede aceptar es que se decrete, sin más, el ateísmo.
Me seduce la alegoría de Camilo Flammarion (1842-1925), astrónomo francés, teólogo contrario al antropomorfismo. Flammarion piensa en la lubina, pez que en su hábitat nace, crece, se reproduce y muere. La lubina sabe que no conviene sacar la cabeza por encima de la piel del agua. El aire como elemento es su muerte. Por encima de la piel del agua, existe otro mundo de realidades, entre ellas, la V Sinfonía de Beethoven. Es imposible de todo punto, poner en comunicación reciproca e inteligente esas dos realidades: lubina y V Sinfonía. Conclusión: somos lubinas, hay quintas sinfonías.
En definitiva, las de Rahola, Tamames y Flammarion son provocaciones al pensamiento de cada uno de nosotros. Meditemos, pues. Pensemos en nuestro pensamiento.
Fuente: https://www.abc.es/