“MEMORIA HISTÓRICA”
Nov 20 2013

POR ANTONIO ORTEGA SERRANO, CRONISTA OFICIAL DE HORNACHUELOS (CÓRDOBA)

Con esta foto deseo homenajear a mis padres, ya fallecidos.
Con esta foto deseo homenajear a mis padres, ya fallecidos.

Parece que fue ayer, y ya han pasado 77 años, pero en mi mente quedaron gravados hechos, días y noches de pesadumbre, miedo y dolor. En esa fecha era yo un pequeño niño de sólo 3 años, mientras mi padre se encontraba en el frente sirviendo a España, o al menos aquella España que un gran puñado de hombres honrados combatían para ello. Se jugaban la vida en la trinchera, porque la palabra ya había dejado de conseguirlo.

Como ya he dicho pase los primeros años de corta vida, en una casa número 9 de la calle Recoletos, en el centro de Madrid, desde su terraza veía cada mañana el Palacio de Comunicaciones y la Fuente de Cibeles, además de otras casas destruidas y envueltas en llamas, por alguna bomba lanzada por los aviones “nacionales”, según decían los mayores. Razón por la qué, en estos días en que nos están asaeteando, tanto en programas de televisión, emisoras de radio, o prensa escrita, con verdaderas barbaridades salidas de bocas que no estuvieron allí. Y la “Memoria Histórica”. ¿Qué “Memoria Histórica”? ¿Esa que creo que merecen tantos y tantos compatriotas nuestros, que desgraciadamente murieron asesinados de uno u otro bando y que si pretendemos ser justos, no se deberían discriminar ninguno de ellos? Todos sin excepción, sufrieron la crueldad de unos desalmados revanchistas que se tomaron la justicia por su mano sin motivos que lo justificaran, -ya porque matar a un semejante no tiene justificación alguna-, desde aquellos aciagos días de 1933 hasta el 1940. Aquellos pobres desgraciados fuesen de la ideología política que fuesen, pagaron con su sangre y su vida, la sinrazón, la intolerancia y la falta de equidad. Entonces amigos míos de que “Memoria Histórica” estamos hablando.

En aquellos días funestos, se cometieron muchísimos atropellos que al final dieron origen a una fatídica Guerra Civil, en la que se enfrentaron familias contra familias, padres contra hijos, hermanos contra hermanos y un largo etcétera de repugnantes hechos que me da pudor enumerar.

Porque yo, como ya he dicho, sufrí en mis carnes los horrores de la guerra, cuando estallaron aquellos acontecimientos teníamos que levantarnos y bajar al sótano de mi vivienda una noche y otra también porque los bombardeos no cesaban. Tenía un solo hermano, y siempre le hacíamos la misma pregunta a mi madre y mis tías, porque mi padre estaba en el frente combatiendo. ¿Por qué nos tiran bombas, si nosotros no hemos hecho nada?, mi mamá sólo me daba una respuesta, ¡No lo se hijo mío! Pero yo siempre veía que de sus ojos resbalaban unas lágrimas por sus mejillas.

En cualquier caso, antes de marcharnos de mi pueblo, sí quiero recordar aquella “Noche de los Tiros” como vulgarmente se le denominó al “Bienio Negro”, esa noche llegó a mi casa mi abuelo paterno con la cabeza vendada por haber sido herido en la refriega, yo como era muy pequeño, lloré intensamente, ya que no comprendía los motivos. En los días sucesivos, comenzaron las destrucciones y quema de iglesias, saqueos y asesinatos en masa. Los destrozos producidos en aras de la implantación del Comunismo Libertario, podríamos resumirlo en dos palabras: revancha y cizaña.

Las perdidas en el capitulo de patrimonio Histórico-Artístico, además de las Parroquias, iglesias, capillas etcétera, los objetos de valor que poseían, jamás se podrá tener una idea aproximada de lo destrozado. Igual suerte corrieron los archivos, tanto parroquiales como municipales. Se usurparon y rapiñaron establecimientos comerciales, molinos de aceite y las viviendas de muchos conciudadanos, se ultrajaron a sus dueños y en muchos casos ni le dejaron algo para que sus hijos comieran.

Y después el caso más flagrante, los fusilamientos de personas inocentes, sólo por el mero hecho de que tuvieran un establecimiento o fuesen de familias más desahogadas. En mi pueblo, fusilaron sin un juicio justo y equitativo a casi una veintena de personas, sólo porque no tenían las mismas tendencias políticas, y en la mayoría de los casos por rencillas, como fueron: Antonio Molina Ariza, Cura párroco de 33 años, Manuel Díaz Fuentes, de 63 años, secretario del juzgado, que se creía era miembro de Acción Popular, Antonio García Escobar, labrador de 46 años, teniente de Alcalde, del Partido Radical, Julio Castro Tenllado, de 44 años, capataz del Pantano, Andrés Villalba Serrano, de 48 años, maestro y Juez Municipal de Acción Popular, José Palencia Muñoz, de 39 años, maestro nacional y sin filiación conocida, Federico Vilela Vázquez comerciante de 49 años, sin filiación conocida, Juan Felipe Vilela Vázquez, de 47 años, de Acción Popular, Rafael Vilela Vázquez, de 44 años de Acción Popular, Manuel Vilela Vázquez, de 40 años de Acción Popular, Antonio Castro Bravo, maestro albañil de 58 años, del Partido Radical, Rogelio Aguilera Ruiz, estudiante de 20 años, único militante de Falange Española, Isidro Calduc Cabedo, de 35 años, chofer del autocar que trasladaba a los viajeros a la estación de ferrocarril, José Ceballos Rodríguez de Castillejo, comerciante y labrador de 55 años, miembro de Acción Popular y ex Teniente de alcalde, Ramón Mesa Santisteban, labrador de 62 años Acción Popular, Manuel Ruiz Cárdenas comerciante de 56 años, Adolfo Cañero González de Requena, de 56 años y antiguo Alcalde progresista, María Victoria Díez y Bustos de Molina, de 33 años, maestra nacional perteneciente a la Institución Teresiana. Estos hechos ocurrieron no sólo en Hornachuelos mi pueblo, sino en el mayoría de la ciudades y pueblos de España.

Con todo ello y una vez concluida la Guerra Civil, comenzaba en toda España un nuevo régimen. El régimen de quienes habían ganado la contienda, con el que se desencadenó la “lógica” represión contra las personas que eran sospechosas de haber intervenido en las destrucciones, saqueos y fusilamientos ocurridos al principio, entre las que según Francisco Moreno Gómez, en La Guerra Civil en Córdoba (1936-1939). Madrid, 1985; contabiliza un total de dieciséis muertos según los datos que obran en el Registro Civil de Córdoba:

Juan A. Moreno Gálvez, de 58 años, albañil, fusilado el 13 de septiembre. Rafael Durán Cárdenas, de 30 años, fusilado el 14 de septiembre, José Durán Saldaña, de 59 años, el 17, Juan Pérez Ramos, de 34 años, el 17, Andrés Paz Jiménez, (padre) el 17, Rafael Paz Aguilar, (hijo) el 17, Andrés Paz Aguilar (hijo) el 17, Emilio Aguilar Daza, el 20, José Márquez Palomino, el 23, Antonio Cabrera Páez, de 26 años, el 26, Carlos González Figueroa, (marido), de 62 años, el 27, Amadora Castillo Bermejo, (esposa), de 26 años, el 27, Juan A. Rubio Ramos, de 34 años, el 28, Manuel Martín Fernández, de 25, el 30, Manuel González Castillo, (hijo de Carlos y Amadora) el 7 de octubre, Antonio Castillo Haba, el 7 de octubre y Cándido García Ruiz, de 49 años, el 1 de Noviembre, aunque el matrimonio Carlos y Amadora fueron fusilados en Palma del Río.

Y ahora se pide el recuerdo de la “Memoria Histórica” sólo para unos, yo se lo puedo asegurar, también estuve en contra de los fusilamientos que se llevaron a cabo después de la terminación de la Guerra Civil, pero esto siempre ocurre después de una contienda armada. No tomen mis palabras como justificación, ¡Por favor!, mi padre fue un oficial de alta graduación en las fuerzas republicanas y cuando terminó la contienda fue internado en un Batallón de Trabajadores casi dos años y allí pago su culpa, la que pudiera tener por haber luchado contra el “franquismo”, pero él jamás me inculco odio ni rencor, sólo me aconsejó que apoyase cualquier causa para que lo que había ocurrido no volviera a pasar nunca jamás.

En estos días se han beatificado cerca de 500 personas que fueron asesinadas en aquellos días. Y les puedo decir por si alguien no lo sabe, que un proceso de Beatificación, lleva implícito un estudio exhaustivo y minucioso con una duración de varios años de cada una de las personas a Beatificar. Estos procesos no se pueden concebir de la noche a la mañana. No son iguales que la decisión de un gobierno o de un partido político, en el que un iluminado lanza una teoría y si es aceptada al día siguiente está circulando en todos los medios de comunicación y ya hasta se puede colgar en la red de Internet. Cual es el caso de lo que estamos viviendo en España en estos momentos.

En la Plaza del Vaticano en Roma, sólo se han escuchado las palabras: PAZ, PIEDAD y PERDÓN.

El Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Monseñor Cañizares, refrendó con sus palabras el deseo de muchísimos españoles: Con amor y sin revanchismo y con el deseo ineludible de olvidar aquella contienda fratricida, será la única manera de vivir en la Paz del Señor”.

Por lo que yo insto a nuestros dirigentes políticos, que ellos pongan de su parte para conseguirlo en vez de crear más cizaña.

¡Que así sea!… ¡Todo por España y para España!

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