POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Continúa esta serie de “memorias” discurriendo por años ya más cercanos a muchos de nosotros, dentro de las varias veces centenaria historia del concejo de Parres, de la que nos quedan tantas cosas por contar y con las que nos encontraremos de nuevo después de que lleguemos al año 1985; porque nos aguardan otras historias entre los antiguos “Padrones de Distinción e Hidalguía” que conservamos desde mediado el siglo XVII hasta 1831 y que “duermen el sueño de los justos” (como dirían los clásicos griegos) en algún lugar casi ignoto…
Todo un mundo sin estudiar, donde podremos encontrarnos con el parragués que fue rector de la Universidad de Oviedo hace casi tres siglos, o con la reaparición en el Palacio de Robledo de San Juan de Parres, del escribano Toribio de Ardisana, redactando testamentos con todo lujo de detalles; o a Miguel de Intriago vendiendo el prado de Fontameña, en el Prestín de 1642; del ´túnel del tiempo´ retornará el parragués Antonio de Asiego y Valdés, muerto en las ´alteraciones de Cataluña´ de 1640.
¿Qué descubriremos sobre Sebastián Soto de Romillo, Juan Gutiérrez de Parres, Cosme de la Prida o Bartolomé de la Vega del Cerro? ¿Qué nos contará la apasionada Polonia de su segundo marido, Cosme González de Llerandi?
Dejémoslos descansar un tiempo más y regresemos ahora al más cercano año 1957.
En relación a la Fiesta de Las Piraguas, se le abonaba a Dionisio de la Huerta la diferencia que hubiese entre el presupuesto previsto para dicha fiesta y los gastos reales de la misma, pero solo si el Ayuntamiento tenía saldo favorable para ello por haberse gastado menos de lo que se había presupuestado, en ese caso se le remitía a Dionisio (como organizador) la diferencia.
Nada se dice de qué pasaba si el gasto presupuestario anual se hubiese rebasado, de manera que Dionisio de la Huerta Casagrán -como buen catalán- seguro que administraría con prudencia los gastos de “su” fiesta.
Como los vecinos de Collía, La Vita y Montealea no tenían línea alguna de viajeros, solicitaron que el camión de la leche de Adolfo Tereñes Poó -que diariamente hacía el recorrido Linares-Arriondas- pudiera llevar viajeros, y así lo solicitó el Ayuntamiento al Gobierno Civil.
Fue en diciembre de 1957 cuando los vecinos de Collía y Calabrez aportaron 70.000 pts. para el camino vecinal que unía ambos pueblos.
Mientras, las maestras de Sinariega y Fíos solicitaban una estufa, puesto que algunos niños no acudían a la escuela por el frío que pasaban en ella, y la maestra de Collado de Andrín pedía una repisa sobre la que colocar la imagen del Sagrado Corazón de Jesús en su aula.
En los tres casos anteriores fueron atendidas sus peticiones.
La factura trimestral de medicinas que el Ayuntamiento abonaba a los acogidos en el Padrón de Beneficencia Municipal le parecía a la Corporación exagerada, de modo que les recordaron a los médicos que recetasen medicamentos genéricos, y no de marca específica.
F. G. G. anunció que había adquirido el terreno llamado “Carretera de la Reina” (se supone que un trozo de la misma) y lo cerró como finca de su propiedad, solicitando desde la alcaldía que presentase en el Ayuntamiento los títulos de propiedad que lo acreditasen
Se acordó que el salario mínimo de un bracero fuese de 40 pts. diarias para el ya inminente año 1958.
En enero de 1958 obtuvo la plaza de Oficial Técnico Administrativo del Ayuntamiento, Manuel Emilio Longo Díaz.
Y el 24 de febrero el Gobernador Civil nombró nuevo alcalde a José Cayarga de la Parte, pasando a ser concejal el anterior, Emilio Blanco Vega.
Las oficinas municipales estrenaron un nuevo horario: de 9 a 2, ininterrumpidamente, durante todo el año.
En el mes de junio, la Sociedad de la Fiesta del Bollu-La Peruyal solicitó un trofeo para entregarlo como premio en el desfile de carrozas del último domingo de julio, y le comunicó a la Corporación que el Ayuntamiento debería contribuir a esta fiesta con una carroza.
Desde el Ayuntamiento se les concedió la copa-trofeo, pero guardaron silencio sobre la carroza.
Este cronista debería comentar en estas “memorias” lo que ya publicó en diversas ocasiones sobre el conflicto que tuvo lugar entre el cura párroco, don Manuel Riera Prida, y la Sociedad “La Peruyal”, al intentar cambiar el primero a San Bernardo de Claraval como patrono de la Fiesta del Bollu, por la Virgen de Covadonga, a lo que la directiva de La Peruyal se negó rotundamente.
Un enfrentamiento que se prolongó durante veinticinco años y que -en resumen- es el siguiente:
Cuando se fundó la Fiesta del Bollu-La Peruyal, en Arriondas, en 1949, aquella incipiente Sociedad formada por Antonio Ichaso, Luis Almeida “Linón”, Manuel Cuadriello, Tomás Cueto y Celso Rodríguez, pensó que, lo mismo que Castañera tenía su “Fiesta del Gallu” y el Castañeu la de “la Castaña”, el barrio de La Peruyal podía tener la suya.
El Bollu era una celebración ya típica en otras localidades asturianas, como, por ejemplo, en Oviedo, donde el Martes de Campo o Martes del Bollu, la Sociedad de la Balesquida -una de las más antiguas de Europa- ya llevaba más de siete siglos celebrándola, con el reparto de un torrezno, bollo y vino. Y, Avilés, llevaba cincuenta y seis años festejando su Bollu, ya que el primero fue en 1893.
Se buscó fecha en Arriondas para la fiesta de La Peruyal y, aunque en un primer momento se pensó en el primer lunes que siguiese al Día de Covadonga -cuya celebración litúrgica aún era el día 9 de septiembre y no el día 8, como pasó a ser después- al final se decidió que fuese el día 20 de agosto, domingo.
Era habitual que toda sociedad de festejos celebrase una misa por sus socios y, para ello, los fundadores se reunieron en 1949 con el párroco, el humilde y moderado don Rafael Álvarez García. Hacía veintidós años que estaba de cura en la villa y, cuando la recién nacida Sociedad de la Peruyal le preguntó por quién le parecía que debía ser el patrono de la fiesta, éste acudió a la tradición castellana -su tierra natal- que era poner a todo recién nacido el nombre del santo del día en el que nació.
Efectivamente, el 20 de agosto era -y sigue siendo- la memoria y celebración de San Bernardo de Claraval, monje y abad cisterciense francés que falleció un 20 de agosto de 1153.
Sólo el primer año la Fiesta del Bollu se celebró ese domingo de agosto, puesto que -al año siguiente- ya quedó fijada en el último domingo de julio.
Así, hasta 1954, se celebró una misa por los socios fallecidos.
Como ya vimos en el capítulo XCVIII y en el especial que le siguió en estas “memorias”, llegó un nuevo párroco, don Manuel Riera Prida, y la Sociedad del festejo acudió a una entrevista con el mismo, con la finalidad de que esa misa continuase celebrándose.
Pero el nuevo cura no tenía muchas simpatías por San Bernardo, pidiéndoles que cambiasen de patrono y que, en su lugar, pusiesen a la Virgen de Covadonga (conocida como “La Santina”).
Los integrantes de la Sociedad se negaron rotundamente y ahí se produjo un “divorcio” que duró hasta el fallecimiento del párroco.
Durante ese cuarto de siglo -cada último domingo de julio- asistimos al curioso episodio de la vida local, según el cual, el cura celebraba la fiesta de Santa María de Covadonga (que había sido precedida de la correspondiente novena) con misa solemne y procesión por la calle principal de Arriondas, al margen de la fiesta del Bollu y de sus organizadores.
Entretanto, la Sociedad de La Peruyal, en su revista o portfolio anual, siguió reproduciendo -año tras año- una imagen de San Bernardo como único titular y “legítimo” patrono de la fiesta.
Y -a su manera- la Sociedad ha celebrado también paralelamente una, digamos, “novena sonora”. Consiste ésta -desde hace muchísimos años- en lanzar un potentísimo volador a las nueve en punto de la noche, durante los nueve días que preceden al del Bollu.
Fallecido el citado párroco el 27 de octubre de 1980, en el mes de enero del año siguiente llegó como nuevo párroco don Fidel Ibáñez Ibáñez -ya conocido por quien escribe estas líneas, dado que había sido uno de sus profesores en el Seminario Metropolitano de Oviedo- y le hice partícipe de la situación creada sobre este asunto, así como la conveniencia de corregirla.
Su respuesta fue: “No hay ningún problema, el tema quedará solucionado este mismo año”.
Y -de este modo- ya en la revista de ese año 1981 apareció anunciada la celebración religiosa en honor del que siempre fue su patrono, así como por los socios fallecidos.
Durante veintidós años la misa tuvo lugar en la Plaza Venancio Pando, delante de la Casa Consistorial, incluso se adquirió una pequeña imagen de San Bernardo para esa celebración en el año 1999, siendo ya vicario parroquial don Amaro Balbín.
Debido al exceso de ruidos y a la poca concentración que este espacio abierto propiciaba, la misa se celebra -desde el año 2003- en la iglesia parroquial, a las 11 de la mañana del día grande del Bollu, acompañada de banda de gaitas.
Hubo dos excepciones, una en el año 2009 -tras haberse producido un incendio en el interior del templo parroquial el día 3 de junio- cuando la misa se trasladó a la capilla del Carmen, pero a la misma no asistió ninguna representación municipal ni de la Sociedad de La Peruyal.
Otra excepción fue en el año 2013, al haber anunciado La Peruyal la misa en su revista estival, en su tradicional horario de las 11 de la mañana, pero el párroco la anunció para las 12, de forma que tampoco asistió a la misma nadie relacionado con la Sociedad de La Peruyal, ni representantes del Ayuntamiento, ni la Reina y Damas de la fiesta, al considerar que esa hora era inapropiada por celebrarse después en la Plaza Venancio Pando el tradicional Festival Folclórico en el que participaban diez grupos, cuya duración -de haberse celebrado la misa a las 12- podía haberse alargado hasta más allá de las tres y media de la tarde.
A partir del año siguiente, 2014, la celebración religiosa en memoria de los socios fallecidos y en honor de San Bernardo -patrono de La Peruyal desde el origen de la fiesta en 1949- retornó a su horario de las 11 de la mañana.