POR LUIS MIGUEL MONTES ARBELOYA, CRONISTA OFICIAL DE BIMENES (ASTURIAS).
Nace en Suares, Bimenes, el 18 de mayo de 1936. Hijo de Adelina, natural de Suares, y de Melanio, de la provincia de Zamora. Su padre fue maestro y alférez provisional, luego pidió la excedencia y desempeñó el cargo de gerente en la mina de carbón “Mari”, de Bimenes, durante nueve años. Tras pasar varios años de su infancia en Zamora, la familia se traslada a Oviedo y comienza los estudios de bachillerato con los Maristas (un trimestre más tarde que el resto).
Su primera experiencia en el mundo del atletismo no pudo ser más fructífera, sin apenas entrenar, el hermano Domingo, más conocido como el Machote, le dice que se vaya preparando porque está próxima su participación en los campeonatos escolares que se celebrarían en Avilés en las carreras de 80 m y 150 m, longitud y altura, pero llega el día de la prueba en la pista de La Exposición avilesina y sólo participa en altura, pues el Machote, despistado, se le olvidó inscribirlo en las otras tres pruebas; aunque la altura no era su fuerte, Melanio no se amilanó y se clasificó para la final, en la cual se encontraría con el campeón de Asturias, no obstante, fueron suficientes dos saltos para destronarlo y obtener su primer campeonato regional ante el griterío de sus compañeros de colegio: “¡A-sen-sio, A-sen-sio!”. Tras el éxito obtenido se hizo cargo de su preparación Manolo García, y lo primero que le dijo a su nuevo entrenador fue que quería correr, que de salto de altura nada, que era muy bajo. En la primera carrera que disputa en las pistas del Cristo, en Oviedo, iguala el récord de España; pidió correr la segunda serie y…lo batió. Fue su primer récord nacional.
Estando en quinto de bachillerato fingió una lesión para no seguir estudiando, le hicieron un único examen que consistió en un problema de matemáticas, estaba él solo en el aula con el libro delante, el director le dijo: “Luego paso a recoger el examen”. Copió y aprobó. Al siguiente curso decidió dejar el colegio y estuvo con un profesor particular durante cierto tiempo.
La fama de Melanio traspasaba las fronteras regionales y los mejores clubes de España se lo rifaban. Melanio era un diamante en bruto, eso sí, difícil de pulir. A los 17 años entra en la “Residencia General Moscardó” de Madrid como preolímpico, donde puede compaginar deporte y estudios. Una llamada de su padre le manda matricularse en Arquitectura («para aprovechar mis aptitudes para el dibujo», dice Melanio), le obedece y hasta llegó a comprar un tablero el año en que estuvo matriculado. Cansado de la Residencia la abandona al siguiente año, lo mismo que los estudios de Arquitectura. Se matricula en Aparejadores, en teoría más fácil. La noticia corrió rápidamente por la capital: “Melanio abandona la Residencia”. Pronto se pondría en contacto con él el Real Madrid, la sección de Atletismo. «El Real Madrid te ofrece un contrato de 5 000 ptas al mes, incluyendo residencia, estudios y comida», le soltó un directivo. Era el año 1958, faltaban dos años para los Juegos Olímpicos de Roma, y Melanio no se lo pensó dos veces: estaba ganando 50 pts. al mes. Una vez ya dentro del conjunto merengue y tras comentar la oferta con varios jugadores del equipo de fútbol (Míchel, Santisteban, Zárraga, Domínguez, Chus Herrera), con quienes compartía piso, a Melanio le calentaron los cascos. «Para un internacional eso es un sueldo de miseria, una mierda», le dijo Domínguez, afamado portero argentino de armas tomar. Al día siguiente el de Bimenes se presenta en las oficinas del club merengue y les espeta: «O me dais 20 000 pts. o mañana marcho para Oviedo». Don Alfonso, el directivo a quien Melanio retrata como «un horterón, alto y enchufado», quedó estupefacto, le dijo que esperase a mañana, que lo hablaría con el tesorero. «Lo conseguiste», le dijeron al día siguiente. Firmó un contrato de siete años a pesar de que en aquella época el atletismo era un deporte amateur y estaban prohibidas las compensaciones económicas. «Fui el estudiante más rico de Madrid, con todo pago y sin dar golpe», diría años más tarde. En dos meses pasó de cobrar 50 pts. a 20 000.
Además de los entrenamientos también disfrutaría de su tiempo de ocio (sus anécdotas son numerosas). Por la capital de España nuestro paisano era frecuente verlo por la Gran Vía al volante de su impecable Alfa Romeo Giulietta Sprint, azul, descapotable y de segunda mano, cuyo dinero le adelantó el Real Madri, luego lo vendió y compró un Opel Récord. Un día viniendo para Asturias lo dejó para siniestro total al chocar contra un tractor en Mansilla de las Mulas. Llamó al Real Madrid y consiguió que le compraran otro.
De ligues no andaba mal, mientras salía «en serio» con la hija de un general de la calle Serrano, se dejaba ver por los cabarets de moda: el Biombo Chino, Erika, Casablanca… donde era un asiduo cliente. En algunos entraba con chaqueta y corbata prestadas. En una ocasión ligó con una chica simulando que le hacían una entrevista, luego ella –pensando que era jugador de fútbol- le decía: «¡Cómo se nota que juegas en el Real Madrid, cómo nos miran!». «Qué será d’ella, prubina», nos comenta Melanio.
También sufrió algún que otro susto, como cuando vio un anuncio en un periódico que decía: “Se busca hombre honorable”. Se trataba de una joven con quien compartiría piso en régimen de pensión durante un tiempo. La chica estaba separada de Fidel, un trapecista del circo Price; un día sonó el teléfono, se puso Melanio, le preguntó quién era: «Soy un residente». No le gustó el cariz que tomaba el asunto y se largó, más tarde se enteraría de que quien llamaba no era Fidel el trapecista sino «un querido de ella», apunta el de Bimenes.
El entrenador ve que está ante un caso perdido y pierde las esperanzas, mas como los Juegos Olímpicos de Roma estaban a la vuelta de la esquina y había que conseguir unas marcas mínimas, el de Suares se lo toma en serio unos meses, lo justo para igualar el récord de España en La Coruña y, poco después, batir en Lisboa el récord nacional con 10.7, marca insuficiente para ir a Roma; no obstante, no cesó en su empeño y consiguió rebajar la marca hasta los 10.5, mínima que le daba el pasaporte automático.
El atleta de Bimenes fue el terror de las pistas, y en su dilatada carrera solo fue batido por dos atletas españoles: Roca y Sánchez Paraíso, una en Lisboa y la otra en San Sebastián. Así que cuando estaba presente en las pistas los adversarios se echaban a temblar. «Corre Melanio, la jodimos», recuerda que decían.
Mientras tanto los días de gloria y fama en Madrid estaban tocando a su fin, y con 28 años abandona el deporte y no termina los estudios («sin oficio ni beneficio»). Cuando su padre fue a Madrid, y creyendo que estaba en tercero de Aparejadores, Melanio se sinceró diciéndole la verdad: no estaba ni matriculado, al padre -estaba comiendo- se le cortó la digestión del disgusto y le dijo que no perdiese más el tiempo y que hiciese las maletas para Asturias.
Ya en Oviedo se casó -duró el matrimonio 12 años- en el mes de diciembre de 1966 con Isabel, trabajadora de un banco. A su mujer la enviaron a trabajar a Madrid, precisamente. Marcha el matrimonio para la capital con Melanio de acompañante. Intentó buscar trabajo, incluso llegó a entrar en la Barreiros, de dibujante, enchufado por un alférez provisional amigo de su padre, pero la aventura sólo duró un mes. Unas semanas más tarde, por mediación de un antiguo atleta, se colocó en una empresa de fabricación de establos industriales, en la cual estaría unos meses, hasta que se encaró con el señor García, («un tío coloradón, de mala pinta»), el terror de la empresa. Una mañana en que Melanio entró a dejar tabaco en una oficina en la cual estaba reunido García, empezó a darle voces al de Bimenes y éste cortó por lo sano: «Usted debe de ser el tal García de los cojones, yo soy Melanio Asensio, 35 veces internacional, olímpico,recordman de España, y no se levante porque le suelto una hostia que le dejo los dientes en el cogote». Terminando la mañana entró en el bar de la compañía y fue felicitado por todos los trabajadores. No volvería más -ni a cobrar-, saliendo aplaudido y aclamado hasta la calle.
Vuelve a la capital asturiana donde se dedicaría a dar rienda suelta a sus dos grandes pasiones: pintar cuadros y montar a caballo por los montes de Peñamayor. Aquí pasaría muchos veranos viviendo en una cabaña en compañía de sus doce corceles. En la actualidad vive en un céntrico piso de Oviedo, su cuartel general, y sigue siendo un asiduo de la noche ovetense, siempre a la sombra de la vieja catedral. Cuenta que en una salida nocturna se encontró con el entonces alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, y un amigo quiso echarle una mano con el fin de buscarle una colocación en el hípico, pero cuando Melanio vio por dónde iban les paró en seco: «Un momento, un momento, si estáis buscándome trabajo, olvidaros, ¡eh!».
Además de sus triunfos por las pistas de medio mundo defendiendo la camiseta de la selección española –35 veces internacional-, fue campeón de España en repetidas ocasiones (en 100 m lisos, 200 m y relevos) y entre sus hitos más importantes conviene destacar las participaciones en la Olimpiada de Roma, en los Juegos del Mediterráneo y en los Juegos Iberoamericanos. Asimismo fue el primer atleta asturiano que participó en una Olimpiada estando a punto de ir a la de Tokio (1964), una inoportuna lesión lo privó de su segunda presencia.
Melanio fue una persona que siempre hizo lo que quiso, sin embargo, cuando le preguntan cómo le trató la vida responde que tiene la espina clavada de no haber acabado una carrera y de no haber trabajado, pero «la ventaja de que no pegué golpe nunca, y que conocí 35 países sin haber pagado ni un avión».
Melanio fue un deportista extraordinario, y aún hoy en día, es admirado tanto a nivel regional como nacional, sin embargo, en nuestro concejo, a nivel oficial, nunca se le dio la importancia debida. Tendría que ser la Agrupación Recreativo-Cultural San Diego de La Fontanina quien le concediese, hace unos años, en un acto muy emotivo, el Premio San Diego -el único galardón que se concede en el concejo a personas o asociaciones relevantes- con todo merecimiento. Siendo nuestro deportista más laureado no estaría mal concederle algún tipo de reconocimiento oficial o poner su nombre a alguna instalación municipal sin necesidad de recurrir a personas foráneas.
FUENTE: https://bimenalia.blogspot.com/2013/07/personajes-ilustres.html