POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
En el mes de septiembre de 1955 se reunieron los alcaldes de Parres, Piloña y Colunga con el Jefe de Patrimonio Forestal y con Dionisio de la Huerta -miembros de la Comisión Cultural de El Sueve- para tratar asuntos sobre la inauguración de la Cruz de Pienzu, acordando subvencionar con 50 pts. cada caballería o asno que se presentase en El Fito el día de la inauguración para el transporte de material, comida, etc. así como para acordar cómo sufragar los gastos del banquete de las autoridades que asistiesen.
Dionisio de la Huerta se tomaba muy a pecho todos estos temas, y veremos con detalle una carta personal suya -exactamente un año después- organizando la que ya se denominaba “Fiesta de Pienzu”.
El día 6 de noviembre de 1955 se realizaron los siguientes nombramientos:
Alcalde: Emilio Blanco Vega.
Secretario: Gumersindo Martínez Fernández.
Interventor: José Hevia Sánchez.
El presupuesto de gastos municipales para el año 1956 fue de 1.026.698 pts., destinándose para Instrucción Pública, 23.400 pts.; para policía urbana y rural, 66.208 pts.; para beneficencia y asistencia social, 125.666 pts., capítulos estos sólo superados por obras públicas, personal, y obligaciones generales.
El capítulo de ingresos se hacía coincidir con el de gastos hasta el último céntimo.
A petición propia del guarda municipal Lucas Blanco Fernández, se le nombró cabo de la misma, pasando a ser el jefe de los tres componentes de la plantilla.
Entre los requisitos para cubrir la plaza de guardia municipal se exigía la de “adhesión al Glorioso Movimiento Nacional”, medir más de 1,70 m. y tener entre 21 y 45 años.
Las pruebas que debían superar eran: escritura a mano y al dictado, cultura general, operaciones fáciles de aritmética, así como formular una denuncia por infracción de las ordenanzas municipales.
En enero de 1956 se publicó una “Ordenanza de Prestación Personal y de Transportes” que era obligatoria para todos los mayores de 18 años y menores de 55.
Su finalidad iba destinada a los trabajos de apertura, reconstrucción, conservación, reparación y limpieza de las vías públicas, rurales y urbanas, así como la construcción, conservación y mejora de fuentes y abrevaderos, con el fin de fomentar las obras públicas a cargo de los ayuntamientos.
Estaban exentos los físicamente imposibilitados, los reclusos encarcelados, las autoridades civiles y militares, los sacerdotes de culto católico, los maestros de primaria y los que estuviesen en el servicio militar.
Para la prestación de transportes se utilizaban los servicios de todos los residentes en el concejo dueños de ganado mayor y menor de tiro y carga, así como los no residentes dueños tanto de carros como de vehículos mecánicos que se estuviesen utilizando en explotaciones del concejo, empresas, sociedades, compañías…
Estas prestaciones no podían exceder de quince días al año, ni de tres días consecutivos.
Los carros tampoco podían exceder su trabajo más de diez días anuales, ni dos consecutivos. Los vehículos mecanizados, cinco días al año, ninguno de ellos consecutivos.
Podía redimirse la prestación en metálico, pagando el jornal de un bracero de la localidad y según la época del año en la que se exigiese la prestación. De manera que otra persona podía realizar tu trabajo, siempre que le abonases el jornal reglamentario.
Para ello había un padrón de vecinos en edad de prestaciones y otro con el número de carros, vehículos mecánicos, ganado mayor y menor.
Esta ordenanza se facilitó a todos los vecinos a lo largo de una semana mediante papeletas duplicadas y -en el caso de que el vecino no contestase- se daba por entendido que deseaba hacer las prestaciones y no redimirlas.
Cada quince días pasaban a cobrarte voluntariamente y -si no- por vía de apremio.
Si no te presentabas al trabajo debías abonar una multa del doble del salario de un trabajador por cada día.
Funcionarios municipales se encargaban de que nadie se “escaquease”, ni personalmente, ni abonando en metálico lo que te correspondía.
El proyecto para darle un piso más al Ayuntamiento se abandonó cuando decidieron gastar 1.692.870 pts. en hacer una carretera desde el puente de Romillo hasta Lago-Vallobil.
A las calles del Corral de Abajo y de la Estación se les hizo alcantarillado y se las pavimentó, pues ambas obras se consideraban un “oprobio para la villa e inmundo lodazal”.
Ambas obras las realizó Ramón Gorbasoll López, de Cangas de Onís, cuyo presupuesto resultó más económico que el presentado por el vecino Isaac Vázquez Álvarez.
Los donativos para esta carretera desde el puente de Romillo a Lago-Vallobil se depositaban en el banco BANESTO, siendo más de ciento sesenta los donantes, que reunieron 326.575 pts.
Sobre todos ellos destacan las aportaciones de José Vallina Alonso -de San Martín de Bada- con 100.000 pts. y Fernando Rodríguez Pandiella -de León- con 25.000, siendo la media de las donaciones vecinales entre 500 y 3.000 pts.
El proyecto era del ingeniero Carlos Sánchez del Río.
Mientras, San Juan de Parres aspiraba a tener una carretera con Prestín, aunque con la oposición de algún vecino al que hubo que expropiar terrenos; carretera proyectada por el mismo ingeniero del trayecto Romillo-Lago-Vallobil.
Ciertamente, los vecinos contribuían mediante donativos en las suscripciones abiertas en diferentes entidades bancarias, destinados para caminos, traídas de agua o electrificación de sus pueblos, como en Llerandi y Cividiello donde colaboraron con 66.744 pts.
Todo lo relacionado con la iglesia Católica estaba muy presente en aquellos años, de forma que uno de los misioneros que acudirían a Arriondas para celebrar las conocidas como “Misiones populares”, le pidió al alcalde que se aprobase la consagración de Arriondas al Sagrado Corazón de María, aceptándolo la Corporación por unanimidad, pero el acto no tuvo lugar en el templo parroquial -como podría suponerse- sino en el salón de sesiones de la Casa Consistorial, donde el alcalde dio lectura al texto de la misma -que fue recogido en el acta correspondiente- del cual destaco dos frases: “Haced que reine en nuestro municipio el orden en el ejercicio de la Autoridad y de la sumisión”; “Desde este momento quedáis constituida como Reina y Madre de este municipio”.
Acto seguido se entronizaron en el testero del salón de sesiones los cuadros de los sagrados corazones de Jesús y de María.
Siempre hay que juzgar todos estos asuntos situándose en las coordenadas sociopolíticas del momento en el que tuvieron lugar, evaluando a sus protagonistas de acuerdo con el tiempo que les tocó vivir.
La Hermandad de Labradores de Parres pretendía levantar su sede social en el lugar conocido como “Las Llamargas” (inmediaciones de la actual calle Monte Sueve) y se les concedió para ello 20.000 pts.
Mientras, la segunda fase del mercado cubierto de ganados -en El Barco- se llevó a cabo expropiando los terrenos necesarios, puesto que la Corporación no llegó a un acuerdo amistoso con el propietario de los mismos, el cual pedía 170.000 pts.
Era alcalde Emilio Blanco Vega, y concejales: José Ramón Blanco Mier, Javier González Díaz, Manuel Somoano Caldevilla, Ángel Llenín Laria, Juan González Portilla, Gaspar Llerandi Caso, Juan Cueto Cofiño y Jesús González Llenín.
El interventor -como dijimos más arriba- era José Hevia Sánchez, el cual compatibilizaba su trabajo con el mismo cargo en el Ayuntamiento de Mieres, y como a Arriondas sólo acudía unas horas de un día a la semana, la Corporación de Parres estaba muy disgustada y proponía su cese.
Emilio Blanco (maestro de este cronista y de centenares de parragueses más) comenzó haciendo uso de su autoridad como alcalde ante varios casos, a saber:
-Llamada de atención a un funcionario que pidió permiso por diez días para asuntos propios y se tomó trece.
-Toque de atención a los barrenderos por su descuidada la limpieza de calles importantes.
-Aviso al administrador municipal de rentas por sus ausencias de la oficina sin permiso, retrasos en el cobro de los recibos del agua y otros, abriéndole un expediente disciplinario.
A petición del alcalde de Romillo -José Antonio García- se instaló un “potro” para herrar animales en su calle Nueva.
Fue contratado por aquellos días como arquitecto honorífico municipal a José María Velasco, siendo el aparejador Clemente Cangas Fernández.
Se amplió el abastecimiento de aguas a la villa -una obra realizada por Ángel Díaz Caveda- por un importe de 174.000 pts., muy por debajo del presupuesto inicial, que era de 245.159 pts.
Fue considerado apto para guardia municipal José Manuel López Fernández, único candidato que se había presentado para el puesto.
Para la construcción del Hogar del Frente de Juventudes se cedieron 100 metros cuadrados en El Barco y el presupuesto del mismo quedó fijado en 176.023 pts. según José Ramón González y González, de Ribadeesella.
Y para urbanizar la ´Plaza de Audiciones Musicales´, se gravó con un impuesto a los vecinos de la misma: Emilio Pando, Faustino García, Matilde Gener, Ramón Prieto (herederos), Juan Llano Corral, Viuda de Obdulio del Llano, Alfonso Moutas, Café Español, “La Fortuna”, Manuel Pelayo, “La Marquesita” y a la ´zapatería´ (sic). El impuesto iba desde 150 pts. hasta las 10.250 que tuvo que pagar Emilio Pando.