POR FRANCISCO ROZADA, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Recibe sepultura esta tarde en la catedral de Astorga -de donde era obispo- Juan Antonio Menéndez Fernández, nacido en Villamarín de Salcedo (concejo de Grado) y -aunque recibía las felicitaciones de cumpleaños el día Reyes y en todos los obituarios que se publican estos días figura como nacido el 6 de enero de 1957, realmente -según él mismo me comentó más de una vez- había nacido el día tres, no el día seis.
Juan Antonio ingresó en 1968 en el seminario de Oviedo para cursar secundaria y posteriormente los estudios eclesiásticos licenciándose en 1980. Fue ordenado sacerdote el 10 de mayo de 1981.
Licenciado en derecho canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca, fue vicario del oriente de Asturias durante once años y aquí en Arriondas vivió con sus padres durante ese tiempo (que -como decían siempre- vivimos para él y con él iremos a donde quiera que le destinen).
Nombrado después vicario general del Arzobispado de Oviedo, lo fue hasta 2011 y vicario episcopal de asuntos jurídicos hasta el 2013.
El 8 de junio de 2013 fue consagrado obispo auxiliar de Oviedo, una auténtica sorpresa cuando se barajaban otros nombres y apenas aparecía en ninguna “quiniela episcopal”… cosas del Papa Francisco, que prefiere personas más cercanas al pueblo que otros -con más títulos académicos y eclesiásticos- pero más lejanos del día a día parroquial.
El 18 de noviembre de 2015 fue nombrado Obispo de la Diócesis de Astorga, tomando posesión el 19 de diciembre.
Desde 2017 era presidente de la Comisión episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española y en la actualidad estaba al frente de una Comisión de Trabajo puesta en marcha para la elaboración y activación de protocolos de actuación contra los delitos de abusos sexuales.
En los muchos paseos vespertinos que compartí con él por los alrededores de Arriondas (especialmente en la ruta Arriondas-Santianes-Las Caserías-Romillín) solía hablarme de asuntos cotidianos -muchas veces simpáticos, típicos de esa fe sencilla de la gente mayor de pueblo- relacionados con las muchas parroquias a las que gustosamente se desplazaba para suplir a sacerdotes que no podían oficiar misa por diversas razones y acudían a la suplencia de “Juanín”, celebrando a veces misa para no más de media docena de ancianas en remotos pueblos.
En alguna ocasión -incluso- me encargó la supervisión y valoración de algunos trabajos presentados a concursos de redacción en los que participaban alumnos de Religión de diversos colegios asturianos.
Fallece repentinamente con sólo 62 años y le sobrevive Juan -su anciano padre- de 92 años.
Como dice hoy en su ´billete´ de La Nueva España el ex-presidente del Principado Pedro de Silva, Juan Antonio Menéndez era un “hombre de rostro aniñado, rubicundo y grato y emitió alguno de los pocos mensajes sensatos y directos que sobre el asunto de la pederastia en la Iglesia he oído a los dirigentes de la misma”.
En el mismo periódico comenta también hoy mi apreciado colega Celso Peyrux (cronista de Teverga) “con la cruz asturiana al pecho, su noble corazón le falló y se fue al paraíso donde habitan los justos”.
También es ésta una “Memoria del concejo de Parres”, reciente, pero ´memoria´ al fin y al cabo.