POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
En los casi dos siglos (1827-2020) en los que Arriondas lleva siendo la capital del concejo de Parres, ha tenido como problema recurrente el derivado de las inundaciones fluviales provocadas por los tres ríos principales con los que convive.
No es culpa de los ríos Sella, Piloña y Chico -que siempre estuvieron ahí- sino del empeño en edificar en sus inmediaciones, una obcecación especialmente agravada en la segunda mitad del siglo XX al construir numerosos grupos de viviendas -tanto sociales como de iniciativa privada-, además de equipamientos educativos, sanitarios y deportivos en zonas inundables.
De vez en cuando la villa se alarma y busca culpables de semejante terquedad, pero su empecinamiento no ha tenido punto final hasta que la Confederación Hidrográfica del Cantábrico decidió tomar cartas en el asunto con la rigidez que no tuvo antes -ahora, demasiado tarde-, pero al menos contamos ya con un “hasta aquí hemos llegado”.
Veamos qué pasó con uno de los edificios afectados por la cabezonería de construirlo en zona inundable (como ya vimos con el Hospital del Oriente, el Colegio “Río Sella”, el actual Instituto “El Sueve”, la primera depuradora de aguas y todos los bloques de viviendas de El Barco.
En el mes de agosto de 1984 el Consejero de Sanidad solicitó licencia municipal para construir un Centro de Salud Mental en Arriondas, acompañando el correspondiente proyecto técnico.
Luis Somoano -como aparejador municipal- informó en sus puntos aclaratorios sobre la licencia solicitada, uno de ellos era que estaba previsto edificar este Centro en terrenos que el Ayuntamiento debería adquirir, así como que dichos terrenos -según el planteamiento vigente- tenían la calificación de no urbanizables, zona que era industrial y de “edificación abierta media”.
Dado que dicha calificación no permitía ubicar la construcción del Centro de Salud Mental en ese lugar, la Corporación Municipal encargó la ejecución del trabajo de cambio de edificación del suelo, para que permitiese el uso propuesto.
Este proyecto de cambio de calificación del suelo se le encargó a los arquitectos Carlos Joglar y Alejandro Alcázar.
El cambio fue aprobado por el Pleno del Ayuntamiento, enviado al Boletín Oficial del Principado y expuesto a información pública durante treinta días.
La propia Consejería de Urbanismo (Ordenación del Territorio) había remitido en su día al Ayuntamiento la propuesta de la zona de Castañera en la que se encuentra como el lugar idóneo para la instalación del Centro de Salud Mental, y -lo mismo que el cercano Hospital del Oriente- fue construido en terrenos claramente inundables por los desbordamientos del río Piloña, incluso los sótanos se edificaron -mediante excavación- por debajo del nivel habitual de inundación.
Actualmente este edificio se conoce como Comunidad Terapéutica de Arriondas, formando parte de los Servicios de la Unidad de Gestión Clínica de Salud Mental del Área Sanitaria VI.
La obra tuvo exención de abonar tasas municipales, dado el fin social de la misma; el anuncio de cambio de calificación del suelo fue publicado en el diario ´La Nueva España´, anuncio por el que se abonaron 10.710 pts.
Tras la última inundación sufrida el día 10 de junio de 2010, hubo que invertir 118.987 euros en su rehabilitación.
El día 14 de noviembre del año 1983, el Consejo de Ministros que presidía Felipe González Márquez había aprobado el expediente que determinó el régimen de financiación de las obras de acondicionamiento de la confluencia de los ríos Sella y Piloña, obra que obtuvo una subvención a cargo del Estado del 100% de la misma, y cuyo importe total fue de 77.500.000 pts.
Con esta magnífica obra se amplió el cauce de ambos ríos y se defendieron con diques de piedra las escolleras de sus márgenes.
Sería el día 5 de agosto de 1986 cuando concluyó la obra, surgiendo casi de la nada un espacio de dominio público nuevo para Arriondas, formado por unos 28.000 metros cuadrados, convertidos en un lugar de recreo, solaz y esparcimiento ajardinado, con artística fuente, paseos pavimentados, alumbrado, bancos y arbolado (que debería incrementarse con especies autóctonas).
La obra se llevó a cabo en el plazo de tan solo diez meses y la longitud del tramo encauzado en el río Sella fue de 1.149 metros, mientras la del río Piloña afectó a 540 metros.
La superficie ajardinada alcanza los 19.560 metros cuadrados.
El Presidente del Principado, Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos afirmó en su inauguración que se trataba de un concepto distinto de obra pública, en el ´eje espiritual´ de la Fiesta de las Piraguas, por lo que el Ministerio de Obras Públicas fue más sensible a la realización de este parque, cuidando su entorno con más detalle.
Preside el parque una escultura donada por el artista Joaquín Rubio Camín (Gijón 1929-2007).
El proyecto para la instalación de esta obra corrió a cargo del Ayuntamiento, el cual abonó por el mismo 30.000 pts.
J. Rubio Camín había sido Premio Nacional de Escultura en 1962, fue Premio Nacional de Pintura más tarde, en 1995. Obra controvertida fue la suya cuando fue instalada, formada por una combinación de planchas de acero soldadas con formas geométricas trapezoidales, con sensación de volumetría y espacialidad. Quiso su autor que estas rígidas láminas -cuyos bloques se asientan sobre caliza gris- siguiesen su proceso natural de oxidación y, el violento contraste de rigidez que se advierte con el entorno se ha mitigado mediante una apropiada vegetación próxima a la escultura.
Su autor Rubio Camín no quiso ponerle nombre con la finalidad de que fuese el espectador el que sacase sus conclusiones, interpretaciones o sensaciones.
Ya en el año 2007 se levantó una pasarela para unir los dos parques, el tradicional de La Llera y el nuevo de La Concordia. Pasarela que fue también polémica por su diseño y la controvertida composición de la base superficial de su tablero, que tuvo que corregirse después.
La Fiesta del Bollu se celebraba en el campo de fútbol municipal, para lo cual la Sociedad “La Peruyal” debía solicitar al Ayuntamiento el preceptivo permiso cada año.
Nacida el 20 de agosto de 1949 en el barrio de La Peruyal, esta fiesta fue peregrinando por “Les Llamargues”, El Ronderu, El Barcu, La Dehesina y el citado campo de fútbol, hasta que acabó recalando en el parque del que hablamos, esa ´joya´ que Arriondas muestra entre los ríos Sella y Piloña, un acierto pleno surgido de la nada.
Barajados varios nombres para dicho lugar de expansión de la villa, fue otro acierto bautizarle como Parque de La Concordia, nombre que -a propuesta del alcalde Alonso Nieda- recibió dos años después, en el año 1988.
Tres ferias de ganado aún se celebraban en Parres en el año 1985, la de Santa Rita cada 22 de mayo, el Concurso-Exposición de Ganados del Oriente de Asturias que se celebró el día 16 de julio y -en el pueblo de Cofiño- la Feria de San Miguel, que ese año tuvo lugar el día 6 de octubre.
Lejos habían quedado las ferias y fiestas de San Andrés que se celebraron desde el siglo XVII, con mucho las más antiguas de la villa y sus inmediaciones.
Próximo a El Pilanegru -lugar muy cercano a Arriondas en la carretera hacia Colunga- se encontraba -al menos desde 1664- una capilla dedicada a San Emeterio, además de a San Andrés, siendo éste último el de menos devoción de los dos.
Se celebraban en el lugar -dependiente de la parroquia de Pendás- la fiesta de San Emeterio, el día 3 de marzo, y la de San Andrés, el día 30 de noviembre, con feria de ganado y festejo muy concurrido, por su popular romería.
Había obras en las que las tasas municipales quedaban reducidas a cantidades casi simbólicas, por ejemplo cuando Juan Bautista Álvarez Palacios -en nombre y representación de “Mantequerías Arias” de Arriondas- presentó el proyecto de ampliación y mejora de la planta industrial para concentración y secado de lactosuero y leche, con un presupuesto de 19.701.086 pts.
Al acogerse a los beneficios del R.D. 1520/81, de 19 de junio, referente al Polo de Desarrollo de Oviedo, no tuvo que abonar el 95% de tasas.
Dado que para elaborar quesos a partir de leche se producían nueve litros de suero por cada kilogramo de queso, los componentes del lactosuero fueron aprovechados tiempo después por estas grandes empresas, utilizando la lactosa y las proteínas para añadirlas a diversos alimentos.
Actualmente -tras costosos procesos de separación- derivan en colorantes, aditivos alimentarios, aromas, antioxidantes y otros, pero en aquellos años el lactosuero terminaba vertido directamente al río Chico o algunos vecinos lo recogían para los cerdos.